Capítulo 1
1. Pablo alaba su crecimiento.
1.1-10 Pablo se presenta en esta epístola a los tesalonicenses, e introduce a sus acompañantes, lo que no quiere decir que ellos fueran coautores de la epístola:
a. Silvano: Fue un “varón principal” de la Iglesia en Jerusalén[1], compañero de Pablo en su segundo viaje misionero[2]. Era judío y ciudadano romano, igual que Pablo[3]; tenía el don de profecía[4]. Generalmente se le identifica con el Silvano de las epístolas paulinas.
Silas fue comisionado con Judas Barsabás para acompañar a Pablo y Bernabé hasta Antioquía y junto con ellos llevó el decreto del consejo de Jerusalén para su confirmación. Permaneció un tiempo en Antioquía a fin de consolar y edificar a los creyentes[5].
Después del desacuerdo con Bernabé, Pablo escogió a Silas como compañero, elección que probablemente se debió a tres cualidades de Silas: Era ciudadano romano, miembro de la Iglesia en Jerusalén y dirigente aprobado en su ministerio en Antioquía. Seguramente manifestó simpatía y tacto en su labor entre los gentiles. Acompañó al Enviado por Siria, Asia Menor y Macedonia hasta Berea[6], donde se quedó con Timoteo. Después Pablo llamó a los dos desde Atenas[7], pero el relato implica que él ya se hallaba en Corinto cuando lo alcanzaron[8]. Evidentemente, 2 Corintios 11.9 se refiere a la llegada de Silas y Timoteo y a la ayuda económica que llevaron a Pablo. Segunda de Corintios 1.19 alude al misterio de Silas en Corinto.
Silas aparece mencionado con Pablo y Timoteo en las cartas escritas desde Corinto a Tesalónica[9]. Después se le menciona solo en 1 Pedro 5.12, donde parece explicarse que Silas colaboró también con Pedro en la escritura de las cartas de este[10].
b. Timoteo: Hijo espiritual[11], compañero y ayudante[12] de Pablo. Nació en Listra de madre judía, Eunice, y padre griego[13]. Fue altamente estimado por los hermanos en Listra e Iconio[14]. No se sabe cuándo se convirtió pero se supone que fue durante el primer viaje de Pablo, cuando pudo presenciar los sufrimientos del Enviado[15].
Al separarse Bernabé y Pablo, este tomó a Timoteo para reemplazar a Juan Marcos[16]. Pablo lo circuncidó[17]. Cuando Pablo tuvo problemas en Tesalónica y en Berea, Timoteo se quedó allí con Silas mientras Pablo se trasladaba a Atenas[18]. Se reunieron en Corinto[19] y siguieron juntos hasta Éfeso, desde donde lo enviaron con Erasto a Macedonia[20]. Por último, aparece entre los que acompañaron a Pablo en el viaje a Jerusalén[21].
Pablo lo menciona en varias de sus epístolas y le escribió dos personales. Lo enviaron a Tesalónica a confirmar a los creyentes[22]. Pablo lo describe como un siervo de Dios en el evangelio con algún prestigio entre los Enviados[23]. Fue emisario personal de Pablo a Corinto con una misión delicada y lo recomienda cariñosamente[24]. Pablo exhorta a los corintios a enviarlo de regreso en paz. En 2 Corintios es Tito el emisario, lo que insinúa que Timoteo dejó algunos problemas sin resolver en Corinto y que no tuvo éxito.
Las cartas de la cautividad de Pablo presentan a Timoteo como fiel compañero y colaborador. Pablo lo envió a fortalecer las iglesias gentiles[25]. En Filipenses 2.19 aparece llevando un informe directo del estado de la Iglesia filipense. Fue uno de los que más trabajó para levantar las iglesias gentiles. Pablo destaca el genuino interés que Timoteo tiene en los creyentes[26].
Cuando Pablo salió de la prisión y reanudó la actividad misionera en el este, dejó a Timoteo en Éfeso[27] y le encargó la reorganización de la Iglesia. Más tarde, cuando Pablo volvió a caer preso, Timoteo acudió prestamente a Roma, pero es imposible fijar la fecha de su llegada. Solo sabemos que Timoteo mismo estuvo prisionero en Roma[28]. Ninguno de los compañeros de Pablo recibió de este, tan ardientes elogios por su lealtad[29].
La palabra “asamblea” ha sido traducida generalmente como “iglesia” y proviene de la voz griega ἐκκλησία, transliterado como ekklēsía, y en latín ecclesia.
En la esfera del mundo europeo occidental helenístico no cristiano, indicaba una reunión de ciudadanos congregados en razón de una convocatoria pública, generalmente el llamado de un mensajero oficial o heraldo, para asuntos usualmente de orden político, y se entiende de esta manera en pasajes bíblicos[30].
En la Septuaginta se emplea frecuentemente para traducir la voz hebrea qâhâl, o kahal, transliteración de קהל, que se refiere a la congregación de Israel o pueblo de Dios[31].
Así, “Iglesia” en algunos pasajes del Nuevo Testamento podría combinar ambas ideas, la hebrea y la griega, o solo una de ellas, dando por eso profundo y complejo significado a las palabras de Jesús a Pedro[32].
Por otro lado, otros orígenes etimológicos de “Iglesia” se observan en idiomas distintos al castellano. Mientras que en las lenguas romances, “iglesia” deviene del griego ekklēsía, como ya hemos visto, en las lenguas germánicas, alemán kirche, inglés church, procede del griego popular bizantino “kyrikē”, que puede significar algo “referente al Señor”, no obstante, no existe unanimidad al respecto.
En algunos pasajes de la Biblia su uso en singular hace referencia a una congregación local y específica, como es el caso del relato en Hechos de los apóstoles con respecto a la Iglesia de Jerusalén[33]. Pero en otros pasajes Pablo de Tarso parece utilizar el vocablo para referirse a un conjunto de congregaciones[34]. Con todo, los estudiosos concuerdan en que las Escrituras hacen poca distinción entre el singular y el plural, por eso, del mismo modo, Iglesia puede hacer referencia a una reunión de creyentes en un hogar, como es el caso de la mencionada en la Epístola a los Romanos[35]. Como asimismo a una reunión de creyentes en una sola ciudad, como los destinatarios de las epístolas a los Corintios[36]. O a la reunión de creyentes de una provincia [37].
En otros pasajes de la Biblia, particularmente en las epístolas paulinas, se utiliza Iglesia para designar aquello que los cristianos han definido a lo largo de su historia como cuerpo místico de Cristo o, toda la comunidad universal de los creyentes. Así ocurre, por ejemplo, en la epístola a los Efesios donde Pablo de Tarso explica el eterno propósito redentor de Dios realizado en una Iglesia en la que participan tanto judíos como no judíos[38].
La Iglesia o asamblea es la reunión de los creyentes que han sido sumergidos en agua y se juntan con el propósito principal de participar del partimiento del pan y el jugo, que es el centro del culto de adoración. La Iglesia, por sí sola, no tiene un nombre propio sino que debe ser conocida simplemente como la “Iglesia”; al decir “Iglesia de Cristo” se indica una posesión, que es un acto redundante, ya que si estamos hablando de la verdadera Iglesia, esta tiene que ser la de Cristo. Al cambiar el nombre “de Cristo” por cualquier otro, “de los Santos”, etc., decimos automáticamente que no es la Iglesia verdadera. Al ponerle otro nombre, “Bautista”, “Luterana”, etc., tampoco estamos hablando de la Iglesia verdadera; si buscamos poner un nombre por extensión, “Católica”, no hablamos de la verdadera Iglesia; si usamos el nombre por algo que la distinga, “Metodista”, “Cuadrangular”, tampoco es la Iglesia verdadera. No es necesario utilizar más que el mismo apelativo que usó Cristo: La Iglesia.
La Iglesia es el cuerpo de Cristo, el Reino de Él, Su Esposa, Su Rebaño.
“En Dios Padre y en el Señor Jesús el Ungido”, porque el Padre es quien sostiene y fortalece todo lo que necesita el hombre. Y Jesús el Ungido es quien nos une a Él. Tómese en cuenta que Pablo asocia el nombre de Jesús con el Padre de tal forma que sea exaltado, utilizando la palabra “Señor” que era usada para llamar al César.
La “gracia” puede transliterarse del griego como “bondad inmerecida”, la que viene solamente del Padre, y la paz es el resultado de gozar de ella.
Pablo puede dar gracias a Dios por los tesalonicenses, porque como veremos más adelante, estos habían demostrado haber aprendido a vivir de acuerdo al Evangelio. Por ello, puede agradecer a Dios por ellos, quienes no solamente decían ser cristianos, sino que vivían como tales. Aquí es donde sufrimos muchos: El vivir como Cristo no es tan fácil como hablar de Él. Me gusta la frase de Francisco de Asís: “Id a predicad el Evangelio, y si es necesario, hablad”.
Los tesalonicenses habían aprendido a tener fe en Dios, a confiar completamente en Él, pero también habían aprendido a trabajar en la Obra, esto es, además de la predicación teórica, la práctica que es la más importante. Una cosa más que tenían para ser alabados, era su perseverancia, su constancia en esperar en Cristo, por eso es que no puedo aceptar que el último requisito para ser salvo sea la inmersión en agua, porque de nada me vale haber estado bajo el agua diez minutos, si se pudiera, si después de haber salido de ella sigo viviendo de acuerdo a mis propios deseos carnales.
El siguiente pasaje se trae al suelo la enseñanza calvinista de la predestinación, ya que nos habla del derecho que tiene toda persona de elegir entre seguir a Dios o rechazarlo. Los tesalonicenses habían escogido obedecer a Dios, a creerle a Dios, y entonces el Evangelio se transformó de ser tan solo palabras al poder de Dios. ¿Cuál es el poder del Evangelio? ¿Será este poder el hacer milagros? El poder más grande del Evangelio no es sanar a los enfermos ni levantar a los muertos, sino guiar a las personas que se encontraban camino al infierno a que sean salvas.
El Evangelio es sellado, es acompañado por el Espíritu Santo que nos llena de confianza, y por ello podían ver el amor en la obra de aquellos que les anunciaron las buenas nuevas, lo que les guió a imitarles. Hay quienes se alarman al escuchar que se le dice a los demás que nos imiten, pero Pablo podía decirlo abiertamente porque él a su vez era un imitador de Cristo, y cuando nosotros imitamos a Cristo, no puede haber falta de modestia en pedir a los demás a que nos imiten a nosotros.
Y los tesalonicenses habían aprendido de tal manera que podían recibir el Evangelio y vivirlo a pesar de las dificultades, porque tenían su confianza puesta en el Señor. La mente carnal considera que solo cuando estamos bien delante de Dios cuando vivimos en la abundancia material, cuando no estemos enfermos y cuando nada nos atribule, pero el espiritual sabe que nada de esto es cierto, que el gozo del Señor se vive en todo momento a pesar de las tribulaciones.
¿Cuál es el resultado de esta manera de actuar? Los demás verán a Cristo morando en nuestro corazón y vendrán a ser adoradores del Dios vivo. De nuevo insiste Pablo en la importancia de vivir santamente para que los demás puedan encontrar a Cristo a través de nuestro ejemplo. En el versículo 8 Pablo usa la palabra exejéomai, que traducimos “ha sido divulgada”, pero que literalmente significa “resonado”, y es que nuestra vida debe resonar, debe oírse como si fuésemos la trompeta de Dios que Cristo vive en nosotros, y cuando esto ocurre, el eco de nuestras acciones retumbarán en el mundo de tal manera que los hombres no podrán resistir la misericordia de Dios, y el efecto será tan grande que no solo los que están cerca nuestro comprenderán, sino los que están lejos y ni siquiera será necesario que digamos nada, porque el ejemplo habla y los hombres glorificarán a Dios que hablarán de nuestra transformación y de cómo ahora vivimos para Dios, esperando en Él.
[1] Hechos 15.22.
[2] Hechos 15.40.
[3] Hechos 16.37.
[4] Hechos 15.32.
[5] Hechos 15.22-35.
[6] Hechos 15.40-17.14.
[7] Hechos 17.15.
[8] Hechos 18.5.
[9] 1 Tesalonicenses 1.1; 2 Tesalonicenses 1.1.
[10] Diccionario Bíblico Nelson. Silas.
[11] 2 Timoteo 2.1.
[12] Filipenses 2.19-22
[13] Hechos 16.1; 2 Timoteo 1.5.
[14] Hechos 16.2.
[15] 2 Timoteo 3.11.
[16] Hechos 15.36.
[17] Hechos 16.3.
[18] Hechos 17.14.
[19] Hechos 18.5.
[20] Hechos 19.22.
[21] Hechos 20.4.
[22] 1 Tesalonicenses 3.1-5.
[23] 1 Tesalonicenses 2.6; 3.2.
[24] 1 Corintios 4.17; 16.10.
[25] Filipenses 1; Colosenses 1; Filemón 1.
[26] Filipenses 2.20-23.
[27] 1 Timoteo 1.3.
[28] Hebreos 13.23.
[29] Diccionario Bíblico Nelson. Timoteo.
[30] Hechos 19.32.
[31] Salmos 22.22.
[32] Mateo 16.18.
[33] Hechos 11.22.
[34] Gálatas 1.13.
[35] Romanos 16.5.
[36] 1 Corintios 1.2.
[37] 1 Corintios 16.19.
[38] Wikipedia. Iglesia.
1.1-10 Pablo se presenta en esta epístola a los tesalonicenses, e introduce a sus acompañantes, lo que no quiere decir que ellos fueran coautores de la epístola:
a. Silvano: Fue un “varón principal” de la Iglesia en Jerusalén[1], compañero de Pablo en su segundo viaje misionero[2]. Era judío y ciudadano romano, igual que Pablo[3]; tenía el don de profecía[4]. Generalmente se le identifica con el Silvano de las epístolas paulinas.
Silas fue comisionado con Judas Barsabás para acompañar a Pablo y Bernabé hasta Antioquía y junto con ellos llevó el decreto del consejo de Jerusalén para su confirmación. Permaneció un tiempo en Antioquía a fin de consolar y edificar a los creyentes[5].
Después del desacuerdo con Bernabé, Pablo escogió a Silas como compañero, elección que probablemente se debió a tres cualidades de Silas: Era ciudadano romano, miembro de la Iglesia en Jerusalén y dirigente aprobado en su ministerio en Antioquía. Seguramente manifestó simpatía y tacto en su labor entre los gentiles. Acompañó al Enviado por Siria, Asia Menor y Macedonia hasta Berea[6], donde se quedó con Timoteo. Después Pablo llamó a los dos desde Atenas[7], pero el relato implica que él ya se hallaba en Corinto cuando lo alcanzaron[8]. Evidentemente, 2 Corintios 11.9 se refiere a la llegada de Silas y Timoteo y a la ayuda económica que llevaron a Pablo. Segunda de Corintios 1.19 alude al misterio de Silas en Corinto.
Silas aparece mencionado con Pablo y Timoteo en las cartas escritas desde Corinto a Tesalónica[9]. Después se le menciona solo en 1 Pedro 5.12, donde parece explicarse que Silas colaboró también con Pedro en la escritura de las cartas de este[10].
b. Timoteo: Hijo espiritual[11], compañero y ayudante[12] de Pablo. Nació en Listra de madre judía, Eunice, y padre griego[13]. Fue altamente estimado por los hermanos en Listra e Iconio[14]. No se sabe cuándo se convirtió pero se supone que fue durante el primer viaje de Pablo, cuando pudo presenciar los sufrimientos del Enviado[15].
Al separarse Bernabé y Pablo, este tomó a Timoteo para reemplazar a Juan Marcos[16]. Pablo lo circuncidó[17]. Cuando Pablo tuvo problemas en Tesalónica y en Berea, Timoteo se quedó allí con Silas mientras Pablo se trasladaba a Atenas[18]. Se reunieron en Corinto[19] y siguieron juntos hasta Éfeso, desde donde lo enviaron con Erasto a Macedonia[20]. Por último, aparece entre los que acompañaron a Pablo en el viaje a Jerusalén[21].
Pablo lo menciona en varias de sus epístolas y le escribió dos personales. Lo enviaron a Tesalónica a confirmar a los creyentes[22]. Pablo lo describe como un siervo de Dios en el evangelio con algún prestigio entre los Enviados[23]. Fue emisario personal de Pablo a Corinto con una misión delicada y lo recomienda cariñosamente[24]. Pablo exhorta a los corintios a enviarlo de regreso en paz. En 2 Corintios es Tito el emisario, lo que insinúa que Timoteo dejó algunos problemas sin resolver en Corinto y que no tuvo éxito.
Las cartas de la cautividad de Pablo presentan a Timoteo como fiel compañero y colaborador. Pablo lo envió a fortalecer las iglesias gentiles[25]. En Filipenses 2.19 aparece llevando un informe directo del estado de la Iglesia filipense. Fue uno de los que más trabajó para levantar las iglesias gentiles. Pablo destaca el genuino interés que Timoteo tiene en los creyentes[26].
Cuando Pablo salió de la prisión y reanudó la actividad misionera en el este, dejó a Timoteo en Éfeso[27] y le encargó la reorganización de la Iglesia. Más tarde, cuando Pablo volvió a caer preso, Timoteo acudió prestamente a Roma, pero es imposible fijar la fecha de su llegada. Solo sabemos que Timoteo mismo estuvo prisionero en Roma[28]. Ninguno de los compañeros de Pablo recibió de este, tan ardientes elogios por su lealtad[29].
La palabra “asamblea” ha sido traducida generalmente como “iglesia” y proviene de la voz griega ἐκκλησία, transliterado como ekklēsía, y en latín ecclesia.
En la esfera del mundo europeo occidental helenístico no cristiano, indicaba una reunión de ciudadanos congregados en razón de una convocatoria pública, generalmente el llamado de un mensajero oficial o heraldo, para asuntos usualmente de orden político, y se entiende de esta manera en pasajes bíblicos[30].
En la Septuaginta se emplea frecuentemente para traducir la voz hebrea qâhâl, o kahal, transliteración de קהל, que se refiere a la congregación de Israel o pueblo de Dios[31].
Así, “Iglesia” en algunos pasajes del Nuevo Testamento podría combinar ambas ideas, la hebrea y la griega, o solo una de ellas, dando por eso profundo y complejo significado a las palabras de Jesús a Pedro[32].
Por otro lado, otros orígenes etimológicos de “Iglesia” se observan en idiomas distintos al castellano. Mientras que en las lenguas romances, “iglesia” deviene del griego ekklēsía, como ya hemos visto, en las lenguas germánicas, alemán kirche, inglés church, procede del griego popular bizantino “kyrikē”, que puede significar algo “referente al Señor”, no obstante, no existe unanimidad al respecto.
En algunos pasajes de la Biblia su uso en singular hace referencia a una congregación local y específica, como es el caso del relato en Hechos de los apóstoles con respecto a la Iglesia de Jerusalén[33]. Pero en otros pasajes Pablo de Tarso parece utilizar el vocablo para referirse a un conjunto de congregaciones[34]. Con todo, los estudiosos concuerdan en que las Escrituras hacen poca distinción entre el singular y el plural, por eso, del mismo modo, Iglesia puede hacer referencia a una reunión de creyentes en un hogar, como es el caso de la mencionada en la Epístola a los Romanos[35]. Como asimismo a una reunión de creyentes en una sola ciudad, como los destinatarios de las epístolas a los Corintios[36]. O a la reunión de creyentes de una provincia [37].
En otros pasajes de la Biblia, particularmente en las epístolas paulinas, se utiliza Iglesia para designar aquello que los cristianos han definido a lo largo de su historia como cuerpo místico de Cristo o, toda la comunidad universal de los creyentes. Así ocurre, por ejemplo, en la epístola a los Efesios donde Pablo de Tarso explica el eterno propósito redentor de Dios realizado en una Iglesia en la que participan tanto judíos como no judíos[38].
La Iglesia o asamblea es la reunión de los creyentes que han sido sumergidos en agua y se juntan con el propósito principal de participar del partimiento del pan y el jugo, que es el centro del culto de adoración. La Iglesia, por sí sola, no tiene un nombre propio sino que debe ser conocida simplemente como la “Iglesia”; al decir “Iglesia de Cristo” se indica una posesión, que es un acto redundante, ya que si estamos hablando de la verdadera Iglesia, esta tiene que ser la de Cristo. Al cambiar el nombre “de Cristo” por cualquier otro, “de los Santos”, etc., decimos automáticamente que no es la Iglesia verdadera. Al ponerle otro nombre, “Bautista”, “Luterana”, etc., tampoco estamos hablando de la Iglesia verdadera; si buscamos poner un nombre por extensión, “Católica”, no hablamos de la verdadera Iglesia; si usamos el nombre por algo que la distinga, “Metodista”, “Cuadrangular”, tampoco es la Iglesia verdadera. No es necesario utilizar más que el mismo apelativo que usó Cristo: La Iglesia.
La Iglesia es el cuerpo de Cristo, el Reino de Él, Su Esposa, Su Rebaño.
“En Dios Padre y en el Señor Jesús el Ungido”, porque el Padre es quien sostiene y fortalece todo lo que necesita el hombre. Y Jesús el Ungido es quien nos une a Él. Tómese en cuenta que Pablo asocia el nombre de Jesús con el Padre de tal forma que sea exaltado, utilizando la palabra “Señor” que era usada para llamar al César.
La “gracia” puede transliterarse del griego como “bondad inmerecida”, la que viene solamente del Padre, y la paz es el resultado de gozar de ella.
Pablo puede dar gracias a Dios por los tesalonicenses, porque como veremos más adelante, estos habían demostrado haber aprendido a vivir de acuerdo al Evangelio. Por ello, puede agradecer a Dios por ellos, quienes no solamente decían ser cristianos, sino que vivían como tales. Aquí es donde sufrimos muchos: El vivir como Cristo no es tan fácil como hablar de Él. Me gusta la frase de Francisco de Asís: “Id a predicad el Evangelio, y si es necesario, hablad”.
Los tesalonicenses habían aprendido a tener fe en Dios, a confiar completamente en Él, pero también habían aprendido a trabajar en la Obra, esto es, además de la predicación teórica, la práctica que es la más importante. Una cosa más que tenían para ser alabados, era su perseverancia, su constancia en esperar en Cristo, por eso es que no puedo aceptar que el último requisito para ser salvo sea la inmersión en agua, porque de nada me vale haber estado bajo el agua diez minutos, si se pudiera, si después de haber salido de ella sigo viviendo de acuerdo a mis propios deseos carnales.
El siguiente pasaje se trae al suelo la enseñanza calvinista de la predestinación, ya que nos habla del derecho que tiene toda persona de elegir entre seguir a Dios o rechazarlo. Los tesalonicenses habían escogido obedecer a Dios, a creerle a Dios, y entonces el Evangelio se transformó de ser tan solo palabras al poder de Dios. ¿Cuál es el poder del Evangelio? ¿Será este poder el hacer milagros? El poder más grande del Evangelio no es sanar a los enfermos ni levantar a los muertos, sino guiar a las personas que se encontraban camino al infierno a que sean salvas.
El Evangelio es sellado, es acompañado por el Espíritu Santo que nos llena de confianza, y por ello podían ver el amor en la obra de aquellos que les anunciaron las buenas nuevas, lo que les guió a imitarles. Hay quienes se alarman al escuchar que se le dice a los demás que nos imiten, pero Pablo podía decirlo abiertamente porque él a su vez era un imitador de Cristo, y cuando nosotros imitamos a Cristo, no puede haber falta de modestia en pedir a los demás a que nos imiten a nosotros.
Y los tesalonicenses habían aprendido de tal manera que podían recibir el Evangelio y vivirlo a pesar de las dificultades, porque tenían su confianza puesta en el Señor. La mente carnal considera que solo cuando estamos bien delante de Dios cuando vivimos en la abundancia material, cuando no estemos enfermos y cuando nada nos atribule, pero el espiritual sabe que nada de esto es cierto, que el gozo del Señor se vive en todo momento a pesar de las tribulaciones.
¿Cuál es el resultado de esta manera de actuar? Los demás verán a Cristo morando en nuestro corazón y vendrán a ser adoradores del Dios vivo. De nuevo insiste Pablo en la importancia de vivir santamente para que los demás puedan encontrar a Cristo a través de nuestro ejemplo. En el versículo 8 Pablo usa la palabra exejéomai, que traducimos “ha sido divulgada”, pero que literalmente significa “resonado”, y es que nuestra vida debe resonar, debe oírse como si fuésemos la trompeta de Dios que Cristo vive en nosotros, y cuando esto ocurre, el eco de nuestras acciones retumbarán en el mundo de tal manera que los hombres no podrán resistir la misericordia de Dios, y el efecto será tan grande que no solo los que están cerca nuestro comprenderán, sino los que están lejos y ni siquiera será necesario que digamos nada, porque el ejemplo habla y los hombres glorificarán a Dios que hablarán de nuestra transformación y de cómo ahora vivimos para Dios, esperando en Él.
[1] Hechos 15.22.
[2] Hechos 15.40.
[3] Hechos 16.37.
[4] Hechos 15.32.
[5] Hechos 15.22-35.
[6] Hechos 15.40-17.14.
[7] Hechos 17.15.
[8] Hechos 18.5.
[9] 1 Tesalonicenses 1.1; 2 Tesalonicenses 1.1.
[10] Diccionario Bíblico Nelson. Silas.
[11] 2 Timoteo 2.1.
[12] Filipenses 2.19-22
[13] Hechos 16.1; 2 Timoteo 1.5.
[14] Hechos 16.2.
[15] 2 Timoteo 3.11.
[16] Hechos 15.36.
[17] Hechos 16.3.
[18] Hechos 17.14.
[19] Hechos 18.5.
[20] Hechos 19.22.
[21] Hechos 20.4.
[22] 1 Tesalonicenses 3.1-5.
[23] 1 Tesalonicenses 2.6; 3.2.
[24] 1 Corintios 4.17; 16.10.
[25] Filipenses 1; Colosenses 1; Filemón 1.
[26] Filipenses 2.20-23.
[27] 1 Timoteo 1.3.
[28] Hebreos 13.23.
[29] Diccionario Bíblico Nelson. Timoteo.
[30] Hechos 19.32.
[31] Salmos 22.22.
[32] Mateo 16.18.
[33] Hechos 11.22.
[34] Gálatas 1.13.
[35] Romanos 16.5.
[36] 1 Corintios 1.2.
[37] 1 Corintios 16.19.
[38] Wikipedia. Iglesia.