2) Últimos reyes de Israel.
a) Salum.
A Salum, hijo de Jabes, el asesino de Zacarías, no le fue mucho mejor que a su víctima, ya que murió a mano de Menahem después de un mes. Salum ni recibe la evaluación que el autor suele dar de la conducta de cada rey.
b) Menahem.
Tifsa[1] se negó a abrirle las puertas a Menahem lo cual significa que el pueblo no lo reconocía como rey. La atrocidad que Menahem cometió allí fue una advertencia a otras ciudades para que no se les ocurriera hacer lo mismo.
La popularidad de Menahem no pudo haber mejorado cuando exigió más impuestos para poder dar una cantidad de plata a Pul, también llamado Tiglat-pileser III, rey de Asiria. Textos asirios también mencionan el pago de tributo de Menahem, pero no se insinúa en ellos que tuvo que rendirse por causa de una invasión. La declaración en 2 Reyes 15.19 acerca de que le dio a Tiglat-pileser toneladas de plata para que le ayudara a consolidar el reino en su mano insinúa una situación muy distinta. Menahem se sometió de voluntad propia porque necesitaba la ayuda asiria para combatir a enemigos indeterminados[2]. Textos asirios dan dos posibilidades para la fecha de este incidente: 743 o 738 a.C. A este obsequio inicial tan impresionante lo seguirían tributos anuales más humildes.
No importa qué clase de oposición Menahem enfrentaba, la causa principal por la que no le caía bien al escritor de Reyes es porque se adhirió a los pecados de Jeroboam.
c) Pekaía.
Pekaía, el hijo de Menahem, recibe el mismo veredicto. El hecho de que fue asesinado después de solo dos años sugiere que disfrutó de menos apoyo que su padre.
d) Péka.
El asesino y sucesor, no representaba una mejora en lo que a los pecados de Jeroboam se refiere. El hecho de que encabezaba un contingente de Galaad, al este del Jordán ha hecho pensar a algunos eruditos que ya había establecido un reino rival allí. La ventaja de esta teoría es que explica el reinado de 27 años, que de otra manera es imposible acomodar; los años se empezarían a contar desde el comienzo de su reino independiente. Péka y sus partidarios aparentemente querían terminar con el servilismo de Israel a Asiria. La política anti asiria de Péka explica la campaña devastadora de Tiglat-pileser en contra de Israel. No es sorprendente que los resultados catastróficos de la política de Péka lo hayan hecho impopular a su vez. Fue asesinado por Oseas, el último rey de Israel.
e) Jotam, rey de Judá.
Jotam recibe el mismo elogio mínimo que recibieron sus antecesores al trono de Judá. Los únicos eventos de su reinado que se distinguen tienen que ver con sus proyectos de edificación, de los cuales 2 Crónicas dice mucho más, y los ataques de Péka y Rezín que son el tema del próximo capítulo. Aquí, pero no en el capítulo 16, se dice que Adonay envió estos ataques.
f) Acaz, rey de Judá.
Por primera vez desde la muerte de Atalía el autor da un informe inequívocamente malo sobre un rey de Judá. Excepto por Joram, Acaz es el único rey de Judá del cual se dice que anduvo en el camino de los reyes de Israel. En el caso de Joram, la frase se refería específicamente a la apostasía de Acab[3], y parece que es lo mismo aquí ya que la apostasía, incluyendo holocaustos humanos que nunca son mencionados en la crítica de los reyes de Israel, caracterizó el reinado de Acaz.
i. Guerra contra Siria e Israel.
Rezín es el primer rey de Siria que se nombra desde que escuchamos de Ben-hadad hijo de Hazael, quien probablemente murió cerca del 770 a.C. Rezín reinaba en Damasco ya en 738 a.C., cuando Tiglat-pileser III recibía tributo de él. Textos asirios atestiguan que las campañas de Tiglat-pileser en contra de Israel y Siria ocurrieron en los años 733 y 732 a.C., respectivamente.
Isaías 7.1–6 alumbra más estos eventos. El cuadro que emerge es que Rezín y Péka querían crear una coalición en contra de Asiria en la que incluirían a Judá. No pudiendo persuadir a Acaz para que se uniera a ellos se propusieron quitarlo del trono y reemplazarlo con su propio candidato, Ben-tabeel[4]. Su éxito hubiera llevado a su fin la dinastía de David.
En 2 Reyes 16.6 dice que las campañas de Rezín resultaron en que recuperó Elat para Siria, lo cual es muy curioso porque Elat, cerca del golfo de Acaba, no parece haber estado bajo control sirio en ningún momento. Si se leyera “Edom” en lugar de Siria, lo cual requiere un cambio muy pequeño en hebreo, tiene más sentido geográfico y político.
La reacción de Acaz a la amenaza, en contra del consejo de Isaías[5], fue pedir ayuda de Asiria mandando un presente de oro y plata de los tesoros del palacio y del Templo a Tiglat-pileser. Al recurrir a Asiria buscando socorro Judá andaba en los pasos de Israel[6]: Un paso siniestro en vista de la absorción de Israel por el Imperio Asirio.
La reacción del rey asirio fue catastrófica tanto para Israel como para Siria. El fin de Israel se cuenta en 2 Reyes 15.29. La mitad del norte del territorio de Péka fue arrasada y mucha de la gente deportada; fue entonces cuando fue reorganizada como provincia asiria, dejando al sucesor de Pékaj en el trono de un reino muy reducido.
ii. El altar extranjero.
Se presume que la visita de Acaz a Tiglat-pileser ocurrió mientras éste estaba reorganizando Siria al haber conquistado Damasco en 732 a.C., y ahora formaba parte del sistema administrativo de Asiria.
No hay motivo de pensar que la decisión de Acaz de copiar el altar que vio en Damasco era un aspecto de su servilismo a Asiria. No se parece a los altares de estilo asirio, y 2 Crónicas 28.23 dice que era para el culto “a los dioses de Damasco”[7] que habían sido poderosos en contra de Israel en el pasado. En breve, la introducción de tal altar en el Templo de Jerusalén simplemente ilustra la atracción irresistible que Acaz tenía por los dioses extranjeros. La obediencia del sacerdote Urías muestra que él era tan apóstata como el rey o le servía de manera que no se permitía resistir. Lo más probable es que le obedecía por obligación porque más tarde recibe la aprobación de Isaías[8].
En 2 Reyes 16.17-18 se mencionan otras reformas que Acaz introdujo en el Templo, y la última se dice que fue hecha a causa del rey de Asiria. Lo que realmente significa no está claro. No hay razón de pensar que Tiglat-pileser III obligó a Acaz a instituir prácticas religiosas asirias, o que le obligó a reprimir la religión nacional de Judá. Quizá el pasadizo exterior del rey simbolizaba los vínculos entre el rey y el culto de Adonay que por alguna razón era inaceptable para el regente asirio.
g) El fin de Israel.
Sabemos por medio de textos asirios que Oseas fue nombrado rey, o al menos confirmado como tal, por Tiglat-pileser III. De modo que comenzó su reinado como un rey títere y vasallo.
Se dice que como rey no fue tan malo como sus antecesores: Un veredicto que se compara favorablemente con Acaz de Judá según 2 Reyes 16.3. De modo que es irónico que su reinado terminara con la destrucción de Israel.
Oseas causó la ira de Asiria al negarse a pagar el tributo anual y al negociar una alianza con Egipto. La identidad de So, rey de Egipto es incierta[9]. Sin embargo, Egipto en este momento era demasiado débil para poder dar un apoyo eficaz, así que el intento de la independencia resultó tan catastrófico como el de Péka anteriormente.
Para esa época, el hijo de Tiglat-pileser III, Salmanasar V (726–722 a.C.) le había sucedido. En 2 Reyes 17.4 se cuenta que Salmanasar detuvo y encarceló a Oseas. Dado que es improbable que esto haya sucedido antes de la invasión y sitio de Samaria que se menciona en 2 Reyes 17.5, lo más probable es que los eventos no se han dado en orden cronológico. El sitio de tres años debe haber traído gran hambre y todos los horrores relacionados con eso, al menos nos ahorran tener que leer los espantosos detalles. Dos veces Samaria había sido sitiada y dos veces se salvó[10], pero esta vez no iba a venir ayuda. La ciudad cayó en 722 a.C., al mismo tiempo de la muerte de Salmanasar V. En documentos asirios, su hermano y sucesor, Sargón II, se atribuye a sí mismo la toma de la ciudad. Los que fueron deportados eran 27.290 según Sargón. Esta cifra parece ser muy alta para Samaria así que debe tomar en cuenta gente de otras ciudades de Israel también. Los deportados fueron reubicados en distintas partes del Imperio Asirio, algunas de las cuales no se pueden ubicar con certidumbre.
3) Resumen teológico de la historia de Israel.
La mejora mínima de Oseas sobre sus antecesores no pudo hacer que cambiara el rumbo a la ruina inevitable de Israel a la cual la llevaban sus pecados. Seguir las prácticas de las naciones que Adonay había echado está expresamente prohibido en Levítico 18.3, 24–28, donde se predice que la consecuencia de la desobediencia será el exilio. Los lugares altos eran sitios de adoración en otros lugares, pero en la opinión del autor, eran ilegítimos, especialmente después de la construcción del Templo en Jerusalén. Sin embargo, no eran lugares donde se practicaba la idolatría. Pero aquí la situación es diferente; el autor critica la construcción de lugares altos para la veneración de dioses extranjeros. En 2 Reyes 17.12 se refiere al mandamiento en contra de la idolatría[11].
En 2 Reyes 17.13 se resume el mensaje de Adonay por medio de sus profetas tanto a Israel como a Judá. Por eso es probable que el uso del plural en los verbos que vienen a continuación en 2 Reyes 17.14–17: No obedecieron, desecharon, se hicieron vanos, imitaban, etc., tenga que ver tanto con Judá como con Israel. De cierto, la práctica de hacer holocaustos humanos ocurrió con Acaz y Manasés, los dos reyes de Judá. Sin embargo, el enfoque en 2 Reyes 17.16 es verdaderamente Israel, porque se refiere a los becerros de Jeroboam[12].
Cuando se dice que Dios echó de su presencia a su pueblo, se refiere a que fueron echados de la tierra. Esto no se debe a que el autor pensaba que Adonay estaba restringido al área de Israel, sino que consideraba esa área el ruedo en el cual los propósitos de Adonay para con su pueblo se cumplían. Judá entra de nuevo en la escena en 2 Reyes 17.19-20, y la expresión toda la descendencia de Israel en 2 Reyes 17.20 claramente incluye a Judá, es decir que todas las tribus descendieron del antepasado Jacob. El pasaje compara a los dos reinos y por lo tanto anticipa también el propio exilio de Judá.
El resumen final localiza la catástrofe de Israel hacia los pecados de Jeroboam y por lo tanto nos recuerda la profecía de Ahías de que el exilio sería el resultado final de las acciones de Jeroboam[13].
a) Acontecimientos subsiguientes en Samaria.
En 2 Reyes 17.24 no se debe interpretar para que diga que los israelitas fueron sustituidos por extranjeros a través de toda la tierra. La cantidad de israelitas deportados dada por Sargón no pudo haber sido toda la población de Israel ni aun la mayoría de la misma. Lo que 2 Reyes 17.24 describe es la sustitución de israelitas por extranjeros en Samaria y otras aldeas escogidas. Era la costumbre asiria sustituir poblaciones deportadas por grupos de otras partes del Imperio. El propósito era disminuir los sentimientos nacionalistas para que fuera menos probable una rebelión.
La conexión entre causa y efecto que se asume en 2 Reyes 17.26 suena un poco primitiva y supersticiosa pero el autor la comparte en 2 Reyes 17.25. Como siempre desea afirmar la soberanía de Adonay sobre los eventos históricos y discernir sus propósitos. Dadas las críticas del autor acerca de las prácticas religiosas de Israel, uno se imaginaría que el sacerdote que fue enviado de vuelta después del exilio sería apóstata. Sin embargo, no hay ningún indicio de eso en este relato, y no se le echa la culpa por el fracaso de la misión. De cierto, el fracaso fue solo parcial porque las poblaciones extranjeras adoptaron el culto de Adonay aunque no abandonaron la idolatría anterior. Como los israelitas en los días de Elías, trataron de protegerse de todo al venerar a Adonay junto con sus dioses tradicionales.
Aunque algunas versiones se refieran a “los samaritanos”[14] en 2 Reyes 17.29, otras versiones hacen lo correcto al referirse a “los de Samaria”[15]. No hay ninguna evidencia que conecte a los idólatras mencionados en este versículo y la secta de los samaritanos que eran estrictos monoteístas y que aparecen más tarde encontrándose en el Nuevo Testamento. El historiador judío Josefo, escribiendo en el siglo I d.C., influenció traducciones e interpretaciones de este pasaje por mucho tiempo al declarar que los samaritanos de su época descendían de los extranjeros que habían sido importados de Asiria[16]. Su afirmación no tenía fundamento histórico y lo que hacía era reflejar el prejuicio de esa época en contra de los samaritanos. En todo caso, los de Samaria en 2 Reyes 17.29 no se refiere a los extranjeros importados sino a los habitantes israelitas de cuyos altares se apoderaron los extranjeros.
b) Último comentario sobre Israel.
Aunque es común traducir 2 Reyes 17.34 como si comenzara más comentarios sobre la población importada del norte, hay buenos motivos para reconocer que hay una transición a otro tema. La primera parte del versículo ciertamente sigue a 2 Reyes 17.34: “Hasta el día de hoy siguen haciendo conforme a sus antiguas costumbres”[17], pero es mejor traducir la segunda parte como si comenzara: “No temen (reverencian) al SEÑOR,…”[18]. El pensamiento que se expresa aquí es que los extranjeros que se establecieron en el norte no eran únicos en el hecho que no veneraban a Adonay exclusivamente, porque nadie, ni siquiera los hijos de Jacob, a quien puso por nombre Israel, pudieron hacerlo. En 2 Reyes 17.35–39 se parafrasean los requisitos del pacto de Adonay con Israel como un eco de Deuteronomio 4–6. Tal como en 2 Reyes 17.20, todos los descendientes de Jacob se tienen en cuenta y, por lo tanto, 2 Reyes 17.40-41 incluyen a Judá tanto como a Israel al condenar a los que no actúan conforme a los requisitos del pacto y cuyos descendientes siguen actuando de la misma manera hasta el día de hoy.
Las comparaciones entre Israel y Judá que encontramos en este capítulo presagian la inminente destrucción de Judá.
[1] Ciudad situada cerca de Tirsa en Samaria, unos 48 kilómetros al norte de Jerusalén (2 Reyes 15.16). Fue víctima de la despiadada venganza de Manahem. Este, por encontrar las puertas cerradas, abrió las entrañas de las mujeres que estaban encinta.
[2] El incidente en Tifsa de 2 Reyes 15.16 sugiere que el problema era oposición interna; o pudo estar amenazado por un reino independiente desde el este del Jordán; ver comentario sobre Péka; o Siria pudo representar un nuevo peligro.
[3] 2 Reyes 8.18.
[4] Isaías 7.6.
[5] Isaías 7.
[6] 2 Reyes 15.19.
[7] NBLH
[8] Isaías 8.2.
[9] Pudo haber sido el Faraón libio Osorcon IV. Otra manera de leer sugiere que So era el nombre de un lugar: “… a So, al rey de Egipto.”
[10] 1 Reyes 20; 2 Reyes 6.24–7.20.
[11] Éxodo 20.4-5.
[12] 1 Reyes 12.28-30.
[13] 1 Reyes 14.15-16.
[14] BAD, BL95, CAB, JER, KJV, NBLH, NM, dicen “los samaritanos”, la Septuaginta dice “los samaritas”.
[15] DHH, NC, RV1865, RV60, RV95, RV2000, RVA y SSE.
[16] Flavio Josefo, Antigüedades de los Judíos IX, 14, iii.
[17] NBLH
[18] Ibid.
a) Salum.
A Salum, hijo de Jabes, el asesino de Zacarías, no le fue mucho mejor que a su víctima, ya que murió a mano de Menahem después de un mes. Salum ni recibe la evaluación que el autor suele dar de la conducta de cada rey.
b) Menahem.
Tifsa[1] se negó a abrirle las puertas a Menahem lo cual significa que el pueblo no lo reconocía como rey. La atrocidad que Menahem cometió allí fue una advertencia a otras ciudades para que no se les ocurriera hacer lo mismo.
La popularidad de Menahem no pudo haber mejorado cuando exigió más impuestos para poder dar una cantidad de plata a Pul, también llamado Tiglat-pileser III, rey de Asiria. Textos asirios también mencionan el pago de tributo de Menahem, pero no se insinúa en ellos que tuvo que rendirse por causa de una invasión. La declaración en 2 Reyes 15.19 acerca de que le dio a Tiglat-pileser toneladas de plata para que le ayudara a consolidar el reino en su mano insinúa una situación muy distinta. Menahem se sometió de voluntad propia porque necesitaba la ayuda asiria para combatir a enemigos indeterminados[2]. Textos asirios dan dos posibilidades para la fecha de este incidente: 743 o 738 a.C. A este obsequio inicial tan impresionante lo seguirían tributos anuales más humildes.
No importa qué clase de oposición Menahem enfrentaba, la causa principal por la que no le caía bien al escritor de Reyes es porque se adhirió a los pecados de Jeroboam.
c) Pekaía.
Pekaía, el hijo de Menahem, recibe el mismo veredicto. El hecho de que fue asesinado después de solo dos años sugiere que disfrutó de menos apoyo que su padre.
d) Péka.
El asesino y sucesor, no representaba una mejora en lo que a los pecados de Jeroboam se refiere. El hecho de que encabezaba un contingente de Galaad, al este del Jordán ha hecho pensar a algunos eruditos que ya había establecido un reino rival allí. La ventaja de esta teoría es que explica el reinado de 27 años, que de otra manera es imposible acomodar; los años se empezarían a contar desde el comienzo de su reino independiente. Péka y sus partidarios aparentemente querían terminar con el servilismo de Israel a Asiria. La política anti asiria de Péka explica la campaña devastadora de Tiglat-pileser en contra de Israel. No es sorprendente que los resultados catastróficos de la política de Péka lo hayan hecho impopular a su vez. Fue asesinado por Oseas, el último rey de Israel.
e) Jotam, rey de Judá.
Jotam recibe el mismo elogio mínimo que recibieron sus antecesores al trono de Judá. Los únicos eventos de su reinado que se distinguen tienen que ver con sus proyectos de edificación, de los cuales 2 Crónicas dice mucho más, y los ataques de Péka y Rezín que son el tema del próximo capítulo. Aquí, pero no en el capítulo 16, se dice que Adonay envió estos ataques.
f) Acaz, rey de Judá.
Por primera vez desde la muerte de Atalía el autor da un informe inequívocamente malo sobre un rey de Judá. Excepto por Joram, Acaz es el único rey de Judá del cual se dice que anduvo en el camino de los reyes de Israel. En el caso de Joram, la frase se refería específicamente a la apostasía de Acab[3], y parece que es lo mismo aquí ya que la apostasía, incluyendo holocaustos humanos que nunca son mencionados en la crítica de los reyes de Israel, caracterizó el reinado de Acaz.
i. Guerra contra Siria e Israel.
Rezín es el primer rey de Siria que se nombra desde que escuchamos de Ben-hadad hijo de Hazael, quien probablemente murió cerca del 770 a.C. Rezín reinaba en Damasco ya en 738 a.C., cuando Tiglat-pileser III recibía tributo de él. Textos asirios atestiguan que las campañas de Tiglat-pileser en contra de Israel y Siria ocurrieron en los años 733 y 732 a.C., respectivamente.
Isaías 7.1–6 alumbra más estos eventos. El cuadro que emerge es que Rezín y Péka querían crear una coalición en contra de Asiria en la que incluirían a Judá. No pudiendo persuadir a Acaz para que se uniera a ellos se propusieron quitarlo del trono y reemplazarlo con su propio candidato, Ben-tabeel[4]. Su éxito hubiera llevado a su fin la dinastía de David.
En 2 Reyes 16.6 dice que las campañas de Rezín resultaron en que recuperó Elat para Siria, lo cual es muy curioso porque Elat, cerca del golfo de Acaba, no parece haber estado bajo control sirio en ningún momento. Si se leyera “Edom” en lugar de Siria, lo cual requiere un cambio muy pequeño en hebreo, tiene más sentido geográfico y político.
La reacción de Acaz a la amenaza, en contra del consejo de Isaías[5], fue pedir ayuda de Asiria mandando un presente de oro y plata de los tesoros del palacio y del Templo a Tiglat-pileser. Al recurrir a Asiria buscando socorro Judá andaba en los pasos de Israel[6]: Un paso siniestro en vista de la absorción de Israel por el Imperio Asirio.
La reacción del rey asirio fue catastrófica tanto para Israel como para Siria. El fin de Israel se cuenta en 2 Reyes 15.29. La mitad del norte del territorio de Péka fue arrasada y mucha de la gente deportada; fue entonces cuando fue reorganizada como provincia asiria, dejando al sucesor de Pékaj en el trono de un reino muy reducido.
ii. El altar extranjero.
Se presume que la visita de Acaz a Tiglat-pileser ocurrió mientras éste estaba reorganizando Siria al haber conquistado Damasco en 732 a.C., y ahora formaba parte del sistema administrativo de Asiria.
No hay motivo de pensar que la decisión de Acaz de copiar el altar que vio en Damasco era un aspecto de su servilismo a Asiria. No se parece a los altares de estilo asirio, y 2 Crónicas 28.23 dice que era para el culto “a los dioses de Damasco”[7] que habían sido poderosos en contra de Israel en el pasado. En breve, la introducción de tal altar en el Templo de Jerusalén simplemente ilustra la atracción irresistible que Acaz tenía por los dioses extranjeros. La obediencia del sacerdote Urías muestra que él era tan apóstata como el rey o le servía de manera que no se permitía resistir. Lo más probable es que le obedecía por obligación porque más tarde recibe la aprobación de Isaías[8].
En 2 Reyes 16.17-18 se mencionan otras reformas que Acaz introdujo en el Templo, y la última se dice que fue hecha a causa del rey de Asiria. Lo que realmente significa no está claro. No hay razón de pensar que Tiglat-pileser III obligó a Acaz a instituir prácticas religiosas asirias, o que le obligó a reprimir la religión nacional de Judá. Quizá el pasadizo exterior del rey simbolizaba los vínculos entre el rey y el culto de Adonay que por alguna razón era inaceptable para el regente asirio.
g) El fin de Israel.
Sabemos por medio de textos asirios que Oseas fue nombrado rey, o al menos confirmado como tal, por Tiglat-pileser III. De modo que comenzó su reinado como un rey títere y vasallo.
Se dice que como rey no fue tan malo como sus antecesores: Un veredicto que se compara favorablemente con Acaz de Judá según 2 Reyes 16.3. De modo que es irónico que su reinado terminara con la destrucción de Israel.
Oseas causó la ira de Asiria al negarse a pagar el tributo anual y al negociar una alianza con Egipto. La identidad de So, rey de Egipto es incierta[9]. Sin embargo, Egipto en este momento era demasiado débil para poder dar un apoyo eficaz, así que el intento de la independencia resultó tan catastrófico como el de Péka anteriormente.
Para esa época, el hijo de Tiglat-pileser III, Salmanasar V (726–722 a.C.) le había sucedido. En 2 Reyes 17.4 se cuenta que Salmanasar detuvo y encarceló a Oseas. Dado que es improbable que esto haya sucedido antes de la invasión y sitio de Samaria que se menciona en 2 Reyes 17.5, lo más probable es que los eventos no se han dado en orden cronológico. El sitio de tres años debe haber traído gran hambre y todos los horrores relacionados con eso, al menos nos ahorran tener que leer los espantosos detalles. Dos veces Samaria había sido sitiada y dos veces se salvó[10], pero esta vez no iba a venir ayuda. La ciudad cayó en 722 a.C., al mismo tiempo de la muerte de Salmanasar V. En documentos asirios, su hermano y sucesor, Sargón II, se atribuye a sí mismo la toma de la ciudad. Los que fueron deportados eran 27.290 según Sargón. Esta cifra parece ser muy alta para Samaria así que debe tomar en cuenta gente de otras ciudades de Israel también. Los deportados fueron reubicados en distintas partes del Imperio Asirio, algunas de las cuales no se pueden ubicar con certidumbre.
3) Resumen teológico de la historia de Israel.
La mejora mínima de Oseas sobre sus antecesores no pudo hacer que cambiara el rumbo a la ruina inevitable de Israel a la cual la llevaban sus pecados. Seguir las prácticas de las naciones que Adonay había echado está expresamente prohibido en Levítico 18.3, 24–28, donde se predice que la consecuencia de la desobediencia será el exilio. Los lugares altos eran sitios de adoración en otros lugares, pero en la opinión del autor, eran ilegítimos, especialmente después de la construcción del Templo en Jerusalén. Sin embargo, no eran lugares donde se practicaba la idolatría. Pero aquí la situación es diferente; el autor critica la construcción de lugares altos para la veneración de dioses extranjeros. En 2 Reyes 17.12 se refiere al mandamiento en contra de la idolatría[11].
En 2 Reyes 17.13 se resume el mensaje de Adonay por medio de sus profetas tanto a Israel como a Judá. Por eso es probable que el uso del plural en los verbos que vienen a continuación en 2 Reyes 17.14–17: No obedecieron, desecharon, se hicieron vanos, imitaban, etc., tenga que ver tanto con Judá como con Israel. De cierto, la práctica de hacer holocaustos humanos ocurrió con Acaz y Manasés, los dos reyes de Judá. Sin embargo, el enfoque en 2 Reyes 17.16 es verdaderamente Israel, porque se refiere a los becerros de Jeroboam[12].
Cuando se dice que Dios echó de su presencia a su pueblo, se refiere a que fueron echados de la tierra. Esto no se debe a que el autor pensaba que Adonay estaba restringido al área de Israel, sino que consideraba esa área el ruedo en el cual los propósitos de Adonay para con su pueblo se cumplían. Judá entra de nuevo en la escena en 2 Reyes 17.19-20, y la expresión toda la descendencia de Israel en 2 Reyes 17.20 claramente incluye a Judá, es decir que todas las tribus descendieron del antepasado Jacob. El pasaje compara a los dos reinos y por lo tanto anticipa también el propio exilio de Judá.
El resumen final localiza la catástrofe de Israel hacia los pecados de Jeroboam y por lo tanto nos recuerda la profecía de Ahías de que el exilio sería el resultado final de las acciones de Jeroboam[13].
a) Acontecimientos subsiguientes en Samaria.
En 2 Reyes 17.24 no se debe interpretar para que diga que los israelitas fueron sustituidos por extranjeros a través de toda la tierra. La cantidad de israelitas deportados dada por Sargón no pudo haber sido toda la población de Israel ni aun la mayoría de la misma. Lo que 2 Reyes 17.24 describe es la sustitución de israelitas por extranjeros en Samaria y otras aldeas escogidas. Era la costumbre asiria sustituir poblaciones deportadas por grupos de otras partes del Imperio. El propósito era disminuir los sentimientos nacionalistas para que fuera menos probable una rebelión.
La conexión entre causa y efecto que se asume en 2 Reyes 17.26 suena un poco primitiva y supersticiosa pero el autor la comparte en 2 Reyes 17.25. Como siempre desea afirmar la soberanía de Adonay sobre los eventos históricos y discernir sus propósitos. Dadas las críticas del autor acerca de las prácticas religiosas de Israel, uno se imaginaría que el sacerdote que fue enviado de vuelta después del exilio sería apóstata. Sin embargo, no hay ningún indicio de eso en este relato, y no se le echa la culpa por el fracaso de la misión. De cierto, el fracaso fue solo parcial porque las poblaciones extranjeras adoptaron el culto de Adonay aunque no abandonaron la idolatría anterior. Como los israelitas en los días de Elías, trataron de protegerse de todo al venerar a Adonay junto con sus dioses tradicionales.
Aunque algunas versiones se refieran a “los samaritanos”[14] en 2 Reyes 17.29, otras versiones hacen lo correcto al referirse a “los de Samaria”[15]. No hay ninguna evidencia que conecte a los idólatras mencionados en este versículo y la secta de los samaritanos que eran estrictos monoteístas y que aparecen más tarde encontrándose en el Nuevo Testamento. El historiador judío Josefo, escribiendo en el siglo I d.C., influenció traducciones e interpretaciones de este pasaje por mucho tiempo al declarar que los samaritanos de su época descendían de los extranjeros que habían sido importados de Asiria[16]. Su afirmación no tenía fundamento histórico y lo que hacía era reflejar el prejuicio de esa época en contra de los samaritanos. En todo caso, los de Samaria en 2 Reyes 17.29 no se refiere a los extranjeros importados sino a los habitantes israelitas de cuyos altares se apoderaron los extranjeros.
b) Último comentario sobre Israel.
Aunque es común traducir 2 Reyes 17.34 como si comenzara más comentarios sobre la población importada del norte, hay buenos motivos para reconocer que hay una transición a otro tema. La primera parte del versículo ciertamente sigue a 2 Reyes 17.34: “Hasta el día de hoy siguen haciendo conforme a sus antiguas costumbres”[17], pero es mejor traducir la segunda parte como si comenzara: “No temen (reverencian) al SEÑOR,…”[18]. El pensamiento que se expresa aquí es que los extranjeros que se establecieron en el norte no eran únicos en el hecho que no veneraban a Adonay exclusivamente, porque nadie, ni siquiera los hijos de Jacob, a quien puso por nombre Israel, pudieron hacerlo. En 2 Reyes 17.35–39 se parafrasean los requisitos del pacto de Adonay con Israel como un eco de Deuteronomio 4–6. Tal como en 2 Reyes 17.20, todos los descendientes de Jacob se tienen en cuenta y, por lo tanto, 2 Reyes 17.40-41 incluyen a Judá tanto como a Israel al condenar a los que no actúan conforme a los requisitos del pacto y cuyos descendientes siguen actuando de la misma manera hasta el día de hoy.
Las comparaciones entre Israel y Judá que encontramos en este capítulo presagian la inminente destrucción de Judá.
[1] Ciudad situada cerca de Tirsa en Samaria, unos 48 kilómetros al norte de Jerusalén (2 Reyes 15.16). Fue víctima de la despiadada venganza de Manahem. Este, por encontrar las puertas cerradas, abrió las entrañas de las mujeres que estaban encinta.
[2] El incidente en Tifsa de 2 Reyes 15.16 sugiere que el problema era oposición interna; o pudo estar amenazado por un reino independiente desde el este del Jordán; ver comentario sobre Péka; o Siria pudo representar un nuevo peligro.
[3] 2 Reyes 8.18.
[4] Isaías 7.6.
[5] Isaías 7.
[6] 2 Reyes 15.19.
[7] NBLH
[8] Isaías 8.2.
[9] Pudo haber sido el Faraón libio Osorcon IV. Otra manera de leer sugiere que So era el nombre de un lugar: “… a So, al rey de Egipto.”
[10] 1 Reyes 20; 2 Reyes 6.24–7.20.
[11] Éxodo 20.4-5.
[12] 1 Reyes 12.28-30.
[13] 1 Reyes 14.15-16.
[14] BAD, BL95, CAB, JER, KJV, NBLH, NM, dicen “los samaritanos”, la Septuaginta dice “los samaritas”.
[15] DHH, NC, RV1865, RV60, RV95, RV2000, RVA y SSE.
[16] Flavio Josefo, Antigüedades de los Judíos IX, 14, iii.
[17] NBLH
[18] Ibid.