Capítulo 2.1-16
2. Pablo funda la congregación.
2.1-16 Pablo usa este capítulo para relatar su conducta entre los tesalonicenses. Para él era muy importante el testimonio que dejaba. ¡Qué pena que no sea así entre muchos que se hacen llamar cristianos hoy día! Me da pesar ver a los que se dicen ser imitadores de Cristo comportándose igual o peor que los mismos mundanos.
Pablo actuaba igual en privado como en público, y si sus enemigos lo acusaron en algún momento de alguna falta, ahí estaban los testigos en Tesalónica que podían asegurar cuál había sido su comportamiento.
El tiempo que Pablo había estado con ellos no era de descanso, sino que había sido de trabajo en la Obra del Evangelio, y había tenido buenos resultados. Me resulta tan grosero cuando algún predicador me visita para pasar el rato ya que no tiene algo mejor que hacer. El trabajo del que está dedicado a la Obra debe ser siempre engrandecer el nombre del Señor y que el tiempo que comparte con los demás sea de mucho provecho.
En Filipo Pablo y sus colaboradores habían recibido un trato injusto, grosero. No a todo lugar a donde iba Pablo se le recibía con los brazos abiertos, sino que muchos de sus enemigos hasta tomaban tiempo y gastaban dinero siguiéndoles con el único propósito de causarles males. A pesar de esto, ellos iban de un lugar a otro predicando el mismo Evangelio, con todas sus fuerzas, sin tomar en cuenta la oposición que se levantara en su contra.
La predicación de Pablo era de corazón, sincera, buscando que dejaran de servir a la falsedad para llevarlos a la libertad del Evangelio. Siento tanto dolor al saber que los púlpitos de hoy están siendo ocupados por hombres que no son sinceros y que engañan a las almas con sus mentiras tan bien elaboradas que ahora ellos mismos han llegado a creerlas. Pablo podía decir que había sido aprobado por Dios para exhortar a los hombres de buscar el camino al Cielo, más los que se levantan hoy, llenos de ansiedad por el dinero y la comodidad, no son más que embajadores del infierno que vienen con sus mentiras y falsas enseñanzas que buscan agradar el ego de los oyentes antes que la verdad de Dios, haciendo pasar lo malo por bueno y callando ante las injusticias.
Por el contrario, Pablo nunca buscó agradar más que a Dios, denunciando el pecado y el error, llamando las cosas por su verdadero nombre. Hoy hay quienes enmascaran el pecado aduciendo que es una enfermedad o un estilo de vida, pero irán junto con quienes lo practican al fuego eterno a sufrir por sus mentiras.
El interés de Pablo no estaba en que se le aplaudiera como algún grande, ni tampoco ser carga para nadie, aunque como Enviado de Dios tenía todo el derecho, sino que buscaba servir a Dios. Debemos hacer un pequeño paréntesis aquí para hablar sobre el derecho que tiene todo ministro de Dios de recibir un salario, ya que hay quienes piensan que no es correcto que al que se dedica a predicar se le pague, pero Pablo toca en varios pasajes el tema del sostenimiento a quienes están dedicados a servir en la Iglesia.
Es bien conocido que muchos han abusado de la Iglesia pidiendo dinero de manera insana, pero eso no debe de afectar que los verdaderos siervos de Dios tienen todo el derecho de recibir sus honorarios como cualquier otro trabajador. ¿Es el trabajo de los siervos de Dios algo que puede hacer cualquiera? ¡No! Si bien es cierto que cualquier persona puede subir a un púlpito y dar un discurso, no todos están aprobados por Dios para hacerlo. He escuchado prédicas dictadas por algunas mujeres que me han dejado con la boca abierta al ver lo bien preparada que estaba, pero los que creemos en las Escrituras sabemos que ese no es un trabajo para el cual el Señor las ha llamado, aún así lo hicieron de manera magistral. Por eso pienso que no todos los que predican bien son llamados por Dios, por lo que no es de cualquiera el trabajo como siervo del Señor, sino solo de aquellos a los que Él ha llamado. ¿Puede cualquiera se abogado? ¡No! Eso es lo que dirán los abogados, pero conozco a un hombre que por años se hizo pasar por abogado sin haber puesto un pie en la facultad de Derecho de ninguna Universidad, pero que le encanta leer. ¿Lo convertía eso en un abogado? Definitivamente no. ¿Puede cualquiera ser sicólogo? ¡No! Pero hay muchos sicólogos que aunque tengan su título universitario, son unos verdaderos charlatanes. Eso mismo pasa en los púlpitos. Muchos son charlatanes con título, y otros lo son sin título. Muchos predicadores reciben salario sin que tomen su trabajo en serio y pasan toda la semana robando ya que no evangelizan, ni visitan, ni estudian la Palabra, ni oran, ni hacen nada del trabajo que les corresponde, y el sábado bajan una prédica del internet y eso es lo que presentan en el culto dominical. ¡Los verdaderos siervos de Dios tienen derecho de recibir un salario! Y un buen salario que los haga desentenderse de las necesidades propias para poder dedicarse a ayudar a los necesitados.
La actitud de Pablo ante los tesalonicenses fue de amor, de gentileza, de paciencia. Los había criado como si ellos fuesen bebés y él su madre. Este pasaje nos enseña cómo debemos cuidar a los hermanos nuevos en la Iglesia. Pablo usa una frase llena de cariño: “Más bien llegamos a ser tiernos en medio de ustedes, como una madre que esté acariciando a los hijos suyos”. Él retrata la ternura en una imagen familiar, una madre acariciando a sus hijos. En casi toda la naturaleza podemos apreciar el cuidado cariñoso de las madres hacia sus retoños, incluso en seres tan feroces como los leones y otros felinos, vemos a las madres cuidando con afecto entrañable a sus crías. ¿Por qué hay ministros que tratan a los creyentes, hijos espirituales suyos, como si fuesen enemigos en vez de hijos?
Pablo estaba dispuesto no solo a ser cariñoso con sus hijos espirituales, sino a dar su vida por ellos y por la causa del Evangelio. Pablo mostraba a los tesalonicenses, y a todos los que leemos sus epístolas, cómo debemos vivir. Es triste ver que en la Iglesia hay quienes se alegran del mal que sufre algún miembro, incluso hay quienes buscan incesantemente alguna falta para que se discipline a otro.
Pablo había estado con los tesalonicenses no de vacaciones, sino que les había enseñado una vida llena de trabajo, tanto que terminaba fatigado, siempre predicando el Evangelio, sin ser una carga para ellos. Pero además del trabajo que mostraban cada día, también era notorio para los hermanos en Tesalónica el comportamiento personal de Pablo y sus acompañantes. La prédica de Pablo estaba sazonada con la santidad que le acompañaba en todo lo que hacía. Hoy cuesta tanto saber quién es cristiano. Hasta hace unos pocos años los cristianos se distinguían no solo porque siempre estaban hablando de Jesús, sino por su manera de vestir y hablar; pero ahora escucho a los que se dicen ser cristianos hablando los mismos temas de los que no lo son y utilizando el mismo lenguaje callejero de aquellos. Hay quienes enseñan que esto es agradable a Dios para poder atraer a los perdidos. Eso es como dar billetes falsos a los que tienen necesidades financieras para que busquen los billetes verdaderos.
La responsabilidad de los que predicamos el Evangelio es mucha, al igual que la responsabilidad de los que tienen una familia. Ser padre de familia no solo es engendrar a los hijos, ni tampoco llevar comida a la mesa, sino que también hay que tomar tiempo en formar el carácter de nuestros retoños, de guiarlos para que vivan como personas de bien y como cristianos santos, porque no somos personas normales y comunes, sino que somos especiales ante los ojos de Dios, que nos transformó en ciudadanos de su Reino. Me llama la atención los ciudadanos estadounidenses fuera su país, a ellos se les inculcó que son los guías, que son los dueños de todo, y así actúan dondequiera que van. Caso contrario es con los cristianos, sabeos que no somos ciudadanos de este mundo, que nuestra nacionalidad está en el Cielo y que nuestro Padre es Dios, pero en lugar de actuar como tales, nos escondemos e imitamos a los del mundo para que no se note la diferencia. ¡Pablo nos sigue exhortando para que andemos como hijos de Dios!
Los tesalonicenses habían escuchado a Pablo y aceptado lo que él les predicaba como verdadera Palabra de Dios. En esos tiempos, debido a la influencia de los griegos, la filosofía imperaba, pero la mayor parte de los pensamientos filosóficos son solo razonamientos humanos que no tienen sustento bíblico, pero en Tesalónica Pablo se encontró con un grupo de gente que aceptaron sus enseñanzas comprendiendo que no era pensamiento de un judío loco, sino que era la Palabra de Dios.
Hoy muchos dicen predicar la Palabra de Dios, pero la manipulan de tal forma que lo que enseñan es solo su propio pensamiento vacío, en lo que importa es más bien la experimentación de sentimientos y emociones que conmuevan el alma. Y lo más triste es que los que dicen ser cristianos se inclinan por escuchar a estos farsantes y les obedecen como si ellos tuviesen una nueva revelación superior a la Biblia.
Pero los tesalonicenses tuvieron otro tipo de mentalidad y aceptaron que lo que Pablo hablaba era revelado por Dios mismo y obedecieron a la verdad, mostrándolo con su trabajo. Esta era la manera en que ella actuaba en la vida de ellos, primero moviéndolos a que dejaran su vida de pecado para vivir en santidad, y luego guiándolos a buscar llevar a los demás a los pies de Dios.
¿Cómo actúa Dios en nosotros? Hay quienes hablan de que sintieron un deseo irresistible por hacer algo y que eso es prueba que Dios los movía es hacer esto. Otros aseguran que en su mente escuchaban una voz que los motivaba a hacer o decir tal cosa y por eso están seguros que es la Voluntad de Dios. Pero ¿cómo explicamos que aquel hombre casado vio una mujer tan hermosa que sintió un deseo irresistible de besarla? ¿Fue movido por Dios? Recuerdo que hace más de treinta años un hombre asesinó a su familia y en el juicio argüyó que Dios le había guiado a matar a su esposa e hijos para evitar que Satanás los poseyese. Dios actúa en nosotros por medio de Su Palabra. Cuando vivimos de acuerdo al consejo bíblico nuestros malos hábitos irán cambiando. Cuando hablamos más de la Palabra de Dios, nuestro vocabulario se volverá decente. Cuando pensamos en lo bueno, nuestro pensamiento dejará de ir tras el mal.
Los tesalonicenses comenzaron a imitar en lo bueno a los hermanos que se encontraban en la Iglesia en Judea. Recordemos que esta Iglesia había comenzado con el derramamiento del Espíritu Santo en el primer día de Pentecostés después de la resurrección de Cristo y de ahí fueron surgiendo más asambleas por medio de la enseñanza de los Enviados. Estos hermanos sufrieron persecución a causa de Cristo por causa de los judíos, quienes ahora que ven a los gentiles aceptando a Cristo, también inician la persecución contra ellos exaltando a las autoridades en contra de los cristianos.
Hay quienes dicen que al llegar a ser cristianos se acabó el sufrimiento. Pero tanto Juan 15.20 y 16.33, así como 2 Timoteo 3.12 nos enseñan que el sufrimiento persigue al cristiano. En el momento en que uno se entrega a Cristo comienza a recibir rechazos: La familia, las amistades, en el trabajo, los vecinos, etc. Comienza a pasar pruebas y la vida deja de ser tan fácil.
Los cristianos de Judea sufrieron en manos de los judíos que ya antes habían matado al propio Señor. Hay quienes haciéndose llamar cristianos tratan de quitar la culpa de los judíos y los siguen considerando el verdadero pueblo de Dios, dejando de lado las palabras de Mateo 27.25 que los inculpa. Ellos rechazaron al Mesías y solo podrán ser salvos por medio de la sangre de Cristo, para lo cual deben obedecer todos los requisitos como cualquier otro pecador, pero pensar que por solo el hecho de ser judíos son salvos es un error.
Ellos no solo mataron a Cristo, sino que también a los profetas que se les envió, porque no estaban dispuestos a obedecer la Palabra de Dios y hasta el día de hoy no quieren hacerlo, por eso rechazaron a Pablo también.
Ellos pensaban que lo hacían por el celo por Dios, pero en realidad se oponían directamente a Dios y estorbaban a los pecadores llegar a los pies de Dios. Ellos se convirtieron en enemigos de toda la humanidad al oponerse a que el Evangelio fuese predicado. Ellos conocían cómo llegar a ser salvos, pero se opusieron a Jesús y a sus Enviados. Jesús declaró juicio sobre todos aquellos que tienen este proceder y les dice que es mejor que se suiciden[1]. Esta actitud solo podía traerles el castigo divino, y este comenzó a hacerse patente el año 70 d.C., cuando los romanos destruyeron Jerusalén.
[1] Mateo 18.6.
2.1-16 Pablo usa este capítulo para relatar su conducta entre los tesalonicenses. Para él era muy importante el testimonio que dejaba. ¡Qué pena que no sea así entre muchos que se hacen llamar cristianos hoy día! Me da pesar ver a los que se dicen ser imitadores de Cristo comportándose igual o peor que los mismos mundanos.
Pablo actuaba igual en privado como en público, y si sus enemigos lo acusaron en algún momento de alguna falta, ahí estaban los testigos en Tesalónica que podían asegurar cuál había sido su comportamiento.
El tiempo que Pablo había estado con ellos no era de descanso, sino que había sido de trabajo en la Obra del Evangelio, y había tenido buenos resultados. Me resulta tan grosero cuando algún predicador me visita para pasar el rato ya que no tiene algo mejor que hacer. El trabajo del que está dedicado a la Obra debe ser siempre engrandecer el nombre del Señor y que el tiempo que comparte con los demás sea de mucho provecho.
En Filipo Pablo y sus colaboradores habían recibido un trato injusto, grosero. No a todo lugar a donde iba Pablo se le recibía con los brazos abiertos, sino que muchos de sus enemigos hasta tomaban tiempo y gastaban dinero siguiéndoles con el único propósito de causarles males. A pesar de esto, ellos iban de un lugar a otro predicando el mismo Evangelio, con todas sus fuerzas, sin tomar en cuenta la oposición que se levantara en su contra.
La predicación de Pablo era de corazón, sincera, buscando que dejaran de servir a la falsedad para llevarlos a la libertad del Evangelio. Siento tanto dolor al saber que los púlpitos de hoy están siendo ocupados por hombres que no son sinceros y que engañan a las almas con sus mentiras tan bien elaboradas que ahora ellos mismos han llegado a creerlas. Pablo podía decir que había sido aprobado por Dios para exhortar a los hombres de buscar el camino al Cielo, más los que se levantan hoy, llenos de ansiedad por el dinero y la comodidad, no son más que embajadores del infierno que vienen con sus mentiras y falsas enseñanzas que buscan agradar el ego de los oyentes antes que la verdad de Dios, haciendo pasar lo malo por bueno y callando ante las injusticias.
Por el contrario, Pablo nunca buscó agradar más que a Dios, denunciando el pecado y el error, llamando las cosas por su verdadero nombre. Hoy hay quienes enmascaran el pecado aduciendo que es una enfermedad o un estilo de vida, pero irán junto con quienes lo practican al fuego eterno a sufrir por sus mentiras.
El interés de Pablo no estaba en que se le aplaudiera como algún grande, ni tampoco ser carga para nadie, aunque como Enviado de Dios tenía todo el derecho, sino que buscaba servir a Dios. Debemos hacer un pequeño paréntesis aquí para hablar sobre el derecho que tiene todo ministro de Dios de recibir un salario, ya que hay quienes piensan que no es correcto que al que se dedica a predicar se le pague, pero Pablo toca en varios pasajes el tema del sostenimiento a quienes están dedicados a servir en la Iglesia.
Es bien conocido que muchos han abusado de la Iglesia pidiendo dinero de manera insana, pero eso no debe de afectar que los verdaderos siervos de Dios tienen todo el derecho de recibir sus honorarios como cualquier otro trabajador. ¿Es el trabajo de los siervos de Dios algo que puede hacer cualquiera? ¡No! Si bien es cierto que cualquier persona puede subir a un púlpito y dar un discurso, no todos están aprobados por Dios para hacerlo. He escuchado prédicas dictadas por algunas mujeres que me han dejado con la boca abierta al ver lo bien preparada que estaba, pero los que creemos en las Escrituras sabemos que ese no es un trabajo para el cual el Señor las ha llamado, aún así lo hicieron de manera magistral. Por eso pienso que no todos los que predican bien son llamados por Dios, por lo que no es de cualquiera el trabajo como siervo del Señor, sino solo de aquellos a los que Él ha llamado. ¿Puede cualquiera se abogado? ¡No! Eso es lo que dirán los abogados, pero conozco a un hombre que por años se hizo pasar por abogado sin haber puesto un pie en la facultad de Derecho de ninguna Universidad, pero que le encanta leer. ¿Lo convertía eso en un abogado? Definitivamente no. ¿Puede cualquiera ser sicólogo? ¡No! Pero hay muchos sicólogos que aunque tengan su título universitario, son unos verdaderos charlatanes. Eso mismo pasa en los púlpitos. Muchos son charlatanes con título, y otros lo son sin título. Muchos predicadores reciben salario sin que tomen su trabajo en serio y pasan toda la semana robando ya que no evangelizan, ni visitan, ni estudian la Palabra, ni oran, ni hacen nada del trabajo que les corresponde, y el sábado bajan una prédica del internet y eso es lo que presentan en el culto dominical. ¡Los verdaderos siervos de Dios tienen derecho de recibir un salario! Y un buen salario que los haga desentenderse de las necesidades propias para poder dedicarse a ayudar a los necesitados.
La actitud de Pablo ante los tesalonicenses fue de amor, de gentileza, de paciencia. Los había criado como si ellos fuesen bebés y él su madre. Este pasaje nos enseña cómo debemos cuidar a los hermanos nuevos en la Iglesia. Pablo usa una frase llena de cariño: “Más bien llegamos a ser tiernos en medio de ustedes, como una madre que esté acariciando a los hijos suyos”. Él retrata la ternura en una imagen familiar, una madre acariciando a sus hijos. En casi toda la naturaleza podemos apreciar el cuidado cariñoso de las madres hacia sus retoños, incluso en seres tan feroces como los leones y otros felinos, vemos a las madres cuidando con afecto entrañable a sus crías. ¿Por qué hay ministros que tratan a los creyentes, hijos espirituales suyos, como si fuesen enemigos en vez de hijos?
Pablo estaba dispuesto no solo a ser cariñoso con sus hijos espirituales, sino a dar su vida por ellos y por la causa del Evangelio. Pablo mostraba a los tesalonicenses, y a todos los que leemos sus epístolas, cómo debemos vivir. Es triste ver que en la Iglesia hay quienes se alegran del mal que sufre algún miembro, incluso hay quienes buscan incesantemente alguna falta para que se discipline a otro.
Pablo había estado con los tesalonicenses no de vacaciones, sino que les había enseñado una vida llena de trabajo, tanto que terminaba fatigado, siempre predicando el Evangelio, sin ser una carga para ellos. Pero además del trabajo que mostraban cada día, también era notorio para los hermanos en Tesalónica el comportamiento personal de Pablo y sus acompañantes. La prédica de Pablo estaba sazonada con la santidad que le acompañaba en todo lo que hacía. Hoy cuesta tanto saber quién es cristiano. Hasta hace unos pocos años los cristianos se distinguían no solo porque siempre estaban hablando de Jesús, sino por su manera de vestir y hablar; pero ahora escucho a los que se dicen ser cristianos hablando los mismos temas de los que no lo son y utilizando el mismo lenguaje callejero de aquellos. Hay quienes enseñan que esto es agradable a Dios para poder atraer a los perdidos. Eso es como dar billetes falsos a los que tienen necesidades financieras para que busquen los billetes verdaderos.
La responsabilidad de los que predicamos el Evangelio es mucha, al igual que la responsabilidad de los que tienen una familia. Ser padre de familia no solo es engendrar a los hijos, ni tampoco llevar comida a la mesa, sino que también hay que tomar tiempo en formar el carácter de nuestros retoños, de guiarlos para que vivan como personas de bien y como cristianos santos, porque no somos personas normales y comunes, sino que somos especiales ante los ojos de Dios, que nos transformó en ciudadanos de su Reino. Me llama la atención los ciudadanos estadounidenses fuera su país, a ellos se les inculcó que son los guías, que son los dueños de todo, y así actúan dondequiera que van. Caso contrario es con los cristianos, sabeos que no somos ciudadanos de este mundo, que nuestra nacionalidad está en el Cielo y que nuestro Padre es Dios, pero en lugar de actuar como tales, nos escondemos e imitamos a los del mundo para que no se note la diferencia. ¡Pablo nos sigue exhortando para que andemos como hijos de Dios!
Los tesalonicenses habían escuchado a Pablo y aceptado lo que él les predicaba como verdadera Palabra de Dios. En esos tiempos, debido a la influencia de los griegos, la filosofía imperaba, pero la mayor parte de los pensamientos filosóficos son solo razonamientos humanos que no tienen sustento bíblico, pero en Tesalónica Pablo se encontró con un grupo de gente que aceptaron sus enseñanzas comprendiendo que no era pensamiento de un judío loco, sino que era la Palabra de Dios.
Hoy muchos dicen predicar la Palabra de Dios, pero la manipulan de tal forma que lo que enseñan es solo su propio pensamiento vacío, en lo que importa es más bien la experimentación de sentimientos y emociones que conmuevan el alma. Y lo más triste es que los que dicen ser cristianos se inclinan por escuchar a estos farsantes y les obedecen como si ellos tuviesen una nueva revelación superior a la Biblia.
Pero los tesalonicenses tuvieron otro tipo de mentalidad y aceptaron que lo que Pablo hablaba era revelado por Dios mismo y obedecieron a la verdad, mostrándolo con su trabajo. Esta era la manera en que ella actuaba en la vida de ellos, primero moviéndolos a que dejaran su vida de pecado para vivir en santidad, y luego guiándolos a buscar llevar a los demás a los pies de Dios.
¿Cómo actúa Dios en nosotros? Hay quienes hablan de que sintieron un deseo irresistible por hacer algo y que eso es prueba que Dios los movía es hacer esto. Otros aseguran que en su mente escuchaban una voz que los motivaba a hacer o decir tal cosa y por eso están seguros que es la Voluntad de Dios. Pero ¿cómo explicamos que aquel hombre casado vio una mujer tan hermosa que sintió un deseo irresistible de besarla? ¿Fue movido por Dios? Recuerdo que hace más de treinta años un hombre asesinó a su familia y en el juicio argüyó que Dios le había guiado a matar a su esposa e hijos para evitar que Satanás los poseyese. Dios actúa en nosotros por medio de Su Palabra. Cuando vivimos de acuerdo al consejo bíblico nuestros malos hábitos irán cambiando. Cuando hablamos más de la Palabra de Dios, nuestro vocabulario se volverá decente. Cuando pensamos en lo bueno, nuestro pensamiento dejará de ir tras el mal.
Los tesalonicenses comenzaron a imitar en lo bueno a los hermanos que se encontraban en la Iglesia en Judea. Recordemos que esta Iglesia había comenzado con el derramamiento del Espíritu Santo en el primer día de Pentecostés después de la resurrección de Cristo y de ahí fueron surgiendo más asambleas por medio de la enseñanza de los Enviados. Estos hermanos sufrieron persecución a causa de Cristo por causa de los judíos, quienes ahora que ven a los gentiles aceptando a Cristo, también inician la persecución contra ellos exaltando a las autoridades en contra de los cristianos.
Hay quienes dicen que al llegar a ser cristianos se acabó el sufrimiento. Pero tanto Juan 15.20 y 16.33, así como 2 Timoteo 3.12 nos enseñan que el sufrimiento persigue al cristiano. En el momento en que uno se entrega a Cristo comienza a recibir rechazos: La familia, las amistades, en el trabajo, los vecinos, etc. Comienza a pasar pruebas y la vida deja de ser tan fácil.
Los cristianos de Judea sufrieron en manos de los judíos que ya antes habían matado al propio Señor. Hay quienes haciéndose llamar cristianos tratan de quitar la culpa de los judíos y los siguen considerando el verdadero pueblo de Dios, dejando de lado las palabras de Mateo 27.25 que los inculpa. Ellos rechazaron al Mesías y solo podrán ser salvos por medio de la sangre de Cristo, para lo cual deben obedecer todos los requisitos como cualquier otro pecador, pero pensar que por solo el hecho de ser judíos son salvos es un error.
Ellos no solo mataron a Cristo, sino que también a los profetas que se les envió, porque no estaban dispuestos a obedecer la Palabra de Dios y hasta el día de hoy no quieren hacerlo, por eso rechazaron a Pablo también.
Ellos pensaban que lo hacían por el celo por Dios, pero en realidad se oponían directamente a Dios y estorbaban a los pecadores llegar a los pies de Dios. Ellos se convirtieron en enemigos de toda la humanidad al oponerse a que el Evangelio fuese predicado. Ellos conocían cómo llegar a ser salvos, pero se opusieron a Jesús y a sus Enviados. Jesús declaró juicio sobre todos aquellos que tienen este proceder y les dice que es mejor que se suiciden[1]. Esta actitud solo podía traerles el castigo divino, y este comenzó a hacerse patente el año 70 d.C., cuando los romanos destruyeron Jerusalén.
[1] Mateo 18.6.