Capítulo 18
1. Corinto:
Año y medio de ministerio.
18.1-17 Corinto es una ciudad del Peloponeso en Grecia, capital del nomos de su mismo nombre.
Tuvo una gran prosperidad desde la época clásica, y allí se encuentra uno de los templos más importantes dedicado al dios Apolo, con columnas forjadas en una sola pieza y basamentadas en la roca, cosa poco habitual en las construcciones dóricas.
Está ubicada en el istmo de Corinto, de unos 6 kilómetros de ancho, que une el Peloponeso con la Grecia continental, a unos 78 kilómetros al oeste de Atenas y sobre las faldas del monte Acrocorinto.
Según la mitología griega, la ciudad de Corinto fue fundada con el nombre de Éfira por Sísifo, quien fue su primer rey, y con sus sucesores, inicialmente sus hijos Glauco y Ornitión, se hizo una ciudad especialmente próspera y poderosa. Ornitión continuó la dinastía hasta su derrocamiento por los dorios.
Es allí donde Medea y Jasón se refugiaron, después de que Medea hubo organizado la muerte de Pelias.
En el siglo VIII a.C., se hizo independiente. La ciudad se llamaba Efira, y más tarde su nombre cambió a Corinto, en una época desconocida, probablemente durante la conquista doria. El nombre se hace derivar de Corinto, hijo de Zeus.
El heráclida Aletes, hijo de Hipotes es el legendario primer rey dórico de la ciudad donde los dorios estaban al comienzo una minoría dirigente; los no dorios fueron admitidos más tarde a la ciudadanía. Aletes y sus descendientes fueron reyes durante doce generaciones y 327 años, desde el 1074 a.C.
Según Pausanias, Primnis fue el último descendiente de Aletes, y Baquis inició una nueva dinastía también heráclida, pero Diodoro Sículo dice que todos fueron descendientes de Aletes, pero que Baquis fue tan célebre que su nombre se dio a la dinastía Baquiada.
Autómenes decidió abolir la monarquía de acuerdo con las doscientas familias principales y elegir un pritano anual. Los Baquiadas siguieron gobernando de esta manera durante 90 años más, hasta que fueron derrocados por Cípselo con la ayuda de las clases bajas, en 657 a.C. Estrabón alarga el período unos doscientos años, probablemente incluyendo el período monárquico.
La fecha tradicional lo sitúa entre el 747 a.C. y el 657 a.C. Los corintios fundaron durante el período Baquiada muchas ciudades: Molicria en el istmo, Siracusa, Corcira y otras. Fundó una marina que fue la primera fundada en Grecia y se inventaron los trirremes.
Corinto, ya en la antigüedad, fue una importante ciudad comercial, donde llegaron a establecerse los fenicios para dedicarse a lo que mejor hacían: El comercio.
Fue una de las primeras ciudades griegas en utilizar la moneda. Éstas eran muy importantes debido a la actividad principal de la ciudad. Las primeras de ellas fueron acuñadas en el siglo VII a.C. Tenían diversos motivos, figuras mitológicas, animales y otras acompañadas de pequeños símbolos que las distinguían.
En esta ciudad se celebraban los juegos Ístmicos, de similares características a los celebrados en Olimpia aunque menos famosos que estos.
Cipselo fue sustituido por su hijo Periandro, que fue protector del comercio y las artes. Siguió fundando colonias: Ambracia, Anactorio, Léucade, Apolonia y otras.
En 635 a.C., la colonia de Corcira derrotó a su metrópoli en una batalla naval, pero después fue nuevamente sometida. La única colonia al este del golfo Sarónico fue Potidea en la Calcídica. A Periandro le sucedió su nieto Psamético que reinó sólo tres años y fue derrocado por los espartanos que instituyeron un gobierno aristocrático y Corinto fue un aliado permanente de la confederación lacedemonia.
En un período posterior los corintios rechazaron ayudar a Cleómenes I, rey de Esparta a restaurar a Hipias de Atenas, y enviaron 20 trirremes a Atenas para ayudarla en la guerra contra Egina.
Pero después de la Guerras Médicas, Megara se alió con Atenas y los corintios entraron en guerra con Megara, territoro que invadieron, pero fueron derrotados por el estratego ateniense Mirónides. Después se firmó la paz, pero la enemistad con Atenas siguió, sobre todo por la ayuda de ésta a la ex colonia de Corcira, que fue una de las causas de la Guerra del Peloponeso.
Durante esta guerra la flota peloponesia fue básicamente corintia. Con la Paz de Nicias del 421 a.C., los corintios no se quisieron sumar e intentaron configurar otra liga con Argos, Mantinea y Élide, pero pronto volvió a formar alianza con Esparta, que se mantuvo hasta el final de la guerra. Cuando Atenas se rindió después de la Batalla de Egospótamos, los corintios y beocios pidieron arrasar la ciudad derrotada, pero el espartiata Lisandro no lo consintió.
La hegemonía espartana pronto se mostró más opresiva que la ateniense, de modo que los corintios, junto a los argivos, atenienses y beocios configuraron una coalición que, sustentada en las profundas arcas persas, hizo frente al imperialismo espartano en la llamada Guerra de Corinto, buena parte de la cual fue dirimida en su territorio. En el verano de 394 tuvieron lugar dos de las mayores batallas hoplíticas del mundo griego antiguo, en Nemea y Coronea, ambas vencidas “técnicamente” por los lacedemonios, que no obtuvieron ventajas estratégicas. En los siguientes años la Corintia fue sometida a una guerra de depredación y de pillaje que provocó el estallido de una stásis o conflicto civil en el seno de la ciudadanía, alentada por los intereses de los estados hegemónicos. Según Jenofonte, los argivos aprovecharon esta situación para anexionarse Corinto, pero más probablemente el filolaconio Jenofonte convirtió en sinecismo o unión política la presencia de una guarnición militar argiva en el Acrocorinto, la ciudadela o acrópolis corintia. De cualquier forma la Paz del Rey o Paz de Antálcidas, alcanzada en la primavera de 386 a.C., acabó con cualquier proyecto argivo de anexión sobre Corinto al evacuar la guarnición del Acrocorinto; además de permitir el retorno de los exiliados corintios, obviamente filoespartanos, que procuraron la fidelidad de Corinto hacia Esparta en los años sucesivos.
En la guerra que siguió entre Tebas y Esparta, los corintios fueron leales a Esparta, pero el territorio hubo de firmar una paz separada.
La ciudad permaneció independiente bajo gobierno oligárquico. Timófanes intentó conseguir la tiranía, pero fue muerto por su propio hermano Timoleón. En el año 338 a.C., la ciudad fue conquistada por Filipo II de Macedonia, que la hizo el centro de la Liga de Corinto, controlada por él mismo.
Después de la Batalla de Queronea los macedonios establecieron una guarnición en el Acrocorinto. Esta guarnición fue sorprendida por el líder de la Liga Aquea, Arato, que incorporó Corinto a dicha liga.
En 223 a.C., la ciudad fue ocupada por Antígono III Dosón que la quería como base contra la Liga Etolia y Cleómenes. Filipo, hijo adoptivo de Antígono la conservó hasta que fue derrotado en la batalla de Cinoscéfalos y Corinto fue declarada ciudad libre por los romanos y unida a la Liga Aquea otra vez.
Una guarnición romana se estableció en el Acrocorinto. Corinto fue después capital de la Liga y fue allí donde los embajadores romanos fueron maltratados lo que provocó el ultimátum del Senado Romano a la Liga. Derrotada esta, el cónsul romano, Lucio Mummius Achaicus entró en Corinto sin oposición y se vengó de la ciudad y sus habitantes: Los hombres fueron ejecutados y las mujeres y los niños fueron vendidos como esclavos; las obras de arte fueron llevadas a Roma y la ciudad fue saqueada y destruida. Continuó despoblada y destruida unos cien años y su territorio fue entregado a Sición o fue hecho ager público. El comercio se trasladó a Delos.
En el año 46 a.C., Julio César, decidió reconstruir la ciudad y envió una colonia de veteranos y hombres libres. La ciudad se recuperó y cuando Pablo de Tarso la visitó en el siglo I, era una ciudad importante, capital de la provincia de Acaya, y residencia del procónsul de Acaya Junius Gallio. Pablo de Tarso fundó un grupo cristiano el año 50, al cual dirigió sus epístolas. En el siglo II, fue visitada por Pausanias y tenía numerosos edificios. Continuó siendo la capital de la provincia romana de Acaya durante todo el Imperio romano.
Corinto se caracterizó por la difusión del arte. Pinturas, esculturas de mármol y bronce, y las famosas jarras de terracota estuvieron entre las obras que se producían. También fue una ciudad donde se desarrolló la poesía, pero en cambio no hay noticias sobre sus oradores.
Los corintios tenían la fama de ser sexualmente liberales, a los que contribuía el hecho de tener un puerto con un gran tránsito de mercancías, y por lo tanto, con gran afluencia de marineros de muchos lugares. En el santuario de Afrodita, sito en el Acrocorinto, se practicaba la prostitución sagrada, y tenía más de un millar de heteras esclavas.
El emperador romano Adriano la embelleció alcanzando gran prosperidad. Pero tanta opulencia atrajo a otros pueblos para saquear sus riquezas. Estos pueblos fueron los hérulos en el siglo III, los visigodos en el siglo IV y en el VIII los eslavos. Por lo demás, siguió la suerte del resto de Grecia y por tanto perteneció sucesivamente a los emperadores bizantinos de Constantinopla. Fue conquistada por los francos en 1205, luego por los venecianos y en 1459 por los otomanos[1].
Al llegar a Corinto, Pablo encuentra a un matrimonio especial, Aquila y su mujer Priscila. Aquila era un judío oriundo del Ponto, en el Norte de Asia Menor. El nombre de Priscila, su esposa y leal compañera, siempre se menciona junto al suyo. Desterrados de Roma como consecuencia de un decreto del emperador Claudio en contra de los judíos, emitido en el año 49 o a principios de 50 d.C., se establecieron en Corinto. Cuando Pablo llegó allí en el otoño del mismo año, Áquila y Priscila le hospedaron bondadosamente en su hogar. Surgió una estrecha amistad entre ellos como resultado de trabajar juntos en el oficio común de hacer tiendas y seguramente porque ayudaron a Pablo a edificar allí la nueva congregación.
Cuando Pablo embarcó en dirección a Siria al final de su segundo viaje misionero, tal vez hacia la primavera del año 52 d.C., Áquila y Priscila lo acompañaron hasta Éfeso, donde permanecieron por lo menos hasta que Pablo escribió a los Corintios desde allí alrededor de 55 d.C. Su hogar se usaba como lugar de reunión de la congregación local, y en él tuvieron el privilegio de ayudar al elocuente Apolos a obtener un entendimiento más exacto de los caminos de Dios. Cuando Pablo escribió a los romanos, alrededor de 56 d.C., había terminado el gobierno de Claudio, así que Áquila y Priscila habían regresado a Roma, pues Pablo les envió saludos a ellos, sus “colaboradores”[2]. En esa ciudad la congregación también se reunía en su hogar. En el transcurso de su asociación con Pablo, Áquila y Priscila habían “arriesgado su propio cuello” en su favor, y por eso merecieron la gratitud de todas las congregaciones. Más tarde se mudaron de nuevo a Éfeso, pues Pablo, mientras estaba en Roma, un poco antes de sufrir martirio, le pidió a Timoteo[3] que les transmitiera sus saludos en dicha ciudad[4].
Pablo mantenía su costumbre de ir los sábados a discutir con los judíos en la sinagoga, en donde los persuadía para que fueran cristianos. Ahí en Corinto llegaron Silas y Timoteo y encontraron a Pablo muy ocupado en esta labor. Pero los judíos cada vez se volvían más violentos y llegaron al caso e blasfemar, por lo que Pablo toma la determinación de culparlos por su sangre y de irse a evangelizar solo a los gentiles.
Pablo se refugio en la casa de Tito Justo, que no debe ser confundido con Tito el colaborador de Pablo. Este Tito vivía junto a la sinagoga que era dirigida por Crispo, quien se convirtió al Señor con toda su familia.
Después de haber recibido una visión del Señor en donde le daba ánimo, Pablo estuvo en Corinto un año y medio, hasta que los judíos volvieron a alborotar, pero en esta ocasión no les salió como querían, ya que Galión no quiso hacerles caso y no se metió en este asunto. Galión era el procónsul romano de Acaya[5] cuando el Pablo visitó Corinto por primera vez. Su nombre era Marco Aneo Novato y había nacido cerca del 3 a.C. en Córdoba, España, pero, cuando fue adoptado por el orador Lucio Junio Galión, su nombre fue cambiado a Junio Aneo Galión. Sus dos hermanos fueron Séneca, el filósofo y tutor de Nerón, y Marco Aneo Mela, el geógrafo y padre del poeta Lucano. Alrededor del 66 d.C., Nerón obligó a los 3 hermanos a suicidarse. Galión fue estadista, senador de Roma y una vez cónsul. Se sabe que fue procónsul de Acaya por el pasaje que estamos estudiando y por una carta a Séneca, pero no se conocía la fecha de su gobierno hasta que en Delfos, Grecia, se encontró una inscripción fragmentaria publicada en 1905 por E. Bourguet. En ella el emperador Claudio lo llama su “amigo y procónsul de Acaya”. Una fecha en esta inscripción, junto con otros datos conocidos, indica que Galión gobernó cerca del 52 d.C. Demostró ser un juez imparcial cuando Pablo fue presentado delante de él por sus enemigos judíos, y actuó como un digno oficial romano al rehusar tomar partido en una disputa religiosa judía. Probablemente porque despreciaba a los judíos, como la mayoría de los romanos, no interfirió cuando Sóstenes, el principal de la sinagoga fue cruelmente golpeado en presencia del gobernante. De ese modo, inconscientemente, Galión ayudó a Pablo en su obra.
2. Viaje de regreso a Antioquía.
18.18-22 A pesar de los judío, Pablo se quedó más tiempo en Corinto, hasta que decidió regresar a Antioquía y bajar a Jerusalén, partiendo hasta Siria acompañado por el matrimonio de Priscila y Áquila. En Cencreas se rapó la cabeza porque hizo un voto, que no es especificado en el relato de Lucas. Después viajaron a Éfeso, pero en esta ocasión solo estaría un corto tiempo, aunque luego regresaría. Ahí los judíos fueron muy abiertos a escucharle y más bien querían oír más, pero no era el tiempo de Dios. Saliendo de ahí viajó de nuevo a Cearea y caminó hasta Antioquía.
3. Galacia y Frigia: Fortaleza para los discípulos.
18.23 Pablo no podía estar en un lugar por mucho tiempo, así que rápidamente programó su tercer viaje, saliendo por Galicia y Frigia, con la misión primaria de fortalecer la Iglesia. He visto como algunos “enviados” modernos salen por los países, pero no con la idea de fortalecer la Iglesia, sino de ver como sacan algún beneficio monetario, dejando más dudas que bendición. ¡Esa es la diferencia de un Enviado y de cualquier otro!
4. Éfeso: Tres años de ministerio.
a. Apolos.
18.24-29 Apolos, que es una abreviatura de Apolonio, era un converso judío al mensaje de Juan el Bautista, descripto como diligente, ferviente y “elocuente y poderoso en los escritos”. Había nacido en la ciudad egipcia de Alejandría. Después de su conversión fue evangelista itinerante. Poseía un conocimiento preciso de la historia de Jesús, que le puede haber llegado, posiblemente en Alejandría, ya sea por discípulos galileos de nuestro Señor o por algún evangelio escrito temprano. Combinaba dones naturales de elocuencia con un profundo entendimiento del Antiguo Testamento.
Mientras predicaba en Efeso en el 52 d.C., se encontró con Áquila y Priscila, quienes lo instruyeron en las enseñanzas del cristianismo. La evidente laguna en su conocimiento estaba relacionada con el derramamiento del Espíritu Santo y el consiguiente sumergir en agua cristiano. Después de esto, Apolos fue a la provincia romana de Acaya, llevando consigo una carta de recomendación de la Iglesia de Efeso. Mientras estaba en Acaya predicó con éxito en la ciudad de Corinto, refutó a los judíos en un debate público y por causa de su capacidad llegó a ser popular en ciertos círculos que comenzaron a exaltarlo, en contraposición con otros grupos que hacían lo mismo con Pablo, con Pedro o con Cristo[6]. Las facciones se debían probablemente a la preferencia de algunos por la pulida elocuencia de Apolos. Esta situación no recibió el estímulo de Apolos, y seguramente por ello no quiso regresar a Corinto cuando Pablo le pidió que lo hiciera. En su reprensión a la Iglesia por su espíritu de divisiones y grupos, el apóstol destaca que él y Apolos eran “colaboradores de Dios”. En su carta a Tito, exhorta a este a hacer todo lo posible por ayudar a Apolos y a “Zenas intérprete de la ley” [7], el compañero de viaje de Apolos, en su preparación para una gira proyectada[8].
[1] Wikipedia. Corintio.
[2] Romanos 16.3.
[3] 1 Timoteo 1.3; 2 Timoteo 4.19.
[4] Perspicacia para Entender las Escrituras. Aquila.
[5] Nombre dado a la provincia a la que pertenecía Grecia.
[6] 1 Corintios 1.12.
[7] Tito 3.13.
[8] Diccionario Bíblico AD; Diccionario Certeza; Mundo Hispano. Apolos.
18.1-17 Corinto es una ciudad del Peloponeso en Grecia, capital del nomos de su mismo nombre.
Tuvo una gran prosperidad desde la época clásica, y allí se encuentra uno de los templos más importantes dedicado al dios Apolo, con columnas forjadas en una sola pieza y basamentadas en la roca, cosa poco habitual en las construcciones dóricas.
Está ubicada en el istmo de Corinto, de unos 6 kilómetros de ancho, que une el Peloponeso con la Grecia continental, a unos 78 kilómetros al oeste de Atenas y sobre las faldas del monte Acrocorinto.
Según la mitología griega, la ciudad de Corinto fue fundada con el nombre de Éfira por Sísifo, quien fue su primer rey, y con sus sucesores, inicialmente sus hijos Glauco y Ornitión, se hizo una ciudad especialmente próspera y poderosa. Ornitión continuó la dinastía hasta su derrocamiento por los dorios.
Es allí donde Medea y Jasón se refugiaron, después de que Medea hubo organizado la muerte de Pelias.
En el siglo VIII a.C., se hizo independiente. La ciudad se llamaba Efira, y más tarde su nombre cambió a Corinto, en una época desconocida, probablemente durante la conquista doria. El nombre se hace derivar de Corinto, hijo de Zeus.
El heráclida Aletes, hijo de Hipotes es el legendario primer rey dórico de la ciudad donde los dorios estaban al comienzo una minoría dirigente; los no dorios fueron admitidos más tarde a la ciudadanía. Aletes y sus descendientes fueron reyes durante doce generaciones y 327 años, desde el 1074 a.C.
Según Pausanias, Primnis fue el último descendiente de Aletes, y Baquis inició una nueva dinastía también heráclida, pero Diodoro Sículo dice que todos fueron descendientes de Aletes, pero que Baquis fue tan célebre que su nombre se dio a la dinastía Baquiada.
Autómenes decidió abolir la monarquía de acuerdo con las doscientas familias principales y elegir un pritano anual. Los Baquiadas siguieron gobernando de esta manera durante 90 años más, hasta que fueron derrocados por Cípselo con la ayuda de las clases bajas, en 657 a.C. Estrabón alarga el período unos doscientos años, probablemente incluyendo el período monárquico.
La fecha tradicional lo sitúa entre el 747 a.C. y el 657 a.C. Los corintios fundaron durante el período Baquiada muchas ciudades: Molicria en el istmo, Siracusa, Corcira y otras. Fundó una marina que fue la primera fundada en Grecia y se inventaron los trirremes.
Corinto, ya en la antigüedad, fue una importante ciudad comercial, donde llegaron a establecerse los fenicios para dedicarse a lo que mejor hacían: El comercio.
Fue una de las primeras ciudades griegas en utilizar la moneda. Éstas eran muy importantes debido a la actividad principal de la ciudad. Las primeras de ellas fueron acuñadas en el siglo VII a.C. Tenían diversos motivos, figuras mitológicas, animales y otras acompañadas de pequeños símbolos que las distinguían.
En esta ciudad se celebraban los juegos Ístmicos, de similares características a los celebrados en Olimpia aunque menos famosos que estos.
Cipselo fue sustituido por su hijo Periandro, que fue protector del comercio y las artes. Siguió fundando colonias: Ambracia, Anactorio, Léucade, Apolonia y otras.
En 635 a.C., la colonia de Corcira derrotó a su metrópoli en una batalla naval, pero después fue nuevamente sometida. La única colonia al este del golfo Sarónico fue Potidea en la Calcídica. A Periandro le sucedió su nieto Psamético que reinó sólo tres años y fue derrocado por los espartanos que instituyeron un gobierno aristocrático y Corinto fue un aliado permanente de la confederación lacedemonia.
En un período posterior los corintios rechazaron ayudar a Cleómenes I, rey de Esparta a restaurar a Hipias de Atenas, y enviaron 20 trirremes a Atenas para ayudarla en la guerra contra Egina.
Pero después de la Guerras Médicas, Megara se alió con Atenas y los corintios entraron en guerra con Megara, territoro que invadieron, pero fueron derrotados por el estratego ateniense Mirónides. Después se firmó la paz, pero la enemistad con Atenas siguió, sobre todo por la ayuda de ésta a la ex colonia de Corcira, que fue una de las causas de la Guerra del Peloponeso.
Durante esta guerra la flota peloponesia fue básicamente corintia. Con la Paz de Nicias del 421 a.C., los corintios no se quisieron sumar e intentaron configurar otra liga con Argos, Mantinea y Élide, pero pronto volvió a formar alianza con Esparta, que se mantuvo hasta el final de la guerra. Cuando Atenas se rindió después de la Batalla de Egospótamos, los corintios y beocios pidieron arrasar la ciudad derrotada, pero el espartiata Lisandro no lo consintió.
La hegemonía espartana pronto se mostró más opresiva que la ateniense, de modo que los corintios, junto a los argivos, atenienses y beocios configuraron una coalición que, sustentada en las profundas arcas persas, hizo frente al imperialismo espartano en la llamada Guerra de Corinto, buena parte de la cual fue dirimida en su territorio. En el verano de 394 tuvieron lugar dos de las mayores batallas hoplíticas del mundo griego antiguo, en Nemea y Coronea, ambas vencidas “técnicamente” por los lacedemonios, que no obtuvieron ventajas estratégicas. En los siguientes años la Corintia fue sometida a una guerra de depredación y de pillaje que provocó el estallido de una stásis o conflicto civil en el seno de la ciudadanía, alentada por los intereses de los estados hegemónicos. Según Jenofonte, los argivos aprovecharon esta situación para anexionarse Corinto, pero más probablemente el filolaconio Jenofonte convirtió en sinecismo o unión política la presencia de una guarnición militar argiva en el Acrocorinto, la ciudadela o acrópolis corintia. De cualquier forma la Paz del Rey o Paz de Antálcidas, alcanzada en la primavera de 386 a.C., acabó con cualquier proyecto argivo de anexión sobre Corinto al evacuar la guarnición del Acrocorinto; además de permitir el retorno de los exiliados corintios, obviamente filoespartanos, que procuraron la fidelidad de Corinto hacia Esparta en los años sucesivos.
En la guerra que siguió entre Tebas y Esparta, los corintios fueron leales a Esparta, pero el territorio hubo de firmar una paz separada.
La ciudad permaneció independiente bajo gobierno oligárquico. Timófanes intentó conseguir la tiranía, pero fue muerto por su propio hermano Timoleón. En el año 338 a.C., la ciudad fue conquistada por Filipo II de Macedonia, que la hizo el centro de la Liga de Corinto, controlada por él mismo.
Después de la Batalla de Queronea los macedonios establecieron una guarnición en el Acrocorinto. Esta guarnición fue sorprendida por el líder de la Liga Aquea, Arato, que incorporó Corinto a dicha liga.
En 223 a.C., la ciudad fue ocupada por Antígono III Dosón que la quería como base contra la Liga Etolia y Cleómenes. Filipo, hijo adoptivo de Antígono la conservó hasta que fue derrotado en la batalla de Cinoscéfalos y Corinto fue declarada ciudad libre por los romanos y unida a la Liga Aquea otra vez.
Una guarnición romana se estableció en el Acrocorinto. Corinto fue después capital de la Liga y fue allí donde los embajadores romanos fueron maltratados lo que provocó el ultimátum del Senado Romano a la Liga. Derrotada esta, el cónsul romano, Lucio Mummius Achaicus entró en Corinto sin oposición y se vengó de la ciudad y sus habitantes: Los hombres fueron ejecutados y las mujeres y los niños fueron vendidos como esclavos; las obras de arte fueron llevadas a Roma y la ciudad fue saqueada y destruida. Continuó despoblada y destruida unos cien años y su territorio fue entregado a Sición o fue hecho ager público. El comercio se trasladó a Delos.
En el año 46 a.C., Julio César, decidió reconstruir la ciudad y envió una colonia de veteranos y hombres libres. La ciudad se recuperó y cuando Pablo de Tarso la visitó en el siglo I, era una ciudad importante, capital de la provincia de Acaya, y residencia del procónsul de Acaya Junius Gallio. Pablo de Tarso fundó un grupo cristiano el año 50, al cual dirigió sus epístolas. En el siglo II, fue visitada por Pausanias y tenía numerosos edificios. Continuó siendo la capital de la provincia romana de Acaya durante todo el Imperio romano.
Corinto se caracterizó por la difusión del arte. Pinturas, esculturas de mármol y bronce, y las famosas jarras de terracota estuvieron entre las obras que se producían. También fue una ciudad donde se desarrolló la poesía, pero en cambio no hay noticias sobre sus oradores.
Los corintios tenían la fama de ser sexualmente liberales, a los que contribuía el hecho de tener un puerto con un gran tránsito de mercancías, y por lo tanto, con gran afluencia de marineros de muchos lugares. En el santuario de Afrodita, sito en el Acrocorinto, se practicaba la prostitución sagrada, y tenía más de un millar de heteras esclavas.
El emperador romano Adriano la embelleció alcanzando gran prosperidad. Pero tanta opulencia atrajo a otros pueblos para saquear sus riquezas. Estos pueblos fueron los hérulos en el siglo III, los visigodos en el siglo IV y en el VIII los eslavos. Por lo demás, siguió la suerte del resto de Grecia y por tanto perteneció sucesivamente a los emperadores bizantinos de Constantinopla. Fue conquistada por los francos en 1205, luego por los venecianos y en 1459 por los otomanos[1].
Al llegar a Corinto, Pablo encuentra a un matrimonio especial, Aquila y su mujer Priscila. Aquila era un judío oriundo del Ponto, en el Norte de Asia Menor. El nombre de Priscila, su esposa y leal compañera, siempre se menciona junto al suyo. Desterrados de Roma como consecuencia de un decreto del emperador Claudio en contra de los judíos, emitido en el año 49 o a principios de 50 d.C., se establecieron en Corinto. Cuando Pablo llegó allí en el otoño del mismo año, Áquila y Priscila le hospedaron bondadosamente en su hogar. Surgió una estrecha amistad entre ellos como resultado de trabajar juntos en el oficio común de hacer tiendas y seguramente porque ayudaron a Pablo a edificar allí la nueva congregación.
Cuando Pablo embarcó en dirección a Siria al final de su segundo viaje misionero, tal vez hacia la primavera del año 52 d.C., Áquila y Priscila lo acompañaron hasta Éfeso, donde permanecieron por lo menos hasta que Pablo escribió a los Corintios desde allí alrededor de 55 d.C. Su hogar se usaba como lugar de reunión de la congregación local, y en él tuvieron el privilegio de ayudar al elocuente Apolos a obtener un entendimiento más exacto de los caminos de Dios. Cuando Pablo escribió a los romanos, alrededor de 56 d.C., había terminado el gobierno de Claudio, así que Áquila y Priscila habían regresado a Roma, pues Pablo les envió saludos a ellos, sus “colaboradores”[2]. En esa ciudad la congregación también se reunía en su hogar. En el transcurso de su asociación con Pablo, Áquila y Priscila habían “arriesgado su propio cuello” en su favor, y por eso merecieron la gratitud de todas las congregaciones. Más tarde se mudaron de nuevo a Éfeso, pues Pablo, mientras estaba en Roma, un poco antes de sufrir martirio, le pidió a Timoteo[3] que les transmitiera sus saludos en dicha ciudad[4].
Pablo mantenía su costumbre de ir los sábados a discutir con los judíos en la sinagoga, en donde los persuadía para que fueran cristianos. Ahí en Corinto llegaron Silas y Timoteo y encontraron a Pablo muy ocupado en esta labor. Pero los judíos cada vez se volvían más violentos y llegaron al caso e blasfemar, por lo que Pablo toma la determinación de culparlos por su sangre y de irse a evangelizar solo a los gentiles.
Pablo se refugio en la casa de Tito Justo, que no debe ser confundido con Tito el colaborador de Pablo. Este Tito vivía junto a la sinagoga que era dirigida por Crispo, quien se convirtió al Señor con toda su familia.
Después de haber recibido una visión del Señor en donde le daba ánimo, Pablo estuvo en Corinto un año y medio, hasta que los judíos volvieron a alborotar, pero en esta ocasión no les salió como querían, ya que Galión no quiso hacerles caso y no se metió en este asunto. Galión era el procónsul romano de Acaya[5] cuando el Pablo visitó Corinto por primera vez. Su nombre era Marco Aneo Novato y había nacido cerca del 3 a.C. en Córdoba, España, pero, cuando fue adoptado por el orador Lucio Junio Galión, su nombre fue cambiado a Junio Aneo Galión. Sus dos hermanos fueron Séneca, el filósofo y tutor de Nerón, y Marco Aneo Mela, el geógrafo y padre del poeta Lucano. Alrededor del 66 d.C., Nerón obligó a los 3 hermanos a suicidarse. Galión fue estadista, senador de Roma y una vez cónsul. Se sabe que fue procónsul de Acaya por el pasaje que estamos estudiando y por una carta a Séneca, pero no se conocía la fecha de su gobierno hasta que en Delfos, Grecia, se encontró una inscripción fragmentaria publicada en 1905 por E. Bourguet. En ella el emperador Claudio lo llama su “amigo y procónsul de Acaya”. Una fecha en esta inscripción, junto con otros datos conocidos, indica que Galión gobernó cerca del 52 d.C. Demostró ser un juez imparcial cuando Pablo fue presentado delante de él por sus enemigos judíos, y actuó como un digno oficial romano al rehusar tomar partido en una disputa religiosa judía. Probablemente porque despreciaba a los judíos, como la mayoría de los romanos, no interfirió cuando Sóstenes, el principal de la sinagoga fue cruelmente golpeado en presencia del gobernante. De ese modo, inconscientemente, Galión ayudó a Pablo en su obra.
2. Viaje de regreso a Antioquía.
18.18-22 A pesar de los judío, Pablo se quedó más tiempo en Corinto, hasta que decidió regresar a Antioquía y bajar a Jerusalén, partiendo hasta Siria acompañado por el matrimonio de Priscila y Áquila. En Cencreas se rapó la cabeza porque hizo un voto, que no es especificado en el relato de Lucas. Después viajaron a Éfeso, pero en esta ocasión solo estaría un corto tiempo, aunque luego regresaría. Ahí los judíos fueron muy abiertos a escucharle y más bien querían oír más, pero no era el tiempo de Dios. Saliendo de ahí viajó de nuevo a Cearea y caminó hasta Antioquía.
3. Galacia y Frigia: Fortaleza para los discípulos.
18.23 Pablo no podía estar en un lugar por mucho tiempo, así que rápidamente programó su tercer viaje, saliendo por Galicia y Frigia, con la misión primaria de fortalecer la Iglesia. He visto como algunos “enviados” modernos salen por los países, pero no con la idea de fortalecer la Iglesia, sino de ver como sacan algún beneficio monetario, dejando más dudas que bendición. ¡Esa es la diferencia de un Enviado y de cualquier otro!
4. Éfeso: Tres años de ministerio.
a. Apolos.
18.24-29 Apolos, que es una abreviatura de Apolonio, era un converso judío al mensaje de Juan el Bautista, descripto como diligente, ferviente y “elocuente y poderoso en los escritos”. Había nacido en la ciudad egipcia de Alejandría. Después de su conversión fue evangelista itinerante. Poseía un conocimiento preciso de la historia de Jesús, que le puede haber llegado, posiblemente en Alejandría, ya sea por discípulos galileos de nuestro Señor o por algún evangelio escrito temprano. Combinaba dones naturales de elocuencia con un profundo entendimiento del Antiguo Testamento.
Mientras predicaba en Efeso en el 52 d.C., se encontró con Áquila y Priscila, quienes lo instruyeron en las enseñanzas del cristianismo. La evidente laguna en su conocimiento estaba relacionada con el derramamiento del Espíritu Santo y el consiguiente sumergir en agua cristiano. Después de esto, Apolos fue a la provincia romana de Acaya, llevando consigo una carta de recomendación de la Iglesia de Efeso. Mientras estaba en Acaya predicó con éxito en la ciudad de Corinto, refutó a los judíos en un debate público y por causa de su capacidad llegó a ser popular en ciertos círculos que comenzaron a exaltarlo, en contraposición con otros grupos que hacían lo mismo con Pablo, con Pedro o con Cristo[6]. Las facciones se debían probablemente a la preferencia de algunos por la pulida elocuencia de Apolos. Esta situación no recibió el estímulo de Apolos, y seguramente por ello no quiso regresar a Corinto cuando Pablo le pidió que lo hiciera. En su reprensión a la Iglesia por su espíritu de divisiones y grupos, el apóstol destaca que él y Apolos eran “colaboradores de Dios”. En su carta a Tito, exhorta a este a hacer todo lo posible por ayudar a Apolos y a “Zenas intérprete de la ley” [7], el compañero de viaje de Apolos, en su preparación para una gira proyectada[8].
[1] Wikipedia. Corintio.
[2] Romanos 16.3.
[3] 1 Timoteo 1.3; 2 Timoteo 4.19.
[4] Perspicacia para Entender las Escrituras. Aquila.
[5] Nombre dado a la provincia a la que pertenecía Grecia.
[6] 1 Corintios 1.12.
[7] Tito 3.13.
[8] Diccionario Bíblico AD; Diccionario Certeza; Mundo Hispano. Apolos.