Capítulo 7
Los líderes religiosos de
Israel habían llegado a una conclusión: Matar a Jesús. Si bien es cierto, ellos
estaban esperando al Cristo, no estaban esperando uno que viniera hablando de
amor al prójimo, incluso a los enemigos; ellos esperaban un líder político y
militar, por lo que Jesús no llenaba sus expectativas. La fiesta de los
Tabernáculos se presentaba como una buena escena para el arresto de Jesús,
había mucha gente en Jerusalén y los romanos hubiesen preferido que arrestaran
a un solo hombre antes que se levantara una insurrección.
1. 7.1 Para Jesús era más seguro estar en Galilea, ya que la población de esta parte de Israel era más tolerante, mientras que en Judea se encontraban reunidos los sacerdotes y los fariseos, con pensamientos más cerrados, lo que los convertía en un peligro ya que eran capaces de incurrir en la violencia o de provocar al pueblo para que mataran a Jesús.
2. 7.2-5 En todas las religiones es la fiesta un elemento esencial del culto: Con ciertos ritos asignados a ciertos tiempos, la asamblea rinde homenaje, ordinariamente en medio del gozo o regocijo, de tal o cual aspecto de la vida humana; da gracias e implora el favor de la divinidad. Lo que caracteriza a la fiesta en la Biblia es su conexión con la historia sagrada, pues pone en contacto con Dios que actúa sin cesar en favor de sus elegidos; sin embargo, estas fiestas están enraizadas en el suelo común de la humanidad.
El retorno del ciclo lunar, que delimitaba el mes israelita, dio muy naturalmente lugar a fiestas: A veces la luna llena[1], ordinariamente la luna nueva[2], finalmente el *sábado que fijaba el ritmo de la semana[3]. El ciclo solar traía consigo la fiesta del Año Nuevo, conocida en todas las civilizaciones; en un principio se unió a la fiesta de la recolección en otoño[4], luego a la Pascua de la primavera[5]; de esta liturgia derivan ciertos ritos del día de la Expiación.
Además del marco formado por el ritmo de los astros, la vida cotidiana del israelita, pastor y luego agricultor, dio lugar a fiestas que tienden a confundirse con las precedentes. El día de Pascua, fiesta pastoril de primavera, tenía lugar la ofrenda de las primicias del ganado; el trabajo de la tierra dio origen a tres grandes fiestas anuales: Ázimos en primavera, mieses o semanas en verano, recolección o vendimia en otoño[6]. El Deuteronomio une la Pascua a los ázimos y da a la fiesta de la recolección el nombre de fiesta de los Tabernáculos[7]. Ciertos ritos de las fiestas actuales no pueden comprenderse sino en razón de su abolengo pastoril o agrario.
La fiesta de los Tabernáculos, del hebreo “hassukkoÆt”, o “fiesta de las cabañas”, también llamada “fiesta de la cosecha”, duraba siete días, de los cuales el primero y el último eran de “santa convocación”, por lo que todo varón judío había de subir a Jerusalén para conmemorarla. Originalmente se llamaba fiesta de la recolección y estaba destinada a celebrar el final de la recolección, incluida la vendimia. El nombre de tabernáculos, o más exactamente de tiendas, chozas o cabañas, le viene probablemente de las cabañas que se levantaban en las viñas y en los campos durante la vendimia y últimos días de la recolección. Comenzaba cinco días después del día de la Expiación. Marcaba la terminación de la cosecha y conmemoraba históricamente el peregrinaje en el desierto. Se recogían los frutos y la gente moraba en Jerusalén en tabernáculos o cabañas, hechas de ramas de árboles[8] para recordar la forma en que sus antepasados habían viajado en el desierto y vivido en tiendas. Los sacrificios en esta fiesta eran más numerosos que en cualquier otra[9]. Con esta fiesta que se celebraba en el mes séptimo del año religioso, se cerraba el ciclo de solemnidades.
Según algunos, los hermanos a los que se refiere Juan, eran en realidad los “primos” de Jesús, hijos de la hermana de María y Alfeo, que si bien es cierto, tenían los mismos nombres de los hermanos de Jesús, según Mateo 13.53-55, su fe era diferente a la de ellos, ya que los mencionados por Juan no creían en Jesús, pero los hijos de Alfeo, eran discípulos de Jesús.
El pensamiento de los hermanos de Jesús era meramente carnal, aunque pareciera lógico, pero no iba de acuerdo al plan divino. Si Jesús hubiese hecho lo que ellos le sugerían, las multitudes le hubieran proclamado rey y se hubiera desatado una revolución.
Ellos consideraban que el trabajo que estaba haciendo Jesús era secreto, quizá porque el ministerio se estaba desarrollando en Galilea y no en Judea, que era el centro político y religioso de los judíos, pero el Señor no buscaba lo que los hombres buscan, por eso la anotación de Juan de que ellos no creían en Él.
3. 7.6-8 Aún no era el tiempo para que Jesús fuese glorificado y Él no iba a adelantar los acontecimientos; los discípulos aun necesitaban más instrucción. Los hermanos de Jesús no tenían problema, ya que ellos vivían adaptados al sistema, mientras que Jesús se oponía a él.
Hay quienes piensan que los cristianos, para estar bien, debemos ser aceptados por todos, pero eso es un error; cuando alguien vive de acuerdo a la Palabra de Dios, sin necesidad de decir una palabra, desenmascara el pecado y por ello, los que aman el pecar, le tratarán como su enemigo.
A Jesús no le convenía subir con sus hermanos ya que ellos no creían en Él, aunque luego va a la Fiesta, lo hace de manera encubierta, es decir, sin el alboroto que habían sugiriendo sus hermanos. Si Jesús hubiese seguido, probablemente habría provocado a los judíos y su muerte se adelantaría.
4. 7.9-10 Jesús se quedó en Galilea y esperó a que sus hermanos fueran primero a Judea para ir Él con sus discípulos sin entrar públicamente.
5. 7.11 La actitud de los judíos es sumamente reprochable. Ellos aún se sentían molestos porque Jesús los había acusado de ser incrédulos, y ellos, en lugar de arrepentirse, ahora, en un momento festivo, le buscan con ideas poco sanas.
6. 7.12-13 El pueblo se encontraba dividido acerca de Jesús. Unos habían visto las señales que hacía y que su enseñanza era verdadera, mientras que otros pensaban que alejarse de las enseñanzas tradicionales era incorrecto. Por otro lado, los líderes religiosos ya habían tomado una actitud totalmente hostil contra Jesús y cualquiera que le siguiera, por lo que decir que se creía en sus enseñanzas podía significar ser expulsado de la sinagoga y por lo tanto se le consideraba un impío.
7. 7.14-15 Antes que hacer milagros, Jesús enseñaba, a diferencia de lo que le pidieron sus hermanos que hiciera. La fiesta duraba siete días, por lo que poemos suponer que Jesús subió a Jerusalén entre el martes y el jueves, llamando menos la atención de la gente.
No es cierto que Jesús no tuviera nada de educación, ya que los judíos eran enseñados desde pequeños en la sinagoga, pero ellos se sentían incómodos de ver que las enseñanzas de Jesús eran diferentes a las suyas y que estaban apegadas a la Palabra de Dios. Quizá Jesús no había sido ordenado rabino por los hombres, pero lo había sido hecho por Dios, tanto es así que el mismo Nicodemo, en su entrevista, lo reconoce como tal.
8. 7.16-19 Hoy por hoy, encontramos tantas “iglesias” como gustos. Las exégesis son tan diversas que en momentos asustan, por lo que podemos hablar de luteranismo, jansenismo, calvinismo, pentecostalismo, etc., en donde el mismo pasaje bíblico es interpretado de manera que hasta puede contraponerse de las otras interpretaciones. La enseñanza de Jesús no era de esta manera, ya que todo lo que Él hablaba estaba de acuerdo al Padre.
La inteligencia humana ha sido elevada y glorificada en extremo, por lo que encontramos en muchos púlpitos y en las aulas de los seminarios a hombres muy inteligentes, pero que muchas veces han dejado de lado el obedecer la Palabra de Dios, y por ello es que tenemos tanta variedad en la doctrina. En una ocasión me decía un obispo bautista: “Nosotros hemos comprendido que el diezmo no es para la iglesia, pero es la manera más práctica de lograr reunir dinero”. ¡Qué hipocresía! Se dicen ser conocedores de la Palabra, pero hacen lo opuesto a lo que ella enseña.
Jesús no buscaba glorificarse a sí mismo, sino en darle la gloria al Padre. Lastimosamente hoy escuchamos como los hombes hablan de “sus” ministerios: El ministerio del Dr. Palau, el ministerio Benny Hinn, el ministerio de Rony Cháves, etc., en donde se glorifica a un hombre, en lugar de exaltar a nuestro Dios y Señor.
Los judíos en su hipocresía no podían ver más allá de su nariz. Para ellos era un pecado de muerte que un enfermo fuese sanado en día de reposo, pero no veían pecaminoso que ellos trabajaban en este día, no para hacer el bien a ningún ser humano, sino para cumplir sus rituales religiosos, olvidando que la misericordia era más importante.
9. 7.20 Al parecer, la muchedumbre no estaba comprendiendo la acusación que hacía Jesús ya que ellos no fueron testigos de la sanidad del paralítico y de cómo los líderes judíos buscaban ponerle una trampa para matarle. Puede ser, de acuerdo a sus palabras, que ellos pensaban que había entrado en una depresión psicológica, la cual se asociaba a los endemoniados; en nuestro tiempo se le hubiese dicho: ¡Estás loco! ¿Quién te quiere matar?
10. 7.21-24 El que le dijeran loco no le importó a Jesús, sino más bien se centra en lo que hizo que los líderes religiosos buscaran su muerte, y al parecer, quiere dejarlo bien claro ante todos, para que después de que le maten no vayan a decir que fue por otra cosa.
Jesús habla sobre la circuncisión, tan respetada por todos los judíos, para demostrar que lo que hizo estaba correcto y lo que ellos hacían, no. Según Levítico 12.3, cuando nacía un varón en Israel, había que esperar ocho días para luego circuncidarlo, aunque esto fuera en día de reposo. Todos estaban dispuestos a aceptar esta excepción a la Ley, pero al parecer no sentían compasión por una persona enferma.
Había otras excepciones que permitían romper la Ley y que no se consideraba pecado:
a. Cuando David comió de los panes de la proposición, no era considerado pecado, a pesar que estos panes estaban restringidos para el consumo de los sacerdotes[10].
b. Con el trabajo en el santuario, los sacerdotes profanaban el día de reposo, pero a pesar de ello no se consideraba pecado[11].
c. El llevar a los animales a beber en día de reposo, no era considerado pecado[12].
d. Si un animal estaba en peligro de perecer en día de reposo, no era considerado pecado sacarlo del apuro[13].
Hoy día, hay creyentes que no dudan en condenar a un cristiano que debe trabajar en domingo y no puede asistir a la reunión de la Iglesia, y hasta le aconsejan, y en algunos casos le ordenan, que renuncie a su trabajo para que pueda cumplir con su “obligación” de asistir al culto. ¿En qué se diferencian de los judíos que condenaban a Jesús? ¿No debe cada uno trabajar para poder llevar alimento a su mesa?
[1] Salmos 81.4.
[2] 1 Samuel 20.5; 2 Reyes 4.23; Amós 8.5.
[3] Éxodo 20.8-11.
[4] Éxodo 23.16.
[5] Éxodo 12.2.
[6] Éxodo 23.14-17, 34; 18.22.
[7] Deuteronomio 16.1-17.
[8] Levítico 23.39-43; Números 29.12-38.
[9] Diccionario Certeza; Diccionario Bíblico Fredy; Diccionario Bíblico Tenney; Diccionario Jesús de Nazareth. Fiestas.
[10] 1 Samuel 21.3-6; Mateo 12.3-4.
[11] Mateo 12.5.
[12] Lucas 13.10-17.
[13] Lucas 14.5.
1. 7.1 Para Jesús era más seguro estar en Galilea, ya que la población de esta parte de Israel era más tolerante, mientras que en Judea se encontraban reunidos los sacerdotes y los fariseos, con pensamientos más cerrados, lo que los convertía en un peligro ya que eran capaces de incurrir en la violencia o de provocar al pueblo para que mataran a Jesús.
2. 7.2-5 En todas las religiones es la fiesta un elemento esencial del culto: Con ciertos ritos asignados a ciertos tiempos, la asamblea rinde homenaje, ordinariamente en medio del gozo o regocijo, de tal o cual aspecto de la vida humana; da gracias e implora el favor de la divinidad. Lo que caracteriza a la fiesta en la Biblia es su conexión con la historia sagrada, pues pone en contacto con Dios que actúa sin cesar en favor de sus elegidos; sin embargo, estas fiestas están enraizadas en el suelo común de la humanidad.
El retorno del ciclo lunar, que delimitaba el mes israelita, dio muy naturalmente lugar a fiestas: A veces la luna llena[1], ordinariamente la luna nueva[2], finalmente el *sábado que fijaba el ritmo de la semana[3]. El ciclo solar traía consigo la fiesta del Año Nuevo, conocida en todas las civilizaciones; en un principio se unió a la fiesta de la recolección en otoño[4], luego a la Pascua de la primavera[5]; de esta liturgia derivan ciertos ritos del día de la Expiación.
Además del marco formado por el ritmo de los astros, la vida cotidiana del israelita, pastor y luego agricultor, dio lugar a fiestas que tienden a confundirse con las precedentes. El día de Pascua, fiesta pastoril de primavera, tenía lugar la ofrenda de las primicias del ganado; el trabajo de la tierra dio origen a tres grandes fiestas anuales: Ázimos en primavera, mieses o semanas en verano, recolección o vendimia en otoño[6]. El Deuteronomio une la Pascua a los ázimos y da a la fiesta de la recolección el nombre de fiesta de los Tabernáculos[7]. Ciertos ritos de las fiestas actuales no pueden comprenderse sino en razón de su abolengo pastoril o agrario.
La fiesta de los Tabernáculos, del hebreo “hassukkoÆt”, o “fiesta de las cabañas”, también llamada “fiesta de la cosecha”, duraba siete días, de los cuales el primero y el último eran de “santa convocación”, por lo que todo varón judío había de subir a Jerusalén para conmemorarla. Originalmente se llamaba fiesta de la recolección y estaba destinada a celebrar el final de la recolección, incluida la vendimia. El nombre de tabernáculos, o más exactamente de tiendas, chozas o cabañas, le viene probablemente de las cabañas que se levantaban en las viñas y en los campos durante la vendimia y últimos días de la recolección. Comenzaba cinco días después del día de la Expiación. Marcaba la terminación de la cosecha y conmemoraba históricamente el peregrinaje en el desierto. Se recogían los frutos y la gente moraba en Jerusalén en tabernáculos o cabañas, hechas de ramas de árboles[8] para recordar la forma en que sus antepasados habían viajado en el desierto y vivido en tiendas. Los sacrificios en esta fiesta eran más numerosos que en cualquier otra[9]. Con esta fiesta que se celebraba en el mes séptimo del año religioso, se cerraba el ciclo de solemnidades.
Según algunos, los hermanos a los que se refiere Juan, eran en realidad los “primos” de Jesús, hijos de la hermana de María y Alfeo, que si bien es cierto, tenían los mismos nombres de los hermanos de Jesús, según Mateo 13.53-55, su fe era diferente a la de ellos, ya que los mencionados por Juan no creían en Jesús, pero los hijos de Alfeo, eran discípulos de Jesús.
El pensamiento de los hermanos de Jesús era meramente carnal, aunque pareciera lógico, pero no iba de acuerdo al plan divino. Si Jesús hubiese hecho lo que ellos le sugerían, las multitudes le hubieran proclamado rey y se hubiera desatado una revolución.
Ellos consideraban que el trabajo que estaba haciendo Jesús era secreto, quizá porque el ministerio se estaba desarrollando en Galilea y no en Judea, que era el centro político y religioso de los judíos, pero el Señor no buscaba lo que los hombres buscan, por eso la anotación de Juan de que ellos no creían en Él.
3. 7.6-8 Aún no era el tiempo para que Jesús fuese glorificado y Él no iba a adelantar los acontecimientos; los discípulos aun necesitaban más instrucción. Los hermanos de Jesús no tenían problema, ya que ellos vivían adaptados al sistema, mientras que Jesús se oponía a él.
Hay quienes piensan que los cristianos, para estar bien, debemos ser aceptados por todos, pero eso es un error; cuando alguien vive de acuerdo a la Palabra de Dios, sin necesidad de decir una palabra, desenmascara el pecado y por ello, los que aman el pecar, le tratarán como su enemigo.
A Jesús no le convenía subir con sus hermanos ya que ellos no creían en Él, aunque luego va a la Fiesta, lo hace de manera encubierta, es decir, sin el alboroto que habían sugiriendo sus hermanos. Si Jesús hubiese seguido, probablemente habría provocado a los judíos y su muerte se adelantaría.
4. 7.9-10 Jesús se quedó en Galilea y esperó a que sus hermanos fueran primero a Judea para ir Él con sus discípulos sin entrar públicamente.
5. 7.11 La actitud de los judíos es sumamente reprochable. Ellos aún se sentían molestos porque Jesús los había acusado de ser incrédulos, y ellos, en lugar de arrepentirse, ahora, en un momento festivo, le buscan con ideas poco sanas.
6. 7.12-13 El pueblo se encontraba dividido acerca de Jesús. Unos habían visto las señales que hacía y que su enseñanza era verdadera, mientras que otros pensaban que alejarse de las enseñanzas tradicionales era incorrecto. Por otro lado, los líderes religiosos ya habían tomado una actitud totalmente hostil contra Jesús y cualquiera que le siguiera, por lo que decir que se creía en sus enseñanzas podía significar ser expulsado de la sinagoga y por lo tanto se le consideraba un impío.
7. 7.14-15 Antes que hacer milagros, Jesús enseñaba, a diferencia de lo que le pidieron sus hermanos que hiciera. La fiesta duraba siete días, por lo que poemos suponer que Jesús subió a Jerusalén entre el martes y el jueves, llamando menos la atención de la gente.
No es cierto que Jesús no tuviera nada de educación, ya que los judíos eran enseñados desde pequeños en la sinagoga, pero ellos se sentían incómodos de ver que las enseñanzas de Jesús eran diferentes a las suyas y que estaban apegadas a la Palabra de Dios. Quizá Jesús no había sido ordenado rabino por los hombres, pero lo había sido hecho por Dios, tanto es así que el mismo Nicodemo, en su entrevista, lo reconoce como tal.
8. 7.16-19 Hoy por hoy, encontramos tantas “iglesias” como gustos. Las exégesis son tan diversas que en momentos asustan, por lo que podemos hablar de luteranismo, jansenismo, calvinismo, pentecostalismo, etc., en donde el mismo pasaje bíblico es interpretado de manera que hasta puede contraponerse de las otras interpretaciones. La enseñanza de Jesús no era de esta manera, ya que todo lo que Él hablaba estaba de acuerdo al Padre.
La inteligencia humana ha sido elevada y glorificada en extremo, por lo que encontramos en muchos púlpitos y en las aulas de los seminarios a hombres muy inteligentes, pero que muchas veces han dejado de lado el obedecer la Palabra de Dios, y por ello es que tenemos tanta variedad en la doctrina. En una ocasión me decía un obispo bautista: “Nosotros hemos comprendido que el diezmo no es para la iglesia, pero es la manera más práctica de lograr reunir dinero”. ¡Qué hipocresía! Se dicen ser conocedores de la Palabra, pero hacen lo opuesto a lo que ella enseña.
Jesús no buscaba glorificarse a sí mismo, sino en darle la gloria al Padre. Lastimosamente hoy escuchamos como los hombes hablan de “sus” ministerios: El ministerio del Dr. Palau, el ministerio Benny Hinn, el ministerio de Rony Cháves, etc., en donde se glorifica a un hombre, en lugar de exaltar a nuestro Dios y Señor.
Los judíos en su hipocresía no podían ver más allá de su nariz. Para ellos era un pecado de muerte que un enfermo fuese sanado en día de reposo, pero no veían pecaminoso que ellos trabajaban en este día, no para hacer el bien a ningún ser humano, sino para cumplir sus rituales religiosos, olvidando que la misericordia era más importante.
9. 7.20 Al parecer, la muchedumbre no estaba comprendiendo la acusación que hacía Jesús ya que ellos no fueron testigos de la sanidad del paralítico y de cómo los líderes judíos buscaban ponerle una trampa para matarle. Puede ser, de acuerdo a sus palabras, que ellos pensaban que había entrado en una depresión psicológica, la cual se asociaba a los endemoniados; en nuestro tiempo se le hubiese dicho: ¡Estás loco! ¿Quién te quiere matar?
10. 7.21-24 El que le dijeran loco no le importó a Jesús, sino más bien se centra en lo que hizo que los líderes religiosos buscaran su muerte, y al parecer, quiere dejarlo bien claro ante todos, para que después de que le maten no vayan a decir que fue por otra cosa.
Jesús habla sobre la circuncisión, tan respetada por todos los judíos, para demostrar que lo que hizo estaba correcto y lo que ellos hacían, no. Según Levítico 12.3, cuando nacía un varón en Israel, había que esperar ocho días para luego circuncidarlo, aunque esto fuera en día de reposo. Todos estaban dispuestos a aceptar esta excepción a la Ley, pero al parecer no sentían compasión por una persona enferma.
Había otras excepciones que permitían romper la Ley y que no se consideraba pecado:
a. Cuando David comió de los panes de la proposición, no era considerado pecado, a pesar que estos panes estaban restringidos para el consumo de los sacerdotes[10].
b. Con el trabajo en el santuario, los sacerdotes profanaban el día de reposo, pero a pesar de ello no se consideraba pecado[11].
c. El llevar a los animales a beber en día de reposo, no era considerado pecado[12].
d. Si un animal estaba en peligro de perecer en día de reposo, no era considerado pecado sacarlo del apuro[13].
Hoy día, hay creyentes que no dudan en condenar a un cristiano que debe trabajar en domingo y no puede asistir a la reunión de la Iglesia, y hasta le aconsejan, y en algunos casos le ordenan, que renuncie a su trabajo para que pueda cumplir con su “obligación” de asistir al culto. ¿En qué se diferencian de los judíos que condenaban a Jesús? ¿No debe cada uno trabajar para poder llevar alimento a su mesa?
[1] Salmos 81.4.
[2] 1 Samuel 20.5; 2 Reyes 4.23; Amós 8.5.
[3] Éxodo 20.8-11.
[4] Éxodo 23.16.
[5] Éxodo 12.2.
[6] Éxodo 23.14-17, 34; 18.22.
[7] Deuteronomio 16.1-17.
[8] Levítico 23.39-43; Números 29.12-38.
[9] Diccionario Certeza; Diccionario Bíblico Fredy; Diccionario Bíblico Tenney; Diccionario Jesús de Nazareth. Fiestas.
[10] 1 Samuel 21.3-6; Mateo 12.3-4.
[11] Mateo 12.5.
[12] Lucas 13.10-17.
[13] Lucas 14.5.