K. Comentario.
1. El regreso del exilio y la reconstruccion del Templo.
Los primeros seis capítulos de Esdras abarcan un período de poco más de 20 años (538–515 a.C.), durante el cual un pequeño remanente de judíos, unas 50.000 personas, regresaron del exilio en Babilonia bajo la dirección de Zorobabel luego de 70 años de cautiverio y, después de algunas demoras, reconstruyeron el Templo en Jerusalén que los babilonios habían destruido 50 años atrás.
Sin embargo, estos eventos no fueron escritos en forma de narrativa continua, sino que más bien se han acentuado ciertos momentos especiales, mientras que otros asuntos de importancia histórica, como el viaje de vuelta a Jerusalén, no se describen para nada. Esto se debe a que el autor vivió en una época mucho más reciente que los eventos que narra de modo que estaba limitado a lo que venía escrito en los documentos que tenía a su disposición, como copias de cartas, listas y otros documentos. Por la manera en que terminó el arreglo de todo esto, añadiendo algunos comentarios para unirlos, llama la atención de sus lectores sobre el significado religioso y teológico de estos eventos.
En primer lugar, enfatiza el hecho de que estos eventos estuvieron bajo el control del soberano Dios del cielo, quien utilizó hasta reyes paganos como Ciro y Darío para realizar su voluntad para su pueblo, aunque lo que pasó pareciera insignificante en vista de los asuntos más importantes del poderoso Imperio Persa. Esto anima al lector a considerar los asuntos internacionales con una perspectiva distinta de la corriente, y donde una comunidad religiosa pequeña de otra manera se desilusionaría fácilmente.
Durante períodos de inestabilidad política, el creyente aprende a ver las cosas de manera más profunda para poder discernir las oportunidades que Dios ofrece.
En segundo lugar, hay un gran énfasis en toda esta sección en la continuidad entre las antiguas instituciones de Israel y las de la nueva comunidad en Jerusalén. De modo que se les recuerda a los lectores que ellos son los herederos legítimos de todo lo que Dios le prometió a su pueblo hace mucho tiempo; la religión de ellos no es nueva sino que representa la continuación directa de lo que se le reveló a Moisés, a David y a Salomón.
También puede ser que se haga una observación negativa en esta sección, a saber, el rechazo de las afirmaciones rivales, como las de la comunidad samaritana al norte, que empieza a emerger. Si estos capítulos fueron compilados mientras se edificaba el Templo samaritano, cerca del 300 a.C., esa clase de garantía era necesaria.
En tercer lugar, entonces, el autor claramente nota en los capítulos 4–6 que la oposición a la obra de Dios se supera mejor al continuar fielmente en la labor asignada por Dios en lugar de buscar términos medios u optar por enfrentamientos. Todos estos temas serán desarrollados más ampliamente en los libros de Esdras y Nehemías.
a. Ciro manda el regreso de los exiliados y de los utensilios del Templo.
Este primer capítulo se centra en las primeras dos observaciones que acabamos de discutir. El escenario es el año en el cual, debido a su rápida subida a la posición de autoridad, Ciro conquistó Babilonia (538 a.C.) sustituyendo el pasado imperio mundial de Babilonia con el de los persas. La política imperial persa era diferente de la de su predecesor. Mientras que los otros buscaban establecer su autoridad por medio de medidas duras tales como el movimiento entero de poblaciones subyugadas, los persas preferían acomodar los intereses de gente local cuando esa política les convenía según sus propios propósitos. Antes de que los persas pudiesen planear su expansión hacia Egipto, necesitaban la lealtad de los habitantes del lado occidental del Imperio, el cual incluía Palestina, y eso resultó en los favores que se les otorgaron a los judíos.
b. El decreto de Ciro.
Mientras que los historiadores seculares tratan de explicar los acontecimientos por medio de las políticas imperiales de la época, el autor bíblico las considera los medios por los cuales Dios[1] realizó sus propósitos. Por eso el impulso de Ciro y el del pueblo de Dios a obedecer fielmente se pueden describir con los mismos términos. Lo que es más, se cuenta que Ciro fue el instrumento usado para cumplir las profecías anteriores, probablemente refiriéndose a Jeremías 50.9 y 51.11, leídas a la luz de Isaías 44.28 y 45.13. Siguiendo esta forma de pensar, lo que originalmente pudo haber sido un anuncio bastante localizado ahora se le ve con significado universal: “…Ciro, rey de Persia,… y éste hizo proclamar por todo su reino y también por escrito”[2].
El decreto se concentra en permiso para regresar. Los detalles acerca de la reconstrucción del Templo fueron el tema de otro edicto, porque afectaban a otros, no solo a los judíos. Los dos pasajes no se deben considerar variantes del mismo edicto.
A la respuesta del pueblo la sigue una nota con la intención de recordarnos el éxodo de Egipto. El apoyo monetario dado por todos los que estaban en los alrededores incluía no solo el de los judíos que decidieron no volver, sino también de personas no judías. La forma de expresión de este versículo recuerda el tema del “despojamiento de los egipcios” de Éxodo 3.21–22; 11.2, 12.35–36. Esta es la primera de varias alusiones al éxodo que invitan al lector a considerar cuidadosamente lo que de otra manera se descartaría como un acontecimiento oscuro e insignificante dentro de la historia del Imperio Persa. Al ojo de la fe, este regreso no es menos trascendental que los acontecimientos relacionados con el nacimiento de la nación de Israel.
c. La devolución de los utensilios del Templo.
Este párrafo sin duda está basado en el inventario de los utensilios del Templo que fueron devueltos, el cual se debe haber hallado en los archivos del Templo. El autor no lo incluyó por su interés como anticuario como lo prueban sus propios comentarios previos.
1) Varios elementos recuerdan aspectos del éxodo de Egipto. Es obvio por Isaías 52.11-12 que se esperaba que se devolvieran los utensilios como parte del “segundo éxodo”. Además, el Esdras 1.11 utiliza una fórmula común en otras partes para describir el éxodo[3]. Finalmente, es posible que el título original de Sesbasar[4], dirigente de Judá sea un reflejo de Números 7.84–86, en donde se traduce la misma palabra como “jefe”, donde los “jefes” de las distintas tribus van conectados con tales utensilios durante el período del desierto.
2) En Esdras 1.7 se destaca que estos utensilios[5] son los mismos que habían sido quitados del primer Templo en Jerusalén[6]. En forma simbólica puede ser que tomaron el lugar de los dioses o ídolos de otras naciones que Nabucodonosor capturó y puso en su Templo como muestra de su superioridad. Al ser devueltos, y en forma indirecta, al ser utilizados nuevamente en las ceremonias del segundo Templo en la misma época del autor se pudo establecer una fuerte línea de continuidad con el Templo de Salomón. Sirvieron para enfocar la atención sobre la unión del pueblo de Dios y revivieron el culto del Templo parado por el exilio.
d. La lista de los exiliados que regresaron.
Es evidente por los últimos versículos del capítulo, que esta lista fue compilada bastante después del regreso. Exactamente por qué y cuándo no se sabe, pero una sugerencia atractiva es que respondía al pedido oficial de los nombres de los que se ocupaban de la edificación del segundo Templo. Si es cierto, entonces puede ser que la lista incluye no solo a los que regresaron inmediatamente después del pregón de Ciro, sino también a los que los siguieron en los 10 ó 12 años siguientes. La lista se repite en Nehemías 7.6–73, donde “de los que habían subido primero”[7] se debe interpretar en un sentido general, ya que se dan en contraste con las otras tandas de los que regresaron como la que dirigió Esdras. La explicación que se ha dado por las pequeñas diferencias entre las dos versiones de la lista, que conciernen mayormente a cifras, es que se deben a problemas típicos que aparecieron más tarde en la reproducción de un sistema de escribir números muy complicado durante esa época.
Después de los nombres de los 12 jefes, el orden de la lista es este: familias laicas, sacerdotes, levitas y servidores del culto. A esto le siguen detalles acerca de los que no pudieron establecer su linaje, un resumen como conclusión y otros detalles breves. La sección larga de laicos no parece ser una unidad ya que algunos están registrados por familia y otros por domicilio. Es posible que estos últimos hayan sido personas que no fueron exiliadas pero que de todos modos se unieron con los que regresaron para reconstruir el Templo.
La razón teológica principal por incluir esta lista es acentuar nuevamente la continuidad entre la comunidad posterior al exilio y el antiguo pueblo de Israel. Esto lo indican especialmente las observaciones de Esdras 2.59–63 sobre los que no pudieron en ese momento establecer su linaje para la satisfacción pública, y el número de jefes que recuerda el número de tribus de Israel. Además, el énfasis al principio y al final de la lista en cada persona que regresa a su propia ciudad señala la estrecha asociación también en otras partes del Antiguo Testamento entre el pueblo y la tierra, de modo que el capítulo funciona de la misma manera que las listas en la segunda parte del libro de Josué. Lo que insinúa, por consiguiente, es que se cumple parcialmente la promesa básica a Abraham[8].
Por supuesto, el sentido de exclusividad que expresa este capítulo debe equilibrarse con la característica inclusiva de los propósitos de Dios atestiguada en otras partes de las Escrituras, inclusive en el Antiguo Testamento, y como lo sugiere este capítulo por la cantidad de nombres extranjeros, especialmente en Esdras 2.43–58. Pero en el contexto actual, que es un período de transición crucial, era inevitable que se acentuara la importancia del sentido de identidad de la comunidad y el mantenimiento de una clase de continuidad correspondiente al pasado.
Asimismo, las comunidades cristianas deben aprender a ser más sensitivas a las prioridades que su situación demande. La visión suprema siempre ha sido reflejar la gracia de Dios que siempre nos acepta. A veces, sin embargo, fallas morales o doctrinales resultan en una iglesia que casi ni se puede distinguir de la sociedad que la rodea. En tales casos es posible que se tenga que acentuar la necesidad de volver a las reformas y a definir los límites nuevamente, lo cual es un proceso que aparenta ser exclusivista. Su propósito, sin embargo, debería ser el recrear un centro cristiano vibrante que pueda funcionar eficazmente una vez más para atraer a otras personas a la experiencia del amor de Dios.
e. La restauración del culto.
Esta sección se divide en tres partes.
1) La primera describe la restauración del altar y del culto con el que se le asocia.
2) La segunda los preparativos para la reconstrucción del Templo.
3) La tercera la primera nota de oposición a la obra, que como resultado se demoró.
A primera vista, este cuadro no cuadra con la impresión que da el profeta Hageo, quien más tarde (520 a.C.) castiga al pueblo por la completa desatención al Templo, y quien indujo lo que parece ser un nuevo comienzo en la obra de edificación bajo el liderazgo de Zorobabel y Jesúa[9].
Se han propuesto varias soluciones a esta dificultad; como que para el tiempo de Hageo el humilde comienzo que se había hecho casi se había olvidado. Otra alternativa es que no deberíamos atribuir este pasaje a los primeros días del regreso. Podría ser que Esdras 3.7–13 y 4.1–3 vienen del tiempo del profeta Hageo[10], y Esdras 4.4-5 se añadió luego para explicar por qué ocurrió la demora. De todas maneras, lo que explica la postura del autor está claro y la intención es que sirva de ejemplo: El pueblo tenía las prioridades correctas al querer restaurar algunas partes del culto lo antes posible, aun antes de que el Templo estuviese completo.
1) La restauración del altar y del culto.
Al menos este párrafo se refiere a los primeros días del regreso del exilio. Restauraron el altar sobre su base, o sea, en el mismo sitio donde se había destruido el altar original. Se aseguró la continuidad con el culto del Israel de antes del cautiverio al concentrarse en el preciso lugar del altar de holocaustos revelado por Dios. Asimismo, los sacrificios específicos y los generales fueron reanudados como está escrito. Las formas y la expresión del culto son precisamente las mismas que Moisés y David instituyeron.
2) Preparativos para la reconstrucción del Templo.
Prácticamente todas las declaraciones en este párrafo se proponen acentuar la similitud al primer Templo. Por ejemplo, Esdras 3.7 es un eco de 1 Crónicas 22.2–4 y 2 Crónicas 2.15-16; la fecha en Esdras 3.8 recuerda a 2 Crónicas 3.2 y si se añaden los dos años de preparativos a los cinco años de edificación, el total de siete años se puede comparar a 1 Reyes 6.38. El papel de los levitas de supervisar la obra es el mismo de 1 Crónicas 23.4, y la descripción de las siguientes celebraciones recuerda la dedicación del primer Templo. Finalmente, se realiza una comparación explícita en Esdras 3.12–13, donde el ruido del regocijo por haber terminado la restauración por lo menos igualó el llorar desilusionado de los que eran suficientemente viejos como para haber visto el primer Templo. Nuevamente entonces el énfasis sobre la continuidad y la legitimidad es el propósito principal de este párrafo, mientras que la nota de regocijo con la que concluye es otro desafío para la generación de los contemporáneos del autor.
3) Los primeros signos de oposición.
Si el incidente de Esdras 4.1–3 ocurrió en el tiempo de Darío[11] como se sugirió anteriormente, puede que explique por qué poco después todo el proyecto fue sometido a una investigación oficial en el capítulo 5. Los que fueron desairados pronto comenzaron a tomar represalias. Aunque era posible recibir a cualquier persona de afuera como miembro de la comunidad si otros grupos se unían como socios iguales, se arriesgaba perder la autoridad legal para reconstruir el Templo. La investigación siguiente dio la razón a la sabiduría en ponerse firme en cuanto a este punto[12].
4) La oposición abierta.
Se mencionan tres cartas de acusación en contra de los judíos, una escrita para Jerjes[13] y dos para Artajerjes[14]. Estos dos reyes reinaron después de Darío, pero los capítulos 5–6 vuelven a su reinado. A menos que el autor se haya confundido completamente con la cronología de este período, tenemos que asumir que esta sección es un paréntesis y que Esdras 4.24 trata de mostrar que se reanuda la narrativa que se dejó de lado en Esdras 4.5. A favor de esta solución está el hecho de que las acusaciones tienen que ver con los muros de Jerusalén y no con el Templo, lo cual es el tema del resto de Esdras 1–6.
La razón por este paréntesis está suficientemente clara. El autor acaba de relatar el desaire del ofrecimiento de ayudar. Esta decisión aparentemente dura la justifican estos acontecimientos, cuando los grupos involucrados revelan sus verdaderas intenciones y se descubre que ciertamente eran los enemigos de Judá y Benjamín. Ya que este es solo el primer relato de oposición a la obra de Dios en los libros de Esdras y Nehemías, sirve de advertencia de la necesidad constante de estar vigilantes y de que es mejor resolver los problemas causados por la oposición mientras está todavía “afuera” antes de que se le permita afianzarse a la comunidad donde puede ser mucho más destructiva.
Solo se da por completo una de las acusaciones, y la respuesta del rey nos puede ayudar más tarde a explicar las condiciones que hicieron necesaria la misión de Nehemías. No hay nada de evidencia que sugiera que la acusación de una rebelión bien planeada fuera correcta. Pero dada la inquietud que frecuentemente caracterizaba partes de las provincias occidentales del Imperio, se le puede perdonar a Artajerjes por haber “actuado primero y pensado luego”.
5) La reconstrucción del Templo.
La mayor parte de esta larga sección obviamente se centra en un incidente que ocurrió durante la reconstrucción del Templo, a saber la investigación del funcionario persa Tatnai y la respuesta favorable a ella por parte de la corte. El autor ha puesto este material en un lindo marco con comentarios imparciales sobre el supremo impulso y providencia de Dios antes de completar la sección con los detalles de la celebración de la dedicación del Templo y de la Pascua. Vale la pena observar que, tal como en ocasiones anteriores, muchos detalles que a uno le parecería que debían ser añadidos no lo son; por ejemplo, no se dice nada del proceso ni del progreso de la edificación misma. Al autor le interesa relatar solo lo que sabe por sus fuentes, principalmente copias de correspondencia entre Tatnai y el rey, y comentar sobre su significado teológico.
Con relación a esto sobresalen dos afirmaciones. La primera: Nuevamente se acentúa la actitud positiva que se tiene para con las autoridades persas a las cuales se les considera instrumentos de los propósitos de Dios. El autor adopta la actitud de que en todo lo posible, en las circunstancias particulares de su propio tiempo; la soberanía de Dios no depende de la comunidad que busca explotar los derechos que le otorga la ley civil ya que Dios es bien capaz de obrar por medio de ellos para el beneficio de su pueblo. El autor no propone que el establecimiento de independencia política sea de por sí una condición necesaria para la libertad del pueblo de Dios. En verdad, menciona con gozo el apoyo del Estado a la oración y los holocaustos para la familia real.
La segunda: El tema de la continuidad, que hemos notado repetidamente en los capítulos previos, sigue aquí tanto con respecto a la construcción del Templo mismo como a ceremonias e instituciones relacionadas con él.
a) La reconstrucción de la casa de Dios.
De acuerdo con la descripción en Hageo y en Zacarías 1–8, el estímulo principal para la obra viene del propio Dios de Israel, por medio de la palabra profética que evocó una reacción entusiasta.
b) La investigación de Tatnai.
Si el impulso para esto fue el resultado del desaire de Esdras 4.1–3 o no, no se sabe; pero no hay ningún indicio de que Tatnai vino a Jerusalén con malas intenciones. Ya que la autorización para la obra otorgada por Ciro casi 20 años atrás era desconocida por él, necesitaba asegurarse de que todo estaba en orden, especialmente si estaba en cuestión el uso de fondos públicos[15]. Esdras 5.5 sugiere que estaba propenso a creer la historia judía, una actitud que el autor nuevamente atribuye a la providencia divina.
c) La respuesta de Darío.
Darío incorporó la copia del decreto original de Ciro en su respuesta y la afirmación de los judíos se justificó. Darío no solo reafirmó el decreto sino que añadió ciertas disposiciones por su propia parte con duras consecuencias para quienes las desobedecieran. Descubrimientos recientes de textos administrativos persas, aunque no se refieren a los judíos ni al Templo de Jerusalén, han mostrado que tal apoyo de cultos regionales se practicó ampliamente en el imperio.
d) El Templo se completa y es dedicado.
Igual que al principio de esta sección, el autor una vez más acentúa la mano soberana de Dios en el proceso político. A la importancia de los profetas se añade la identidad del mandamiento de Dios con aquel de los reyes. Puede ser que se incluya a Artajerjes aquí anticipando el apoyo que le dará a Esdras en el próximo capítulo; en todo caso, la cita no puede ser totalmente acerca del papel negativo que se le asigna en el capítulo 4.
La dedicación del Templo presenta a la comunidad en una luz muy positiva. Se consideraban a sí mismos representantes de todo el Israel de antes del exilio, y apropiadamente la ceremonia era evocadora de la dedicación del Templo de Salomón: cuando toda la nación estaba todavía unificada. Aunque esto pueda parecer estar bien lejos de las circunstancias verdaderas del período después del exilio, sirve para poner frente al lector el ideal que cualquier comunidad religiosa, pasada o presente, debe adoptar.
e) La celebración de la Pascua.
Aquí el autor vuelve a usar el hebreo para completar toda esta parte de Esdras 1–6. La Pascua era una fiesta adecuada para concluir este relato de una serie de acontecimientos que en muchos sentidos se consideraba el segundo éxodo. Esdras 6.21 nuevamente acentúa que la comunidad estaba abierta para todos los que estuviesen dispuestos a unirse a ella sin condiciones.
2. Esdras.
El material acerca de Esdras se encuentra en Esdras 7–10 y en Nehemías 8 y acontece unos setenta años más tarde. Parte de él se cuenta en las palabras del mismo Esdras, y probablemente el resto fue escrito de nuevo por un redactor futuro. Si se asume que el rey en cuestión es Artajerjes I, hay un espacio en blanco de como 57 años entre Esdras 6 y 7. Nada habla más fuerte acerca de las intenciones teológicas, y no solamente históricas, del autor que la manera desapercibida en que se llena este espacio con las palabras “Después de estas cosas”[16]. Obviamente, no va a contarnos lo que pasó inmediatamente después de eso, sino acerca del próximo evento significativo en el plan de Dios para reavivar a la comunidad judía después del trastorno del cautiverio babilónico.
a. Introducción a Esdras
Se presenta a Esdras como sacerdote y escriba. Su genealogía muestra que era miembro de la familia sacerdotal, un descendiente de Seraías, el penúltimo sumo sacerdote de Judá antes del exilio[17], de la línea de Sadoc. En el período siguiente al exilio, sin embargo, el papel de maestro de los sacerdotes pasó más y más a manos de los escribas, de los cuales se presenta a Esdras como uno de los mejores ejemplos. Esto era inevitable una vez que las Escrituras estaban completas y se convirtieron en la autoridad religiosa principal. Entonces, Esdras ocupa un lugar de honor en el momento de transición en la manera en que la ley de Dios se interpreta a su pueblo; y se nos prepara para la parte importante que la interpretación de los textos bíblicos aceptados desarrollarán en su narrativa.
Su viaje a Jerusalén se resume en Esdras 7.6–9; más detalles se dan en el capítulo 8. El primer día del mes primero señala la fiesta de la Pascua, y esto está de acuerdo con la interpretación posterior que considera a Esdras el segundo Moisés. La Escritura como está atrae a personalidades y eventos al diseño de la historia salvadora conocida, que nos lleva a comprender más profundamente la soberanía de Dios sobre los asuntos de su pueblo, y ayuda a los lectores posteriores a reconocer semejantes diseños en sus propias experiencias, no importa cuán insignificantes parezcan.
b. La comisión de Esdras.
Ya habían pasado muchos años desde que se había autorizado a los judíos a volver a Palestina. Entre dificultades y obstáculos la comunidad restaurada se había asentado de nuevo en su antiguo lugar y habían construido un nuevo Templo, pero las condiciones tanto desde el punto de vista político como religioso eran muy precarias. Sometidos bajo la opresión de los sátrapas persas, se habían vuelto indiferentes y dejado de observar la Ley.
Desde Babilonia, donde era conocido este estado de cosas, Esdras deseaba ir a Jerusalén y utilizar su autoridad como sacerdote e intérprete de la Ley para restaurar las cosas a una condición mejor. Tenía el favor de la corte del rey persa y no solo obtuvo permiso para visitar Judea sino además un edicto real que le investía de amplia autoridad para realizar su propósito e importante ayuda económica del tesoro real. El rescripto, más o menos, ordenaba a los sátrapas “de más allá del río” que asistieran a Esdras con liberalidad e hiciesen que todos los oficiales judíos del Templo estuviesen exentos de impuestos.
Esta copia de la comisión dada a Esdras por parte de Artajerjes, la cual pudo haber sido redactada por Esdras mismo como respuesta a un pedido específico, está escrita en arameo. Esdras debe desempeñar cuatro tareas.
1) Tiene que encabezar el regreso desde Babilonia a Judá.
2) Tiene que llevar varios presentes y donaciones para el Templo y una orden a los tesoreros de la provincia Más Allá del Río para que le otorguen ciertos recursos para los servicios del Templo. Una copia de esa orden está incluida en el texto de la comisión. Quizá para asegurarse de que no hubiese ninguna sospecha de irregularidades en la forma en que se llevó a cabo esta medida sensible, los detalles de su cumplimiento se registran en Esdras 8.24–30, 33-34 y 36.
3) Tiene que inspeccionar Judá y Jerusalén, conforme a la ley de su Dios. De acuerdo con el contexto, lo más probable es que se refiere a la necesidad de asegurarse de que las ayudas para el Templo se usaban de acuerdo con la ley judía, la cual, de acuerdo con la costumbre en otras partes, hubiera sido reconocida por los persas como la constitución correctamente autorizada para la vida religiosa de la provincia. Es posible que esto sea responsable en parte por la manera en que se solucionó el problema de los matrimonios mixtos, ya que tales matrimonios hubieran causado problemas en la forma de determinar bajo cuál jurisdicción vivía la pareja.
4) Esdras tiene que enseñar conformidad con la ley judía a los judíos que vivían fuera de la provincia de Judá. Este debe haber sido un asunto muy delicado ya que existía la posibilidad de muchas áreas de conflicto entre la ley de tu Dios y la ley del rey. Los judíos de Babilonia ya habían enfrentado esta situación y la habían aceptado. Siendo uno de los maestros principales, Esdras era el mejor candidato para dar estas instrucciones a otros grupos en condiciones similares. Es un problema que los creyentes han tenido que enfrentar en varias situaciones, de modo que el enfoque de Esdras debe haber sido muy instructivo. Desafortunadamente, el silencio de los capítulos siguientes sugiere que la vida no le dio tiempo para cumplir esta parte de su comisión.
Aunque este fue un documento trascendental para la historia del desarrollo del judaísmo, todo lo que la respuesta de Esdras considera en la oración es las medidas que serán de beneficio para el Templo, el centro del culto del pueblo, y la expresión del amor infinito de Dios. La situación pudo haber cambiado radicalmente durante los siglos que pasaron desde que Dios llamó a Abraham y le dio sus promesas, pero Dios era todavía Dios de nuestros padres, quien podía mover hasta a un monarca persa junto con sus funcionarios para promover sus propósitos.
c. El viaje de Esdras a Jerusalén.
La mayor parte de este capítulo es un relato relativamente sencillo y directo el cual, como ya se observó antes, llama la atención sobre la obediencia de Esdras a su comisión real. Sin embargo, los tres temas principales de ésta son atribuidos no solo a sus habilidades sino “conforme a la mano bondadosa de nuestro Dios sobre nosotros”[18].
Unos 1800 hombres incluidos salieron con Esdras desde Babilonia. Nueve días después pararon en un lugar llamado Ahava y cuando se halló que no había levitas en la caravana, persuadieron a 38 que los acompañaran. Después de ayunar y orar por tres días por un viaje seguro, salieron y después de cinco meses llegaron a salvo a Jerusalén, habiendo hecho un viaje de 1.500 kilómetros, donde se habían instalado toda clase de abusos desde hacía largo tiempo.
1) Esdras estaba ansioso de que hubiese levitas entre los que regresaban con él. Ya que el papel que desarrollaban en el servicio del Templo era de importancia menor a lo mejor no les atraía mucho regresar a Jerusalén, pero es posible que su presencia en el viaje fuese considerada necesaria para que correspondiera simbólicamente con el viaje por el desierto después del éxodo. En esa ocasión ellos también habían estado a cargo especialmente del transporte de los utensilios sagrados.
2) Cuando Esdras rechazó la oferta de llevar escolta armada, el hecho de que el viaje terminó sin contratiempos fue atribuido a la bondadosa mano de Dios. Este aparente alarde precipitado hizo que el pueblo se arrodillara, y su fe recibió la recompensa adecuada. La actitud de Nehemías fue diferente y le recuerda al lector que Dios es capaz de obrar para bien de su pueblo por medios “normales” tanto como por extraordinarios, un principio que llega a su clímax en la encarnación misma.
3) El transporte de ofrendas costosas sin la interferencia de bandidos también fue atribuido a la bondadosa mano de Dios. Aquí también los procedimientos de informar detalladamente las cuentas que seguía Esdras demuestran que sería un error decir que se apoyaba un enfoque “espiritual” en lugar de uno “práctico”.
Una vez que el oro y la plata que habían traído desde Babilonia se habían depositado en el Templo y se habían ofrecido sacrificios, Esdras se puso vigorosamente a corregir los abusos. No es sorprendente que los viajeros ofrecieron holocaustos de acción de gracias una vez que llegaron a Jerusalén y reposaron. Al llegar tanto tiempo después del primer grupo descubrieron que la idea de un segundo éxodo no era un evento solitario sino una experiencia que compartirían sucesivas generaciones. Su promesa y esperanza no fueron agotadas por el primer grupo que regresó, y tampoco se les culpó a quienes decidieron ir más tarde. Por lo contrario, la posibilidad de liberación y de nueva vida enfrenta a cada nueva generación desafiándola a tomar la decisión correcta.
d. Informe de matrimonios mixtos y la confesión de Esdras.
La primera tarea que emprendió fue tratar de los matrimonios mixtos. Han pasado cuatro meses y debemos suponer, como lo insinúa Esdras 10.3, que Esdras ha comenzado su ministerio de enseñanza, como lo ilustra Nehemías 8. De este capítulo y de otras partes también, nos enteramos que pudo aplicar de nuevo las leyes, que a algunos les deben haber parecido anticuadas, a las situaciones nuevas, en particular al poder unir diferentes pasajes de las Escrituras para poder extraer principios teológicos que refuerzan las leyes más antiguas.
El resultado fue que el pueblo aprendió a apreciar que el matrimonio con un extranjero incrédulo en principio no era nada distinto del matrimonio con los habitantes de Canaán que se les había prohibido a sus antepasados. La mayoría de los pueblos mencionados en Esdras 9.1 ya no existían, pero al tomar una variedad de material fue apreciada la relevancia contemporánea de la ley. Los judíos habían hecho caso omiso a la Ley de Moisés y muchos, hasta los dirigentes judíos y sacerdotes, se habían casado con los habitantes idólatras del país.
Horrorizado por el descubrimiento de estos abusos, cuya magnitud había desconocido Esdras hasta entonces, manifestó sus sentimientos en una oración que impresionó de tal manera al pueblo que Sequenías, que en su nombre propuso que los israelitas abandonaran a sus esposas extranjeras y a los hijos tenidos con ellas.
La oración de Esdras es una pura confesión. No contiene ningún pedido de perdón ni ninguna otra petición. El clímax es “Oh SEÑOR, Dios de Israel, Tú eres justo…”[19]. Aun si Dios decidiese destruir a su pueblo, Esdras reconoce que se justificaría. Se puede decir que esto constituye la forma de adoración más sublime: Alabar a Dios solamente por quien es, y no simplemente por lo que el devoto espera poder recibir de la mano de Dios.
De manera apropiada entonces, Esdras adoptó la posición de quien se pone de luto, y de manera representativa rogó por todo el pueblo. Su oración nuevamente viene de una variedad de antiguas fuentes bíblicas y pasa del lamento individual al comunal, a la reflexión sobre las misericordias actuales de Dios, lo cual hace resaltar la ingratitud del pueblo, a confesión específica, a declaración de futuras intenciones y a una confesión general final.
e. Se resuelve el problema de los matrimonios mixtos.
El estilo del liderazgo de Esdras beneficia a quien lo estudia. Como en otras partes, aquí también esperaba hasta que el pueblo se acercara a él. Por medio de enseñanza, paciencia y ejemplo pudo llevarlos sin coacción a que tomaran por sí mismos la decisión que él consideraba beneficiosa.
Esdras aprovechó la oportunidad y consiguió de la congregación un juramento de que cumplirían con sus proposiciones. Los príncipes y los ancianos reunieron una asamblea del pueblo pero el asunto no pudo ser resuelto por lo que se nombró una comisión encabezada por Esdras para solucionarlo. Trabajaron durante tres meses y al final las “mujeres extranjeras” fueron despedidas. No se nos dice cual fue el resultado de tan drástica medida. Las memorias de Esdras se interrumpen aquí. Tampoco sabemos si una vez cumplida su misión volvió a Babilonia o se quedó en Jerusalén.
Lo principal que se debe apreciar es que en la situación tan precaria en que estaban, la comunidad de Judá necesitaba un seguro sentido de su propia identidad si iba a poder sobrevivir. La comisión de Artajerjes[20] había provisto a Esdras con la misión de hacer crecer el judaísmo como una comunidad religiosa estricta. Los requisitos para los miembros entonces debían ser definidos nuevamente; de otra manera se corría el peligro de que los elementos característicos de la fe fuesen diluidos pasado el punto en que pudiesen ser reconocidos.
No se sabe nada más de Esdras hasta 13 años después en el año 20 de Artajerjes (446 a.C.) cuando aparece nuevamente en Jerusalén en la lectura de la Ley, cuando Nehemías volvió a Jerusalén como gobernador de Palestina con permiso del rey para reparar los muros arruinados de la ciudad. Sin duda este hecho había despertado el entusiasmo del pueblo y para cumplir con la demanda popular Esdras trajo el Libro de la Ley. En el primer día del séptimo mes[21], se celebró una gran concentración “en la plaza que estaba delante de la Puerta de las Aguas”[22] para leer la Ley. Esdras, subido en una plataforma leyó el libro en voz alta “desde el amanecer hasta el mediodía”[23]. Al oír las palabras de la Ley que habían transgredido con tanta frecuencia la congregación rompió en lamentos poco apropiados para la santidad de aquel día, así que Nehemías disolvió la asamblea. Esdras retomó la lectura al día siguiente y encontraron en la Ley las directrices para la fiesta de los Tabernáculos, así que se dieron los pasos necesarios para celebrar inmediatamente esa fiesta que debía durar siete días y dos días después de terminada se mantuvo un ayuno muy severo “confesando sus pecados y las iniquidades de sus padres”[24]. Fue una buena oportunidad para renovar solemnemente el pacto entre el pueblo y Dios. Este pacto obligaba a la comunidad a la observancia de la Ley, a la abstención de matrimonios con paganos, al guardar cuidadosamente el Sabbat y las fiestas y las distintas regulaciones acordadas para el cuidado del Templo, sus servicios y el pago de los diezmos. Se leyó formalmente por los príncipes, levitas, sacerdotes y el pueblo[25]. Bajo el gobierno de Nehemías sus funciones eran de carácter totalmente sacerdotal y eclesiástico.
En adelante no vuelve a hacerse mención de Esdras en la literatura canónica. No se habla de él en relación con la segunda misión de Nehemías a Jerusalén y esto ha llevado a muchos a suponer que podía haber fallecido. De hecho tanto el lugar como la fecha de su muerte son desconocidos. Aunque, el las orillas del Tigris, cerca del lugar donde se une con el Eúfrates hay un monumento, se dice que es la tumba de Esdras y que durante siglos ha sido un lugar de peregrinación para los judíos. El papel de Esdras en la restauración de los judíos después del exilio dejó una impresión permanente en las mentes del pueblo. Se debe a que la vida futura de los judíos discurrió por los cauces trazados por él y de los que nunca se separó. Hay probablemente una gran parte de verdad en la tradición que le atribuye la organización de las sinagogas y la determinación de los libros saludados como canónicos entre los judíos. La actividad de Esdras parece haber ido aún más lejos. El Talmud le atribuye haber compilado “su propio libro”[26] “y las genealogías del libro de la Crónicas hasta él mismo”. Especialistas modernos, sin embargo, no están de acuerdo respecto a la extensión de su trabajo literario. Algunos le ven como el último editor del Hexatéuco, mientras otros dudan de que tomara parte en la composición del Esdras–Nehemías y Crónicas. Como ocurre con muchos hombres que han jugado una parte importante en las épocas trascendentales de la historia, con el curso del tiempo la personalidad y actividad de Esdras asumió en las mentes del pueblo proporciones gigantescas mezcladas con historias para completar la escasez de datos que hay sobre su vida. Se le vio como un segundo Moisés y se le atribuyeron todas las instituciones que no se le pudieron atribuir a Moisés. Según la tradición judía restauró de memoria, una gesta casi milagrosa, todos los libros del Antiguo Testamento que se creyeron perdidos durante el Exilio. Y fue él también quien remplazó, al copiar la Sagrada Escritura, la escritura fenicia antigua por el alfabeto aún en uso. Hasta la Edad Media y aún hasta el Renacimiento la cosecha de logros legendarios atribuidos a él siguió creciendo. Entonces se le saludó como organizador de la Gran Sinagoga, cuya existencia parece un mito, y el invento de los signos vocales del hebreo.
Comparación entre Reyes-Crónicas y Esdras
Reyes y Crónicas Esdras
Registran un cuadro oscuro de la Registra una nueva nación completamente
nación por la idolatría purificada de la idolatría
Registran la destrucción del Templo Registra la reedificación del Templo
Registran el descuido de la Ley Registra la restauración de la Ley
Registran la mezcla de Israel con Registra la separación completa de la
los paganos influencia pagana
[1] El título Dios de los cielos aparece en esta sección por primera vez en la Biblia. Se utiliza más comúnmente en los contextos donde los judíos están en contacto con los persas. Al principio pudo ser que fue adoptado como un título aceptable para ambos partidos ya que la deidad persa, Ahura Mazda era un dios celestial.
[2] Esdras 1.1. NBLH
[3] “Subieron”, Génesis 50.24; Éxodo 3.8.
[4] Sesbasar fue el primer gobernador de la provincia persa de Judá. No se sabe nada más por seguro acerca de él. Es muy posible que haya sido un jefe destacado de la tribu de Judá, pero las sugerencias de que haya sido de la familia de David o que se le debe identificar como Zorobabel son especulativas.
[5] La traducción exacta de los diferentes tipos de utensilios es muy incierta de modo que se asigna una variedad de artículos a la palabra.
[6] El total, 5.400, no es igual a la suma de sus partes. Puede ser que esto se deba a errores al copiar los símbolos de las cifras o sencillamente fue un error en los cálculos. De esto hay muchos ejemplos en los textos del tesoro persa en Persépolis.
[7] Nehemías 7.5.
[8] Génesis 12.2-3.
[9] Jesúa era el sumo sacerdote (Hageo 1.1), una posición que asumió más y más importancia después del fin de la monarquía, así que apropiadamente se le menciona primero aquí. Zorobabel aparentemente sucedió a Sesbasar como gobernador civil. Aunque pertenecía a la familia de David (1 Crónicas 3.19), no se le atribuye ninguna importancia a ese hecho en el libro de Esdras.
[10] Su llegada a la casa de Dios en Esdras 3.8 entonces se refiere a cuando comenzó la reconstrucción y no a la fecha del primer regreso desde Babilonia.
[11] Darío sucedió a Cambises como rey de Persia en 522 a.C., y reinó hasta 486 a.C. Los primeros dos años de su reinado fueron caracterizados por muchas rebeliones, no mencionadas en Esdras, pero de posible significado en el escenario de las profecías de Hageo y Zacarías, pero luego Esdras indica que reanudó las políticas de Ciro.
[12] “Los enemigos de Judá y de Benjamín” fue escrito probablemente después de que se supo lo que pasó; en aquel momento puede ser que no se les consideraba de la misma manera.
[13] Esdras 4.6.
[14] Esdras 4.7-16.
[15] Como era de esperar, a este punto, Tatnai pide confirmación. El hecho de que no encuentran el documento pertinente en Babilonia, lo cual era de esperarse, sino en una de las capitales persas, Acmeta (Esdras 6.2), es un signo poderoso de la exactitud de la historia.
[16] Esdras 7.1. NBLH
[17] 1 Crónicas 6.14.
[18] Esdras 8.18. NBLH
[19] Esdras 9.15. Ibid
[20] Hay quienes piensan que Artajerjes es el usurpador Gaumata, o el Seudo-Esmerdis, que reinó por unos meses en 522–521 a.C.
[21] Tishri.
[22] Nehemías 8.1. NBLH
[23] Nehemías 8.3. Ibid
[24] Nehemías 9.2. Ibid
[25] Por extraño que parezca no aparece el nombre de Esdras en la lista de los que la firmaron (Nehemías 10.1-27).
[26] Es decir: Esdras-Nehemías.
1. El regreso del exilio y la reconstruccion del Templo.
Los primeros seis capítulos de Esdras abarcan un período de poco más de 20 años (538–515 a.C.), durante el cual un pequeño remanente de judíos, unas 50.000 personas, regresaron del exilio en Babilonia bajo la dirección de Zorobabel luego de 70 años de cautiverio y, después de algunas demoras, reconstruyeron el Templo en Jerusalén que los babilonios habían destruido 50 años atrás.
Sin embargo, estos eventos no fueron escritos en forma de narrativa continua, sino que más bien se han acentuado ciertos momentos especiales, mientras que otros asuntos de importancia histórica, como el viaje de vuelta a Jerusalén, no se describen para nada. Esto se debe a que el autor vivió en una época mucho más reciente que los eventos que narra de modo que estaba limitado a lo que venía escrito en los documentos que tenía a su disposición, como copias de cartas, listas y otros documentos. Por la manera en que terminó el arreglo de todo esto, añadiendo algunos comentarios para unirlos, llama la atención de sus lectores sobre el significado religioso y teológico de estos eventos.
En primer lugar, enfatiza el hecho de que estos eventos estuvieron bajo el control del soberano Dios del cielo, quien utilizó hasta reyes paganos como Ciro y Darío para realizar su voluntad para su pueblo, aunque lo que pasó pareciera insignificante en vista de los asuntos más importantes del poderoso Imperio Persa. Esto anima al lector a considerar los asuntos internacionales con una perspectiva distinta de la corriente, y donde una comunidad religiosa pequeña de otra manera se desilusionaría fácilmente.
Durante períodos de inestabilidad política, el creyente aprende a ver las cosas de manera más profunda para poder discernir las oportunidades que Dios ofrece.
En segundo lugar, hay un gran énfasis en toda esta sección en la continuidad entre las antiguas instituciones de Israel y las de la nueva comunidad en Jerusalén. De modo que se les recuerda a los lectores que ellos son los herederos legítimos de todo lo que Dios le prometió a su pueblo hace mucho tiempo; la religión de ellos no es nueva sino que representa la continuación directa de lo que se le reveló a Moisés, a David y a Salomón.
También puede ser que se haga una observación negativa en esta sección, a saber, el rechazo de las afirmaciones rivales, como las de la comunidad samaritana al norte, que empieza a emerger. Si estos capítulos fueron compilados mientras se edificaba el Templo samaritano, cerca del 300 a.C., esa clase de garantía era necesaria.
En tercer lugar, entonces, el autor claramente nota en los capítulos 4–6 que la oposición a la obra de Dios se supera mejor al continuar fielmente en la labor asignada por Dios en lugar de buscar términos medios u optar por enfrentamientos. Todos estos temas serán desarrollados más ampliamente en los libros de Esdras y Nehemías.
a. Ciro manda el regreso de los exiliados y de los utensilios del Templo.
Este primer capítulo se centra en las primeras dos observaciones que acabamos de discutir. El escenario es el año en el cual, debido a su rápida subida a la posición de autoridad, Ciro conquistó Babilonia (538 a.C.) sustituyendo el pasado imperio mundial de Babilonia con el de los persas. La política imperial persa era diferente de la de su predecesor. Mientras que los otros buscaban establecer su autoridad por medio de medidas duras tales como el movimiento entero de poblaciones subyugadas, los persas preferían acomodar los intereses de gente local cuando esa política les convenía según sus propios propósitos. Antes de que los persas pudiesen planear su expansión hacia Egipto, necesitaban la lealtad de los habitantes del lado occidental del Imperio, el cual incluía Palestina, y eso resultó en los favores que se les otorgaron a los judíos.
b. El decreto de Ciro.
Mientras que los historiadores seculares tratan de explicar los acontecimientos por medio de las políticas imperiales de la época, el autor bíblico las considera los medios por los cuales Dios[1] realizó sus propósitos. Por eso el impulso de Ciro y el del pueblo de Dios a obedecer fielmente se pueden describir con los mismos términos. Lo que es más, se cuenta que Ciro fue el instrumento usado para cumplir las profecías anteriores, probablemente refiriéndose a Jeremías 50.9 y 51.11, leídas a la luz de Isaías 44.28 y 45.13. Siguiendo esta forma de pensar, lo que originalmente pudo haber sido un anuncio bastante localizado ahora se le ve con significado universal: “…Ciro, rey de Persia,… y éste hizo proclamar por todo su reino y también por escrito”[2].
El decreto se concentra en permiso para regresar. Los detalles acerca de la reconstrucción del Templo fueron el tema de otro edicto, porque afectaban a otros, no solo a los judíos. Los dos pasajes no se deben considerar variantes del mismo edicto.
A la respuesta del pueblo la sigue una nota con la intención de recordarnos el éxodo de Egipto. El apoyo monetario dado por todos los que estaban en los alrededores incluía no solo el de los judíos que decidieron no volver, sino también de personas no judías. La forma de expresión de este versículo recuerda el tema del “despojamiento de los egipcios” de Éxodo 3.21–22; 11.2, 12.35–36. Esta es la primera de varias alusiones al éxodo que invitan al lector a considerar cuidadosamente lo que de otra manera se descartaría como un acontecimiento oscuro e insignificante dentro de la historia del Imperio Persa. Al ojo de la fe, este regreso no es menos trascendental que los acontecimientos relacionados con el nacimiento de la nación de Israel.
c. La devolución de los utensilios del Templo.
Este párrafo sin duda está basado en el inventario de los utensilios del Templo que fueron devueltos, el cual se debe haber hallado en los archivos del Templo. El autor no lo incluyó por su interés como anticuario como lo prueban sus propios comentarios previos.
1) Varios elementos recuerdan aspectos del éxodo de Egipto. Es obvio por Isaías 52.11-12 que se esperaba que se devolvieran los utensilios como parte del “segundo éxodo”. Además, el Esdras 1.11 utiliza una fórmula común en otras partes para describir el éxodo[3]. Finalmente, es posible que el título original de Sesbasar[4], dirigente de Judá sea un reflejo de Números 7.84–86, en donde se traduce la misma palabra como “jefe”, donde los “jefes” de las distintas tribus van conectados con tales utensilios durante el período del desierto.
2) En Esdras 1.7 se destaca que estos utensilios[5] son los mismos que habían sido quitados del primer Templo en Jerusalén[6]. En forma simbólica puede ser que tomaron el lugar de los dioses o ídolos de otras naciones que Nabucodonosor capturó y puso en su Templo como muestra de su superioridad. Al ser devueltos, y en forma indirecta, al ser utilizados nuevamente en las ceremonias del segundo Templo en la misma época del autor se pudo establecer una fuerte línea de continuidad con el Templo de Salomón. Sirvieron para enfocar la atención sobre la unión del pueblo de Dios y revivieron el culto del Templo parado por el exilio.
d. La lista de los exiliados que regresaron.
Es evidente por los últimos versículos del capítulo, que esta lista fue compilada bastante después del regreso. Exactamente por qué y cuándo no se sabe, pero una sugerencia atractiva es que respondía al pedido oficial de los nombres de los que se ocupaban de la edificación del segundo Templo. Si es cierto, entonces puede ser que la lista incluye no solo a los que regresaron inmediatamente después del pregón de Ciro, sino también a los que los siguieron en los 10 ó 12 años siguientes. La lista se repite en Nehemías 7.6–73, donde “de los que habían subido primero”[7] se debe interpretar en un sentido general, ya que se dan en contraste con las otras tandas de los que regresaron como la que dirigió Esdras. La explicación que se ha dado por las pequeñas diferencias entre las dos versiones de la lista, que conciernen mayormente a cifras, es que se deben a problemas típicos que aparecieron más tarde en la reproducción de un sistema de escribir números muy complicado durante esa época.
Después de los nombres de los 12 jefes, el orden de la lista es este: familias laicas, sacerdotes, levitas y servidores del culto. A esto le siguen detalles acerca de los que no pudieron establecer su linaje, un resumen como conclusión y otros detalles breves. La sección larga de laicos no parece ser una unidad ya que algunos están registrados por familia y otros por domicilio. Es posible que estos últimos hayan sido personas que no fueron exiliadas pero que de todos modos se unieron con los que regresaron para reconstruir el Templo.
La razón teológica principal por incluir esta lista es acentuar nuevamente la continuidad entre la comunidad posterior al exilio y el antiguo pueblo de Israel. Esto lo indican especialmente las observaciones de Esdras 2.59–63 sobre los que no pudieron en ese momento establecer su linaje para la satisfacción pública, y el número de jefes que recuerda el número de tribus de Israel. Además, el énfasis al principio y al final de la lista en cada persona que regresa a su propia ciudad señala la estrecha asociación también en otras partes del Antiguo Testamento entre el pueblo y la tierra, de modo que el capítulo funciona de la misma manera que las listas en la segunda parte del libro de Josué. Lo que insinúa, por consiguiente, es que se cumple parcialmente la promesa básica a Abraham[8].
Por supuesto, el sentido de exclusividad que expresa este capítulo debe equilibrarse con la característica inclusiva de los propósitos de Dios atestiguada en otras partes de las Escrituras, inclusive en el Antiguo Testamento, y como lo sugiere este capítulo por la cantidad de nombres extranjeros, especialmente en Esdras 2.43–58. Pero en el contexto actual, que es un período de transición crucial, era inevitable que se acentuara la importancia del sentido de identidad de la comunidad y el mantenimiento de una clase de continuidad correspondiente al pasado.
Asimismo, las comunidades cristianas deben aprender a ser más sensitivas a las prioridades que su situación demande. La visión suprema siempre ha sido reflejar la gracia de Dios que siempre nos acepta. A veces, sin embargo, fallas morales o doctrinales resultan en una iglesia que casi ni se puede distinguir de la sociedad que la rodea. En tales casos es posible que se tenga que acentuar la necesidad de volver a las reformas y a definir los límites nuevamente, lo cual es un proceso que aparenta ser exclusivista. Su propósito, sin embargo, debería ser el recrear un centro cristiano vibrante que pueda funcionar eficazmente una vez más para atraer a otras personas a la experiencia del amor de Dios.
e. La restauración del culto.
Esta sección se divide en tres partes.
1) La primera describe la restauración del altar y del culto con el que se le asocia.
2) La segunda los preparativos para la reconstrucción del Templo.
3) La tercera la primera nota de oposición a la obra, que como resultado se demoró.
A primera vista, este cuadro no cuadra con la impresión que da el profeta Hageo, quien más tarde (520 a.C.) castiga al pueblo por la completa desatención al Templo, y quien indujo lo que parece ser un nuevo comienzo en la obra de edificación bajo el liderazgo de Zorobabel y Jesúa[9].
Se han propuesto varias soluciones a esta dificultad; como que para el tiempo de Hageo el humilde comienzo que se había hecho casi se había olvidado. Otra alternativa es que no deberíamos atribuir este pasaje a los primeros días del regreso. Podría ser que Esdras 3.7–13 y 4.1–3 vienen del tiempo del profeta Hageo[10], y Esdras 4.4-5 se añadió luego para explicar por qué ocurrió la demora. De todas maneras, lo que explica la postura del autor está claro y la intención es que sirva de ejemplo: El pueblo tenía las prioridades correctas al querer restaurar algunas partes del culto lo antes posible, aun antes de que el Templo estuviese completo.
1) La restauración del altar y del culto.
Al menos este párrafo se refiere a los primeros días del regreso del exilio. Restauraron el altar sobre su base, o sea, en el mismo sitio donde se había destruido el altar original. Se aseguró la continuidad con el culto del Israel de antes del cautiverio al concentrarse en el preciso lugar del altar de holocaustos revelado por Dios. Asimismo, los sacrificios específicos y los generales fueron reanudados como está escrito. Las formas y la expresión del culto son precisamente las mismas que Moisés y David instituyeron.
2) Preparativos para la reconstrucción del Templo.
Prácticamente todas las declaraciones en este párrafo se proponen acentuar la similitud al primer Templo. Por ejemplo, Esdras 3.7 es un eco de 1 Crónicas 22.2–4 y 2 Crónicas 2.15-16; la fecha en Esdras 3.8 recuerda a 2 Crónicas 3.2 y si se añaden los dos años de preparativos a los cinco años de edificación, el total de siete años se puede comparar a 1 Reyes 6.38. El papel de los levitas de supervisar la obra es el mismo de 1 Crónicas 23.4, y la descripción de las siguientes celebraciones recuerda la dedicación del primer Templo. Finalmente, se realiza una comparación explícita en Esdras 3.12–13, donde el ruido del regocijo por haber terminado la restauración por lo menos igualó el llorar desilusionado de los que eran suficientemente viejos como para haber visto el primer Templo. Nuevamente entonces el énfasis sobre la continuidad y la legitimidad es el propósito principal de este párrafo, mientras que la nota de regocijo con la que concluye es otro desafío para la generación de los contemporáneos del autor.
3) Los primeros signos de oposición.
Si el incidente de Esdras 4.1–3 ocurrió en el tiempo de Darío[11] como se sugirió anteriormente, puede que explique por qué poco después todo el proyecto fue sometido a una investigación oficial en el capítulo 5. Los que fueron desairados pronto comenzaron a tomar represalias. Aunque era posible recibir a cualquier persona de afuera como miembro de la comunidad si otros grupos se unían como socios iguales, se arriesgaba perder la autoridad legal para reconstruir el Templo. La investigación siguiente dio la razón a la sabiduría en ponerse firme en cuanto a este punto[12].
4) La oposición abierta.
Se mencionan tres cartas de acusación en contra de los judíos, una escrita para Jerjes[13] y dos para Artajerjes[14]. Estos dos reyes reinaron después de Darío, pero los capítulos 5–6 vuelven a su reinado. A menos que el autor se haya confundido completamente con la cronología de este período, tenemos que asumir que esta sección es un paréntesis y que Esdras 4.24 trata de mostrar que se reanuda la narrativa que se dejó de lado en Esdras 4.5. A favor de esta solución está el hecho de que las acusaciones tienen que ver con los muros de Jerusalén y no con el Templo, lo cual es el tema del resto de Esdras 1–6.
La razón por este paréntesis está suficientemente clara. El autor acaba de relatar el desaire del ofrecimiento de ayudar. Esta decisión aparentemente dura la justifican estos acontecimientos, cuando los grupos involucrados revelan sus verdaderas intenciones y se descubre que ciertamente eran los enemigos de Judá y Benjamín. Ya que este es solo el primer relato de oposición a la obra de Dios en los libros de Esdras y Nehemías, sirve de advertencia de la necesidad constante de estar vigilantes y de que es mejor resolver los problemas causados por la oposición mientras está todavía “afuera” antes de que se le permita afianzarse a la comunidad donde puede ser mucho más destructiva.
Solo se da por completo una de las acusaciones, y la respuesta del rey nos puede ayudar más tarde a explicar las condiciones que hicieron necesaria la misión de Nehemías. No hay nada de evidencia que sugiera que la acusación de una rebelión bien planeada fuera correcta. Pero dada la inquietud que frecuentemente caracterizaba partes de las provincias occidentales del Imperio, se le puede perdonar a Artajerjes por haber “actuado primero y pensado luego”.
5) La reconstrucción del Templo.
La mayor parte de esta larga sección obviamente se centra en un incidente que ocurrió durante la reconstrucción del Templo, a saber la investigación del funcionario persa Tatnai y la respuesta favorable a ella por parte de la corte. El autor ha puesto este material en un lindo marco con comentarios imparciales sobre el supremo impulso y providencia de Dios antes de completar la sección con los detalles de la celebración de la dedicación del Templo y de la Pascua. Vale la pena observar que, tal como en ocasiones anteriores, muchos detalles que a uno le parecería que debían ser añadidos no lo son; por ejemplo, no se dice nada del proceso ni del progreso de la edificación misma. Al autor le interesa relatar solo lo que sabe por sus fuentes, principalmente copias de correspondencia entre Tatnai y el rey, y comentar sobre su significado teológico.
Con relación a esto sobresalen dos afirmaciones. La primera: Nuevamente se acentúa la actitud positiva que se tiene para con las autoridades persas a las cuales se les considera instrumentos de los propósitos de Dios. El autor adopta la actitud de que en todo lo posible, en las circunstancias particulares de su propio tiempo; la soberanía de Dios no depende de la comunidad que busca explotar los derechos que le otorga la ley civil ya que Dios es bien capaz de obrar por medio de ellos para el beneficio de su pueblo. El autor no propone que el establecimiento de independencia política sea de por sí una condición necesaria para la libertad del pueblo de Dios. En verdad, menciona con gozo el apoyo del Estado a la oración y los holocaustos para la familia real.
La segunda: El tema de la continuidad, que hemos notado repetidamente en los capítulos previos, sigue aquí tanto con respecto a la construcción del Templo mismo como a ceremonias e instituciones relacionadas con él.
a) La reconstrucción de la casa de Dios.
De acuerdo con la descripción en Hageo y en Zacarías 1–8, el estímulo principal para la obra viene del propio Dios de Israel, por medio de la palabra profética que evocó una reacción entusiasta.
b) La investigación de Tatnai.
Si el impulso para esto fue el resultado del desaire de Esdras 4.1–3 o no, no se sabe; pero no hay ningún indicio de que Tatnai vino a Jerusalén con malas intenciones. Ya que la autorización para la obra otorgada por Ciro casi 20 años atrás era desconocida por él, necesitaba asegurarse de que todo estaba en orden, especialmente si estaba en cuestión el uso de fondos públicos[15]. Esdras 5.5 sugiere que estaba propenso a creer la historia judía, una actitud que el autor nuevamente atribuye a la providencia divina.
c) La respuesta de Darío.
Darío incorporó la copia del decreto original de Ciro en su respuesta y la afirmación de los judíos se justificó. Darío no solo reafirmó el decreto sino que añadió ciertas disposiciones por su propia parte con duras consecuencias para quienes las desobedecieran. Descubrimientos recientes de textos administrativos persas, aunque no se refieren a los judíos ni al Templo de Jerusalén, han mostrado que tal apoyo de cultos regionales se practicó ampliamente en el imperio.
d) El Templo se completa y es dedicado.
Igual que al principio de esta sección, el autor una vez más acentúa la mano soberana de Dios en el proceso político. A la importancia de los profetas se añade la identidad del mandamiento de Dios con aquel de los reyes. Puede ser que se incluya a Artajerjes aquí anticipando el apoyo que le dará a Esdras en el próximo capítulo; en todo caso, la cita no puede ser totalmente acerca del papel negativo que se le asigna en el capítulo 4.
La dedicación del Templo presenta a la comunidad en una luz muy positiva. Se consideraban a sí mismos representantes de todo el Israel de antes del exilio, y apropiadamente la ceremonia era evocadora de la dedicación del Templo de Salomón: cuando toda la nación estaba todavía unificada. Aunque esto pueda parecer estar bien lejos de las circunstancias verdaderas del período después del exilio, sirve para poner frente al lector el ideal que cualquier comunidad religiosa, pasada o presente, debe adoptar.
e) La celebración de la Pascua.
Aquí el autor vuelve a usar el hebreo para completar toda esta parte de Esdras 1–6. La Pascua era una fiesta adecuada para concluir este relato de una serie de acontecimientos que en muchos sentidos se consideraba el segundo éxodo. Esdras 6.21 nuevamente acentúa que la comunidad estaba abierta para todos los que estuviesen dispuestos a unirse a ella sin condiciones.
2. Esdras.
El material acerca de Esdras se encuentra en Esdras 7–10 y en Nehemías 8 y acontece unos setenta años más tarde. Parte de él se cuenta en las palabras del mismo Esdras, y probablemente el resto fue escrito de nuevo por un redactor futuro. Si se asume que el rey en cuestión es Artajerjes I, hay un espacio en blanco de como 57 años entre Esdras 6 y 7. Nada habla más fuerte acerca de las intenciones teológicas, y no solamente históricas, del autor que la manera desapercibida en que se llena este espacio con las palabras “Después de estas cosas”[16]. Obviamente, no va a contarnos lo que pasó inmediatamente después de eso, sino acerca del próximo evento significativo en el plan de Dios para reavivar a la comunidad judía después del trastorno del cautiverio babilónico.
a. Introducción a Esdras
Se presenta a Esdras como sacerdote y escriba. Su genealogía muestra que era miembro de la familia sacerdotal, un descendiente de Seraías, el penúltimo sumo sacerdote de Judá antes del exilio[17], de la línea de Sadoc. En el período siguiente al exilio, sin embargo, el papel de maestro de los sacerdotes pasó más y más a manos de los escribas, de los cuales se presenta a Esdras como uno de los mejores ejemplos. Esto era inevitable una vez que las Escrituras estaban completas y se convirtieron en la autoridad religiosa principal. Entonces, Esdras ocupa un lugar de honor en el momento de transición en la manera en que la ley de Dios se interpreta a su pueblo; y se nos prepara para la parte importante que la interpretación de los textos bíblicos aceptados desarrollarán en su narrativa.
Su viaje a Jerusalén se resume en Esdras 7.6–9; más detalles se dan en el capítulo 8. El primer día del mes primero señala la fiesta de la Pascua, y esto está de acuerdo con la interpretación posterior que considera a Esdras el segundo Moisés. La Escritura como está atrae a personalidades y eventos al diseño de la historia salvadora conocida, que nos lleva a comprender más profundamente la soberanía de Dios sobre los asuntos de su pueblo, y ayuda a los lectores posteriores a reconocer semejantes diseños en sus propias experiencias, no importa cuán insignificantes parezcan.
b. La comisión de Esdras.
Ya habían pasado muchos años desde que se había autorizado a los judíos a volver a Palestina. Entre dificultades y obstáculos la comunidad restaurada se había asentado de nuevo en su antiguo lugar y habían construido un nuevo Templo, pero las condiciones tanto desde el punto de vista político como religioso eran muy precarias. Sometidos bajo la opresión de los sátrapas persas, se habían vuelto indiferentes y dejado de observar la Ley.
Desde Babilonia, donde era conocido este estado de cosas, Esdras deseaba ir a Jerusalén y utilizar su autoridad como sacerdote e intérprete de la Ley para restaurar las cosas a una condición mejor. Tenía el favor de la corte del rey persa y no solo obtuvo permiso para visitar Judea sino además un edicto real que le investía de amplia autoridad para realizar su propósito e importante ayuda económica del tesoro real. El rescripto, más o menos, ordenaba a los sátrapas “de más allá del río” que asistieran a Esdras con liberalidad e hiciesen que todos los oficiales judíos del Templo estuviesen exentos de impuestos.
Esta copia de la comisión dada a Esdras por parte de Artajerjes, la cual pudo haber sido redactada por Esdras mismo como respuesta a un pedido específico, está escrita en arameo. Esdras debe desempeñar cuatro tareas.
1) Tiene que encabezar el regreso desde Babilonia a Judá.
2) Tiene que llevar varios presentes y donaciones para el Templo y una orden a los tesoreros de la provincia Más Allá del Río para que le otorguen ciertos recursos para los servicios del Templo. Una copia de esa orden está incluida en el texto de la comisión. Quizá para asegurarse de que no hubiese ninguna sospecha de irregularidades en la forma en que se llevó a cabo esta medida sensible, los detalles de su cumplimiento se registran en Esdras 8.24–30, 33-34 y 36.
3) Tiene que inspeccionar Judá y Jerusalén, conforme a la ley de su Dios. De acuerdo con el contexto, lo más probable es que se refiere a la necesidad de asegurarse de que las ayudas para el Templo se usaban de acuerdo con la ley judía, la cual, de acuerdo con la costumbre en otras partes, hubiera sido reconocida por los persas como la constitución correctamente autorizada para la vida religiosa de la provincia. Es posible que esto sea responsable en parte por la manera en que se solucionó el problema de los matrimonios mixtos, ya que tales matrimonios hubieran causado problemas en la forma de determinar bajo cuál jurisdicción vivía la pareja.
4) Esdras tiene que enseñar conformidad con la ley judía a los judíos que vivían fuera de la provincia de Judá. Este debe haber sido un asunto muy delicado ya que existía la posibilidad de muchas áreas de conflicto entre la ley de tu Dios y la ley del rey. Los judíos de Babilonia ya habían enfrentado esta situación y la habían aceptado. Siendo uno de los maestros principales, Esdras era el mejor candidato para dar estas instrucciones a otros grupos en condiciones similares. Es un problema que los creyentes han tenido que enfrentar en varias situaciones, de modo que el enfoque de Esdras debe haber sido muy instructivo. Desafortunadamente, el silencio de los capítulos siguientes sugiere que la vida no le dio tiempo para cumplir esta parte de su comisión.
Aunque este fue un documento trascendental para la historia del desarrollo del judaísmo, todo lo que la respuesta de Esdras considera en la oración es las medidas que serán de beneficio para el Templo, el centro del culto del pueblo, y la expresión del amor infinito de Dios. La situación pudo haber cambiado radicalmente durante los siglos que pasaron desde que Dios llamó a Abraham y le dio sus promesas, pero Dios era todavía Dios de nuestros padres, quien podía mover hasta a un monarca persa junto con sus funcionarios para promover sus propósitos.
c. El viaje de Esdras a Jerusalén.
La mayor parte de este capítulo es un relato relativamente sencillo y directo el cual, como ya se observó antes, llama la atención sobre la obediencia de Esdras a su comisión real. Sin embargo, los tres temas principales de ésta son atribuidos no solo a sus habilidades sino “conforme a la mano bondadosa de nuestro Dios sobre nosotros”[18].
Unos 1800 hombres incluidos salieron con Esdras desde Babilonia. Nueve días después pararon en un lugar llamado Ahava y cuando se halló que no había levitas en la caravana, persuadieron a 38 que los acompañaran. Después de ayunar y orar por tres días por un viaje seguro, salieron y después de cinco meses llegaron a salvo a Jerusalén, habiendo hecho un viaje de 1.500 kilómetros, donde se habían instalado toda clase de abusos desde hacía largo tiempo.
1) Esdras estaba ansioso de que hubiese levitas entre los que regresaban con él. Ya que el papel que desarrollaban en el servicio del Templo era de importancia menor a lo mejor no les atraía mucho regresar a Jerusalén, pero es posible que su presencia en el viaje fuese considerada necesaria para que correspondiera simbólicamente con el viaje por el desierto después del éxodo. En esa ocasión ellos también habían estado a cargo especialmente del transporte de los utensilios sagrados.
2) Cuando Esdras rechazó la oferta de llevar escolta armada, el hecho de que el viaje terminó sin contratiempos fue atribuido a la bondadosa mano de Dios. Este aparente alarde precipitado hizo que el pueblo se arrodillara, y su fe recibió la recompensa adecuada. La actitud de Nehemías fue diferente y le recuerda al lector que Dios es capaz de obrar para bien de su pueblo por medios “normales” tanto como por extraordinarios, un principio que llega a su clímax en la encarnación misma.
3) El transporte de ofrendas costosas sin la interferencia de bandidos también fue atribuido a la bondadosa mano de Dios. Aquí también los procedimientos de informar detalladamente las cuentas que seguía Esdras demuestran que sería un error decir que se apoyaba un enfoque “espiritual” en lugar de uno “práctico”.
Una vez que el oro y la plata que habían traído desde Babilonia se habían depositado en el Templo y se habían ofrecido sacrificios, Esdras se puso vigorosamente a corregir los abusos. No es sorprendente que los viajeros ofrecieron holocaustos de acción de gracias una vez que llegaron a Jerusalén y reposaron. Al llegar tanto tiempo después del primer grupo descubrieron que la idea de un segundo éxodo no era un evento solitario sino una experiencia que compartirían sucesivas generaciones. Su promesa y esperanza no fueron agotadas por el primer grupo que regresó, y tampoco se les culpó a quienes decidieron ir más tarde. Por lo contrario, la posibilidad de liberación y de nueva vida enfrenta a cada nueva generación desafiándola a tomar la decisión correcta.
d. Informe de matrimonios mixtos y la confesión de Esdras.
La primera tarea que emprendió fue tratar de los matrimonios mixtos. Han pasado cuatro meses y debemos suponer, como lo insinúa Esdras 10.3, que Esdras ha comenzado su ministerio de enseñanza, como lo ilustra Nehemías 8. De este capítulo y de otras partes también, nos enteramos que pudo aplicar de nuevo las leyes, que a algunos les deben haber parecido anticuadas, a las situaciones nuevas, en particular al poder unir diferentes pasajes de las Escrituras para poder extraer principios teológicos que refuerzan las leyes más antiguas.
El resultado fue que el pueblo aprendió a apreciar que el matrimonio con un extranjero incrédulo en principio no era nada distinto del matrimonio con los habitantes de Canaán que se les había prohibido a sus antepasados. La mayoría de los pueblos mencionados en Esdras 9.1 ya no existían, pero al tomar una variedad de material fue apreciada la relevancia contemporánea de la ley. Los judíos habían hecho caso omiso a la Ley de Moisés y muchos, hasta los dirigentes judíos y sacerdotes, se habían casado con los habitantes idólatras del país.
Horrorizado por el descubrimiento de estos abusos, cuya magnitud había desconocido Esdras hasta entonces, manifestó sus sentimientos en una oración que impresionó de tal manera al pueblo que Sequenías, que en su nombre propuso que los israelitas abandonaran a sus esposas extranjeras y a los hijos tenidos con ellas.
La oración de Esdras es una pura confesión. No contiene ningún pedido de perdón ni ninguna otra petición. El clímax es “Oh SEÑOR, Dios de Israel, Tú eres justo…”[19]. Aun si Dios decidiese destruir a su pueblo, Esdras reconoce que se justificaría. Se puede decir que esto constituye la forma de adoración más sublime: Alabar a Dios solamente por quien es, y no simplemente por lo que el devoto espera poder recibir de la mano de Dios.
De manera apropiada entonces, Esdras adoptó la posición de quien se pone de luto, y de manera representativa rogó por todo el pueblo. Su oración nuevamente viene de una variedad de antiguas fuentes bíblicas y pasa del lamento individual al comunal, a la reflexión sobre las misericordias actuales de Dios, lo cual hace resaltar la ingratitud del pueblo, a confesión específica, a declaración de futuras intenciones y a una confesión general final.
e. Se resuelve el problema de los matrimonios mixtos.
El estilo del liderazgo de Esdras beneficia a quien lo estudia. Como en otras partes, aquí también esperaba hasta que el pueblo se acercara a él. Por medio de enseñanza, paciencia y ejemplo pudo llevarlos sin coacción a que tomaran por sí mismos la decisión que él consideraba beneficiosa.
Esdras aprovechó la oportunidad y consiguió de la congregación un juramento de que cumplirían con sus proposiciones. Los príncipes y los ancianos reunieron una asamblea del pueblo pero el asunto no pudo ser resuelto por lo que se nombró una comisión encabezada por Esdras para solucionarlo. Trabajaron durante tres meses y al final las “mujeres extranjeras” fueron despedidas. No se nos dice cual fue el resultado de tan drástica medida. Las memorias de Esdras se interrumpen aquí. Tampoco sabemos si una vez cumplida su misión volvió a Babilonia o se quedó en Jerusalén.
Lo principal que se debe apreciar es que en la situación tan precaria en que estaban, la comunidad de Judá necesitaba un seguro sentido de su propia identidad si iba a poder sobrevivir. La comisión de Artajerjes[20] había provisto a Esdras con la misión de hacer crecer el judaísmo como una comunidad religiosa estricta. Los requisitos para los miembros entonces debían ser definidos nuevamente; de otra manera se corría el peligro de que los elementos característicos de la fe fuesen diluidos pasado el punto en que pudiesen ser reconocidos.
No se sabe nada más de Esdras hasta 13 años después en el año 20 de Artajerjes (446 a.C.) cuando aparece nuevamente en Jerusalén en la lectura de la Ley, cuando Nehemías volvió a Jerusalén como gobernador de Palestina con permiso del rey para reparar los muros arruinados de la ciudad. Sin duda este hecho había despertado el entusiasmo del pueblo y para cumplir con la demanda popular Esdras trajo el Libro de la Ley. En el primer día del séptimo mes[21], se celebró una gran concentración “en la plaza que estaba delante de la Puerta de las Aguas”[22] para leer la Ley. Esdras, subido en una plataforma leyó el libro en voz alta “desde el amanecer hasta el mediodía”[23]. Al oír las palabras de la Ley que habían transgredido con tanta frecuencia la congregación rompió en lamentos poco apropiados para la santidad de aquel día, así que Nehemías disolvió la asamblea. Esdras retomó la lectura al día siguiente y encontraron en la Ley las directrices para la fiesta de los Tabernáculos, así que se dieron los pasos necesarios para celebrar inmediatamente esa fiesta que debía durar siete días y dos días después de terminada se mantuvo un ayuno muy severo “confesando sus pecados y las iniquidades de sus padres”[24]. Fue una buena oportunidad para renovar solemnemente el pacto entre el pueblo y Dios. Este pacto obligaba a la comunidad a la observancia de la Ley, a la abstención de matrimonios con paganos, al guardar cuidadosamente el Sabbat y las fiestas y las distintas regulaciones acordadas para el cuidado del Templo, sus servicios y el pago de los diezmos. Se leyó formalmente por los príncipes, levitas, sacerdotes y el pueblo[25]. Bajo el gobierno de Nehemías sus funciones eran de carácter totalmente sacerdotal y eclesiástico.
En adelante no vuelve a hacerse mención de Esdras en la literatura canónica. No se habla de él en relación con la segunda misión de Nehemías a Jerusalén y esto ha llevado a muchos a suponer que podía haber fallecido. De hecho tanto el lugar como la fecha de su muerte son desconocidos. Aunque, el las orillas del Tigris, cerca del lugar donde se une con el Eúfrates hay un monumento, se dice que es la tumba de Esdras y que durante siglos ha sido un lugar de peregrinación para los judíos. El papel de Esdras en la restauración de los judíos después del exilio dejó una impresión permanente en las mentes del pueblo. Se debe a que la vida futura de los judíos discurrió por los cauces trazados por él y de los que nunca se separó. Hay probablemente una gran parte de verdad en la tradición que le atribuye la organización de las sinagogas y la determinación de los libros saludados como canónicos entre los judíos. La actividad de Esdras parece haber ido aún más lejos. El Talmud le atribuye haber compilado “su propio libro”[26] “y las genealogías del libro de la Crónicas hasta él mismo”. Especialistas modernos, sin embargo, no están de acuerdo respecto a la extensión de su trabajo literario. Algunos le ven como el último editor del Hexatéuco, mientras otros dudan de que tomara parte en la composición del Esdras–Nehemías y Crónicas. Como ocurre con muchos hombres que han jugado una parte importante en las épocas trascendentales de la historia, con el curso del tiempo la personalidad y actividad de Esdras asumió en las mentes del pueblo proporciones gigantescas mezcladas con historias para completar la escasez de datos que hay sobre su vida. Se le vio como un segundo Moisés y se le atribuyeron todas las instituciones que no se le pudieron atribuir a Moisés. Según la tradición judía restauró de memoria, una gesta casi milagrosa, todos los libros del Antiguo Testamento que se creyeron perdidos durante el Exilio. Y fue él también quien remplazó, al copiar la Sagrada Escritura, la escritura fenicia antigua por el alfabeto aún en uso. Hasta la Edad Media y aún hasta el Renacimiento la cosecha de logros legendarios atribuidos a él siguió creciendo. Entonces se le saludó como organizador de la Gran Sinagoga, cuya existencia parece un mito, y el invento de los signos vocales del hebreo.
Comparación entre Reyes-Crónicas y Esdras
Reyes y Crónicas Esdras
Registran un cuadro oscuro de la Registra una nueva nación completamente
nación por la idolatría purificada de la idolatría
Registran la destrucción del Templo Registra la reedificación del Templo
Registran el descuido de la Ley Registra la restauración de la Ley
Registran la mezcla de Israel con Registra la separación completa de la
los paganos influencia pagana
[1] El título Dios de los cielos aparece en esta sección por primera vez en la Biblia. Se utiliza más comúnmente en los contextos donde los judíos están en contacto con los persas. Al principio pudo ser que fue adoptado como un título aceptable para ambos partidos ya que la deidad persa, Ahura Mazda era un dios celestial.
[2] Esdras 1.1. NBLH
[3] “Subieron”, Génesis 50.24; Éxodo 3.8.
[4] Sesbasar fue el primer gobernador de la provincia persa de Judá. No se sabe nada más por seguro acerca de él. Es muy posible que haya sido un jefe destacado de la tribu de Judá, pero las sugerencias de que haya sido de la familia de David o que se le debe identificar como Zorobabel son especulativas.
[5] La traducción exacta de los diferentes tipos de utensilios es muy incierta de modo que se asigna una variedad de artículos a la palabra.
[6] El total, 5.400, no es igual a la suma de sus partes. Puede ser que esto se deba a errores al copiar los símbolos de las cifras o sencillamente fue un error en los cálculos. De esto hay muchos ejemplos en los textos del tesoro persa en Persépolis.
[7] Nehemías 7.5.
[8] Génesis 12.2-3.
[9] Jesúa era el sumo sacerdote (Hageo 1.1), una posición que asumió más y más importancia después del fin de la monarquía, así que apropiadamente se le menciona primero aquí. Zorobabel aparentemente sucedió a Sesbasar como gobernador civil. Aunque pertenecía a la familia de David (1 Crónicas 3.19), no se le atribuye ninguna importancia a ese hecho en el libro de Esdras.
[10] Su llegada a la casa de Dios en Esdras 3.8 entonces se refiere a cuando comenzó la reconstrucción y no a la fecha del primer regreso desde Babilonia.
[11] Darío sucedió a Cambises como rey de Persia en 522 a.C., y reinó hasta 486 a.C. Los primeros dos años de su reinado fueron caracterizados por muchas rebeliones, no mencionadas en Esdras, pero de posible significado en el escenario de las profecías de Hageo y Zacarías, pero luego Esdras indica que reanudó las políticas de Ciro.
[12] “Los enemigos de Judá y de Benjamín” fue escrito probablemente después de que se supo lo que pasó; en aquel momento puede ser que no se les consideraba de la misma manera.
[13] Esdras 4.6.
[14] Esdras 4.7-16.
[15] Como era de esperar, a este punto, Tatnai pide confirmación. El hecho de que no encuentran el documento pertinente en Babilonia, lo cual era de esperarse, sino en una de las capitales persas, Acmeta (Esdras 6.2), es un signo poderoso de la exactitud de la historia.
[16] Esdras 7.1. NBLH
[17] 1 Crónicas 6.14.
[18] Esdras 8.18. NBLH
[19] Esdras 9.15. Ibid
[20] Hay quienes piensan que Artajerjes es el usurpador Gaumata, o el Seudo-Esmerdis, que reinó por unos meses en 522–521 a.C.
[21] Tishri.
[22] Nehemías 8.1. NBLH
[23] Nehemías 8.3. Ibid
[24] Nehemías 9.2. Ibid
[25] Por extraño que parezca no aparece el nombre de Esdras en la lista de los que la firmaron (Nehemías 10.1-27).
[26] Es decir: Esdras-Nehemías.