Capítulo 6
1. Los
servidores para las mesas.
6.1-7 Lucas da un giro en la narración, dejando de lado el relato anterior en donde se refería a la persecusión que habían estado sufriendo los enviados. Retoma en este capítulo el desarrollo de la Iglesia y de los problemas que iba enfrentando esta debido a su crecimiento.
Recordemos que los judíos se habían dividido una vez más, en esta ocasión distinguían entre los judíos ortodoxos y los judíos helenistas. Los primeros eran los que se habían mantenido en Palestina y gustaban de las tradiciones ancestrales; los segundos aceptaron los cambios que traía el ser parte del Imperio Romano y adoptaron prácticas más liberales, por eso eran llamados “helenistas”.
También debemos recordar que muchos cristianos de buen corazón habían decidido vender sus propiedades y traer lo recibido a los enviados, quienes a diferencia de los líderes religiosos de hoy, no se dejaron el dinero para enriquecerse ellos, sino que este dinero era para ayudar a los necesitados. Entonces, con este dinero, los cristianos ayudaban a las viudas de la congregación, pero al parecer hubo un descuido con las viudas helenas y no se les brindaba la ayuda que requerían, lo cual fue criticado por los helenistas y esto llegó a oídos de los enviados.
Llama también la atención que cuando se dio la crítica contra los enviados, ellos, en lugar de mandar maldiciones o amenazas de excomunión, aceptaron que algo se estaba haciendo mal y dieron una solución al asunto, en la que ellos no insisten en mantener el control de las finanzas, antes bien al contrario, prefieren que sean estos siete hombres los que se van a encargar de las cosas materiales para que ellos puedan dedicarse a las cosas espirituales.
No debemos ser ignorantes y pensar que estos siete estaban siendo nombrados como diáconos, estos vendrán más adelante en el desarrollo de la historia eclesial, mientras que estos otros eran elegidos para trabajar en una obra específica: “…a quienes establecerán para esta necesidad”. Para los diáconos hay requisitos diferentes que para estos siete varones[1], a quienes se les pidieron que cumplieran tres requisitos:
a. “De buen testimonio”. El buen testimonio no solo se limita a que nosotros hablemos bien de nosotros mismos, sino que lo que hacemos hable de tal manera que todos los que nos rodean puedan decir buenas cosas de nosotros. Pero tener buen testimonio tampoco se puede limitar a nuestra popularidad en la congregación, y lo digo porque conocí a un hombre que era muy apreciado por muchos en la congregación ya que era muy simpático, pero luego me enteré de que en su vida privada tenía prácticas pecaminosas; así que además de el aprecio de los demás, es necesario que sea bíblico, y por ello viene el segundo requisito.
b. “Llenos del Espíritu”. Me incomoda mucho escuchar a algunos predicadores que enseñan cantos y predican sobre recibir una cantidad mayor del Espíritu Santo en nuestra vida. La Palabra de dios dice: “Porque Aquél a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, pues El da el Espíritu sin medida”[2], por lo que no debemos hablar de recibir más del Espíritu, sino más bien el estar lleno del Espíritu es de acuerdo a nuestra disponibilidad a actuar de acuerdo al Espíritu, a vivir santamente. Tampoco es correcto pensar que al hablar de este requisito para estos hombres se esté refiriendo a los milagros que ellos hacían, porque hasta el momento los únicos a los que hemos visto hacer milagros es a los doce.
c. “Llenos de sabiduría”. Está hablando de que tuviesen sentido práctico para obrar diligentemente en lo que se les había encomendado.
¿Cómo actuó la congregación? Ellos recibieron de buena gana la sugerencia de los eviados e inmediatamente se pusierón en la búsqueda de quienes reunieran estos requisitos. Es interesante también ver la bondad del resto de la Iglesia, compuesta por judíos, que aceptaron que estos siete hombres fueran escogidos solamente de entre los griegos, los que habían iniciado la crítica.
Los siete varones escogidos eran:
a. Esteban: De origen judío. Su nombre significa “coronado”, esteb: corona. Se desconoce por completo su conversión al cristianismo. La Biblia se refiere a él por primera vez en el pasaje que estamos estudiando. Esteban se destacaba por la gracia, poder y sabiduría que manifestaba en su ministerio que fue mucho más amplio que el de servidor de mesas. Su ministerio provocó la hostilidad de los judíos y su irrefutable argumentación los irritó aun más.
b. Felipe: Se menciona por primera vez en este pasaje. Pero Felipe tampoco se limitó a “servir las mesas”. Al ser esparcida la iglesia a raíz del martirio de Esteban y la persecución encabezada por Saulo de Tarso, Felipe fue a Samaria. Allí predicó el evangelio con gran éxito y realizó milagros que acreditaron el mensaje, aun siendo judío en un ambiente hostil[3]. Guiado primeramente por un ángel, y luego por la voz del Espíritu Santo, Felipe dejó la floreciente obra de Samaria para encontrarse con un tesorero de Etiopía, quien regresaba a su tierra después de visitar a Jerusalén. Después, el evangelista fue arrebatado por el Espíritu para que continuara su labor en las ciudades del litoral del sudoeste[4] hasta establecer una sede en Cesarea donde Lucas lo halló años después[5]. La tradición posterior amplifica la mención de las cuatro hijas de Felipe que profetizaban, y sugiere Hierápolis como el lugar de la tumba de dos de ellas y de Felipe. Sin embargo, esto no se ha podido comprobar[6].
c. Prócoro: Después de la mención que de él se hace en Hechos, no sabemos por las fuentes bíblicas nada más de este hombre, aunque según la tradición, escribió un libro de Hechos que es una supuesta narración del ministerio del apóstol Juan en donde se ofrece abundantes novedades de tipo informativo. Una de ellas es la presentación de los personajes protagonistas y el contexto de sus respectivas misiones. La narración se inicia con la escena del reparto de las zonas de misión. Con ello conocemos las circunstancias que llevaron a Juan a la evangelización de Asia. Nos enteramos también de los motivos de la presencia de Prócoro como coprotagonista de todo el relato, que acabó representando, siempre según el texto del apócrifo, una misión de extraordinaria trascendencia al lado de Juan. No solamente marchó con él por los caminos de su ministerio como su servidor, sino que desempeñó labores de valor incalculable, por lo que Juan se dirigía a él con el cariñoso apelativo de “Prócoro, hijo mío”, ya que siempre a su lado como partícipe de sus sufrimientos y sus gozos. Hizo con fidelidad las labores de secretario en funciones tan importantes como la composición del Evangelio, en la que desempeñó el oficio esencial de amanuense. Su convivencia con su maestro está subrayada en todos los pasajes de sus Hechos con la afirmación de su presencia y su testimonio ocular. Prócoro se presenta a sí mismo como “autópta”, es decir, testigo de vista de los acontecimientos. Un uso constante de la primera persona en los verbos del relato viene a subrayar el interés del autor en garantizar la verdad y la plasticidad de su palabra. Sin embargo, la época de la composición del apócrifo[7], así como todo el modo y las características de la mentalidad del autor, delatan la realidad evidente de que la atribución de la autoría de Prócoro no es otra cosa que pura ficción literaria[8].
d. Nicanor: El nombre es de origen griego de “Nike-aner”, que significa “aquel que es vencedor de los hombres”. Cuenta la tradición que tan pronto como pudo dejar su labor de diaconado en buenas manos, fue enviado por los doce a evangelizar Chipre. Continuó en la isla predicando y practicando la caridad, por lo que las conversiones eran incontables. Dicen los hagiógrafos que hacía cundir milagrosamente los recursos que le confiaban. Murió el año 76, víctima de las primeras persecuciones.
e. Timón: Nombre que significa “apreciado”, “digno”. Según la tradición fue enviado a primero a Berea y luego a Corinto, donde su vida ejemplar dedicada a ayudar a los más necesitados y su predicación para difundir este espíritu, dio lugar a numerosas conversiones. Tanto los judíos como los griegos estaban celosos del auge que tomaba la nueva religión, por lo que se confabularon para detener a Timón y acabar con él. Haciendo, pues, un simulacro de juicio, lo condenaron a morir en la hoguera. Salió milagrosamente ileso, y como estaban empeñados en deshacerse de él a cualquier precio, lo clavaron en una cruz. Mientras padecía el suplicio, daba gracias a Dios por haberle concedido la gracia de morir como su maestro[9].
f. Parmenas: Según la tradición murió martirizado en Filipos de Macedonia bajo el gobierno de Trajano.
g. Nicolás: De él sabemos que era un antioqueño que fue convertido al judaísmo, pero nada más. Algunos han llegado a pensar que se desvió de la fe y fue el lider de lo que después es conocido como los “nicolaitas”[10], pero no hay pruebas firmes para aceptar algo semejante.
De estos siete hombres, solo dos se mencionan de nuevo en este libro, aunque esto no significa que los otros cinco dejaran el trabajo en la Iglesia. Las funciones de estos servidores no duraron mucho tiempo debido a las circunstancias que se dieron en la Iglesia de Jerusalén que veremos más adelante.
De nuevo se menciona el avance de la Obra en Jerusalén, asegurándonos no solo que el número de los cristianos iba en ascenso, sino que muchos de los sacerdotes también estaban obediciendo a la Palabra, que es un gran triunfo debido a que ellos eran los principales enemigos del cristianismo que se convertía en un peligro para su propio sustento, por lo que es una señal que cuando los sacerdotes comienzan a abandonar sus enseñanzas, su maquinaria religiosa está presta a caer.
Según algunos grupos religiosos, en el cristianismo no hay que hacer nada más que creer, pero cuando este texto nos dice que los sacerdotes estaban “obedeciendo a la fe”, nos dice que en el cristianismo hay que actuar de alguna manera. ¿Qué cosa? Es necesario que recordemos los seis requisitos para ser salvos: Oír, creer, arrepentirse, confesar a Jesús como Señor, sumergirse en agua para perdón de los pecados y vivir en santidad. Sin estos seis requisitos, simplemente no podemos decir que somos salvos.
2. Martirio de Esteban 6.8-7.60.
a. Esteban arrestado y falsamente acusado.
6.8-15 La Iglesia se encontraba en un momento de prosperidad debido a que la gente se encontraba admirada por los milagros y señales que eran hechos por los enviados y por aquellos que habían recibido la imposición de manos de ellos, y Esteban es el primero del que se habla en este sentido.
Ya vimos que este hombre estaba lleno del poder del Espíritu Santo y de sabiduría, por lo que era querido y respetado por todos en la Iglesia, pero no era así con los enemigos de esta. Había en Jerusalén una sinagoga a la que llamaban la de los Libertos, y estos libertos habrían sido descendientes de los judíos llevados cautivos por Pompeyo en el 63 a.C., y que habían recuperado su libertad. Como habían crecido en países extranjeros, pertenecían a los judíos helenísticos, y por lo tanto se habían unido a los de Alejandría y de Cirene en Jerusalén. Durante las excavaciones de 1914 en Jerusalén, R. Weill descubrió una inscripción que pudo haber estado en esta sinagoga: Mencionaba que el lugar había sido construido para que lo usaran los judíos de la dispersión. La inscripción, que todavía es casi completamente legible, dice: “Teodosio, el hijo de Veteno, sacerdote y dirigente de la sinagoga, hijo de un dirigente de sinagoga, hijo del hijo de un dirigente de la sinagoga, construyó la sinagoga para la lectura de la ley y para la enseñanza de los mandamientos, y también para el alojamiento y las cámaras y comodidades de agua de una posada para quien la necesite viniendo de afuera, de la cual, la sinagoga, sus padres y ancianos y Simónides pusieron el fundamento”[11]. Es probable que Esteban, siendo un helenista, hubiese sido miembro de esta sinagoga antes de ser cristiano.
Los miembros de esta sinagoga disputaron con Esteban, aunque no sabemos el tema de la discusión, pero es posible que fuese el de la mesianidad de Jesús. Recordemos que las personas más respetadas por su conocimiento de las Escrituras no eran los sacerdotes ni los saduceos, sino los escribas, que en su mayoría eran fariseos, que también se destacaban por poseer algún tipo de riqueza. Es probable que ellos trataran de persuadir a Esteban para que dejara la nueva “secta” o que Esteban llegó a la sinagoga para anunciar las buenas nuevas y se vió enfrascado en una fuerte discusión. Esta era la primera vez que, desde que Jesús ya no estaba con ellos, los cristianos se veían involucrados en una discusión fuerte con sus opositores. La verdad es que estos libertos no podían rebatirle a Esteban y eso les causaba molestia, por lo que no tuvieron reparo en poner testigos falsos que hablaran contra él, primero diciendo mentiras sobre el respeto que se debía a Dios y a Moisés. La falsedad de su acusación se mira en que de ser cierto, la reacción inmediata hubiera sido de capturarlo ahí mismo y apedrearlo, pero como esto no sucedió así, nos dice que ellos estaban inventando la acusación, pero la idea de ellos era agitar al pueblo contra los cristianos, y con una mentira semejante, muchos no razonarían estas cosas. Para los enemigos era algo clave, ya que antes no habían actuado contra los cristianos por temor al pueblo, pero si lograban su antipatía tendrían la puerta abierta. Además, no acusaban a los líderes cristianos, sino a uno que apenas se estaba dando a conocer entre el pueblo, pero que a la postre traería la ceguera en las masas que ya no respetarían nada.
Al acusar a Esteban de blasfemia, la reacción va a ser llevarlo ante el Sanedrín. Pero delante del Sanedrín estos hombres cambian su discurso y ahora utilizan palabras con las que antes habían acusado a Jesús: Qué Él destruiría el Templo y desde luego, lo acusan de haber atacado las tradiciones que los judíos tenían en gran estima.
Después de escuchar las acusaciones, todos se volvieron a Esteban, que ocupaba el mismo sitio que hace poco había sido el de su Maestro. Quienes lo juzgaban eran los mismos que habían condenado a Jesús y que le odiaban de la misma manera, por lo que no podía esperar un tratamiento diferente. Quizá él midió esto y se sintió agradecido por poder estar en el mismo sitio que Jesús, unido a la paz que le infundía el Espíritu Santo, le dio un aspecto tan poco tenso y desesperado, que es lo que se esperaría en una persona acusada y especialmente si la acusación es verdadera, que produce que los que le miran vean algo sobrenatural en él, y que después dijeran que su rostro era como el de un ángel.
[1] 1 Timoteo 3.12-13.
[2] Juan 3.34.
[3] Hechos 8.1-13.
[4] Hechos 8.26-40.
[5] Hechos 21.8.
[6] Diccionario Nelson. Felipe.
[7] Siglos V ó VI.
[8] www.wikicristiano.org/diccionario.../prócoro/
[9] www.elalmanaque.com
[10] Revelación 2.6, 15.
[11] www.wikicristiano.org/diccionario-biblico/2887/liberto
6.1-7 Lucas da un giro en la narración, dejando de lado el relato anterior en donde se refería a la persecusión que habían estado sufriendo los enviados. Retoma en este capítulo el desarrollo de la Iglesia y de los problemas que iba enfrentando esta debido a su crecimiento.
Recordemos que los judíos se habían dividido una vez más, en esta ocasión distinguían entre los judíos ortodoxos y los judíos helenistas. Los primeros eran los que se habían mantenido en Palestina y gustaban de las tradiciones ancestrales; los segundos aceptaron los cambios que traía el ser parte del Imperio Romano y adoptaron prácticas más liberales, por eso eran llamados “helenistas”.
También debemos recordar que muchos cristianos de buen corazón habían decidido vender sus propiedades y traer lo recibido a los enviados, quienes a diferencia de los líderes religiosos de hoy, no se dejaron el dinero para enriquecerse ellos, sino que este dinero era para ayudar a los necesitados. Entonces, con este dinero, los cristianos ayudaban a las viudas de la congregación, pero al parecer hubo un descuido con las viudas helenas y no se les brindaba la ayuda que requerían, lo cual fue criticado por los helenistas y esto llegó a oídos de los enviados.
Llama también la atención que cuando se dio la crítica contra los enviados, ellos, en lugar de mandar maldiciones o amenazas de excomunión, aceptaron que algo se estaba haciendo mal y dieron una solución al asunto, en la que ellos no insisten en mantener el control de las finanzas, antes bien al contrario, prefieren que sean estos siete hombres los que se van a encargar de las cosas materiales para que ellos puedan dedicarse a las cosas espirituales.
No debemos ser ignorantes y pensar que estos siete estaban siendo nombrados como diáconos, estos vendrán más adelante en el desarrollo de la historia eclesial, mientras que estos otros eran elegidos para trabajar en una obra específica: “…a quienes establecerán para esta necesidad”. Para los diáconos hay requisitos diferentes que para estos siete varones[1], a quienes se les pidieron que cumplieran tres requisitos:
a. “De buen testimonio”. El buen testimonio no solo se limita a que nosotros hablemos bien de nosotros mismos, sino que lo que hacemos hable de tal manera que todos los que nos rodean puedan decir buenas cosas de nosotros. Pero tener buen testimonio tampoco se puede limitar a nuestra popularidad en la congregación, y lo digo porque conocí a un hombre que era muy apreciado por muchos en la congregación ya que era muy simpático, pero luego me enteré de que en su vida privada tenía prácticas pecaminosas; así que además de el aprecio de los demás, es necesario que sea bíblico, y por ello viene el segundo requisito.
b. “Llenos del Espíritu”. Me incomoda mucho escuchar a algunos predicadores que enseñan cantos y predican sobre recibir una cantidad mayor del Espíritu Santo en nuestra vida. La Palabra de dios dice: “Porque Aquél a quien Dios ha enviado habla las palabras de Dios, pues El da el Espíritu sin medida”[2], por lo que no debemos hablar de recibir más del Espíritu, sino más bien el estar lleno del Espíritu es de acuerdo a nuestra disponibilidad a actuar de acuerdo al Espíritu, a vivir santamente. Tampoco es correcto pensar que al hablar de este requisito para estos hombres se esté refiriendo a los milagros que ellos hacían, porque hasta el momento los únicos a los que hemos visto hacer milagros es a los doce.
c. “Llenos de sabiduría”. Está hablando de que tuviesen sentido práctico para obrar diligentemente en lo que se les había encomendado.
¿Cómo actuó la congregación? Ellos recibieron de buena gana la sugerencia de los eviados e inmediatamente se pusierón en la búsqueda de quienes reunieran estos requisitos. Es interesante también ver la bondad del resto de la Iglesia, compuesta por judíos, que aceptaron que estos siete hombres fueran escogidos solamente de entre los griegos, los que habían iniciado la crítica.
Los siete varones escogidos eran:
a. Esteban: De origen judío. Su nombre significa “coronado”, esteb: corona. Se desconoce por completo su conversión al cristianismo. La Biblia se refiere a él por primera vez en el pasaje que estamos estudiando. Esteban se destacaba por la gracia, poder y sabiduría que manifestaba en su ministerio que fue mucho más amplio que el de servidor de mesas. Su ministerio provocó la hostilidad de los judíos y su irrefutable argumentación los irritó aun más.
b. Felipe: Se menciona por primera vez en este pasaje. Pero Felipe tampoco se limitó a “servir las mesas”. Al ser esparcida la iglesia a raíz del martirio de Esteban y la persecución encabezada por Saulo de Tarso, Felipe fue a Samaria. Allí predicó el evangelio con gran éxito y realizó milagros que acreditaron el mensaje, aun siendo judío en un ambiente hostil[3]. Guiado primeramente por un ángel, y luego por la voz del Espíritu Santo, Felipe dejó la floreciente obra de Samaria para encontrarse con un tesorero de Etiopía, quien regresaba a su tierra después de visitar a Jerusalén. Después, el evangelista fue arrebatado por el Espíritu para que continuara su labor en las ciudades del litoral del sudoeste[4] hasta establecer una sede en Cesarea donde Lucas lo halló años después[5]. La tradición posterior amplifica la mención de las cuatro hijas de Felipe que profetizaban, y sugiere Hierápolis como el lugar de la tumba de dos de ellas y de Felipe. Sin embargo, esto no se ha podido comprobar[6].
c. Prócoro: Después de la mención que de él se hace en Hechos, no sabemos por las fuentes bíblicas nada más de este hombre, aunque según la tradición, escribió un libro de Hechos que es una supuesta narración del ministerio del apóstol Juan en donde se ofrece abundantes novedades de tipo informativo. Una de ellas es la presentación de los personajes protagonistas y el contexto de sus respectivas misiones. La narración se inicia con la escena del reparto de las zonas de misión. Con ello conocemos las circunstancias que llevaron a Juan a la evangelización de Asia. Nos enteramos también de los motivos de la presencia de Prócoro como coprotagonista de todo el relato, que acabó representando, siempre según el texto del apócrifo, una misión de extraordinaria trascendencia al lado de Juan. No solamente marchó con él por los caminos de su ministerio como su servidor, sino que desempeñó labores de valor incalculable, por lo que Juan se dirigía a él con el cariñoso apelativo de “Prócoro, hijo mío”, ya que siempre a su lado como partícipe de sus sufrimientos y sus gozos. Hizo con fidelidad las labores de secretario en funciones tan importantes como la composición del Evangelio, en la que desempeñó el oficio esencial de amanuense. Su convivencia con su maestro está subrayada en todos los pasajes de sus Hechos con la afirmación de su presencia y su testimonio ocular. Prócoro se presenta a sí mismo como “autópta”, es decir, testigo de vista de los acontecimientos. Un uso constante de la primera persona en los verbos del relato viene a subrayar el interés del autor en garantizar la verdad y la plasticidad de su palabra. Sin embargo, la época de la composición del apócrifo[7], así como todo el modo y las características de la mentalidad del autor, delatan la realidad evidente de que la atribución de la autoría de Prócoro no es otra cosa que pura ficción literaria[8].
d. Nicanor: El nombre es de origen griego de “Nike-aner”, que significa “aquel que es vencedor de los hombres”. Cuenta la tradición que tan pronto como pudo dejar su labor de diaconado en buenas manos, fue enviado por los doce a evangelizar Chipre. Continuó en la isla predicando y practicando la caridad, por lo que las conversiones eran incontables. Dicen los hagiógrafos que hacía cundir milagrosamente los recursos que le confiaban. Murió el año 76, víctima de las primeras persecuciones.
e. Timón: Nombre que significa “apreciado”, “digno”. Según la tradición fue enviado a primero a Berea y luego a Corinto, donde su vida ejemplar dedicada a ayudar a los más necesitados y su predicación para difundir este espíritu, dio lugar a numerosas conversiones. Tanto los judíos como los griegos estaban celosos del auge que tomaba la nueva religión, por lo que se confabularon para detener a Timón y acabar con él. Haciendo, pues, un simulacro de juicio, lo condenaron a morir en la hoguera. Salió milagrosamente ileso, y como estaban empeñados en deshacerse de él a cualquier precio, lo clavaron en una cruz. Mientras padecía el suplicio, daba gracias a Dios por haberle concedido la gracia de morir como su maestro[9].
f. Parmenas: Según la tradición murió martirizado en Filipos de Macedonia bajo el gobierno de Trajano.
g. Nicolás: De él sabemos que era un antioqueño que fue convertido al judaísmo, pero nada más. Algunos han llegado a pensar que se desvió de la fe y fue el lider de lo que después es conocido como los “nicolaitas”[10], pero no hay pruebas firmes para aceptar algo semejante.
De estos siete hombres, solo dos se mencionan de nuevo en este libro, aunque esto no significa que los otros cinco dejaran el trabajo en la Iglesia. Las funciones de estos servidores no duraron mucho tiempo debido a las circunstancias que se dieron en la Iglesia de Jerusalén que veremos más adelante.
De nuevo se menciona el avance de la Obra en Jerusalén, asegurándonos no solo que el número de los cristianos iba en ascenso, sino que muchos de los sacerdotes también estaban obediciendo a la Palabra, que es un gran triunfo debido a que ellos eran los principales enemigos del cristianismo que se convertía en un peligro para su propio sustento, por lo que es una señal que cuando los sacerdotes comienzan a abandonar sus enseñanzas, su maquinaria religiosa está presta a caer.
Según algunos grupos religiosos, en el cristianismo no hay que hacer nada más que creer, pero cuando este texto nos dice que los sacerdotes estaban “obedeciendo a la fe”, nos dice que en el cristianismo hay que actuar de alguna manera. ¿Qué cosa? Es necesario que recordemos los seis requisitos para ser salvos: Oír, creer, arrepentirse, confesar a Jesús como Señor, sumergirse en agua para perdón de los pecados y vivir en santidad. Sin estos seis requisitos, simplemente no podemos decir que somos salvos.
2. Martirio de Esteban 6.8-7.60.
a. Esteban arrestado y falsamente acusado.
6.8-15 La Iglesia se encontraba en un momento de prosperidad debido a que la gente se encontraba admirada por los milagros y señales que eran hechos por los enviados y por aquellos que habían recibido la imposición de manos de ellos, y Esteban es el primero del que se habla en este sentido.
Ya vimos que este hombre estaba lleno del poder del Espíritu Santo y de sabiduría, por lo que era querido y respetado por todos en la Iglesia, pero no era así con los enemigos de esta. Había en Jerusalén una sinagoga a la que llamaban la de los Libertos, y estos libertos habrían sido descendientes de los judíos llevados cautivos por Pompeyo en el 63 a.C., y que habían recuperado su libertad. Como habían crecido en países extranjeros, pertenecían a los judíos helenísticos, y por lo tanto se habían unido a los de Alejandría y de Cirene en Jerusalén. Durante las excavaciones de 1914 en Jerusalén, R. Weill descubrió una inscripción que pudo haber estado en esta sinagoga: Mencionaba que el lugar había sido construido para que lo usaran los judíos de la dispersión. La inscripción, que todavía es casi completamente legible, dice: “Teodosio, el hijo de Veteno, sacerdote y dirigente de la sinagoga, hijo de un dirigente de sinagoga, hijo del hijo de un dirigente de la sinagoga, construyó la sinagoga para la lectura de la ley y para la enseñanza de los mandamientos, y también para el alojamiento y las cámaras y comodidades de agua de una posada para quien la necesite viniendo de afuera, de la cual, la sinagoga, sus padres y ancianos y Simónides pusieron el fundamento”[11]. Es probable que Esteban, siendo un helenista, hubiese sido miembro de esta sinagoga antes de ser cristiano.
Los miembros de esta sinagoga disputaron con Esteban, aunque no sabemos el tema de la discusión, pero es posible que fuese el de la mesianidad de Jesús. Recordemos que las personas más respetadas por su conocimiento de las Escrituras no eran los sacerdotes ni los saduceos, sino los escribas, que en su mayoría eran fariseos, que también se destacaban por poseer algún tipo de riqueza. Es probable que ellos trataran de persuadir a Esteban para que dejara la nueva “secta” o que Esteban llegó a la sinagoga para anunciar las buenas nuevas y se vió enfrascado en una fuerte discusión. Esta era la primera vez que, desde que Jesús ya no estaba con ellos, los cristianos se veían involucrados en una discusión fuerte con sus opositores. La verdad es que estos libertos no podían rebatirle a Esteban y eso les causaba molestia, por lo que no tuvieron reparo en poner testigos falsos que hablaran contra él, primero diciendo mentiras sobre el respeto que se debía a Dios y a Moisés. La falsedad de su acusación se mira en que de ser cierto, la reacción inmediata hubiera sido de capturarlo ahí mismo y apedrearlo, pero como esto no sucedió así, nos dice que ellos estaban inventando la acusación, pero la idea de ellos era agitar al pueblo contra los cristianos, y con una mentira semejante, muchos no razonarían estas cosas. Para los enemigos era algo clave, ya que antes no habían actuado contra los cristianos por temor al pueblo, pero si lograban su antipatía tendrían la puerta abierta. Además, no acusaban a los líderes cristianos, sino a uno que apenas se estaba dando a conocer entre el pueblo, pero que a la postre traería la ceguera en las masas que ya no respetarían nada.
Al acusar a Esteban de blasfemia, la reacción va a ser llevarlo ante el Sanedrín. Pero delante del Sanedrín estos hombres cambian su discurso y ahora utilizan palabras con las que antes habían acusado a Jesús: Qué Él destruiría el Templo y desde luego, lo acusan de haber atacado las tradiciones que los judíos tenían en gran estima.
Después de escuchar las acusaciones, todos se volvieron a Esteban, que ocupaba el mismo sitio que hace poco había sido el de su Maestro. Quienes lo juzgaban eran los mismos que habían condenado a Jesús y que le odiaban de la misma manera, por lo que no podía esperar un tratamiento diferente. Quizá él midió esto y se sintió agradecido por poder estar en el mismo sitio que Jesús, unido a la paz que le infundía el Espíritu Santo, le dio un aspecto tan poco tenso y desesperado, que es lo que se esperaría en una persona acusada y especialmente si la acusación es verdadera, que produce que los que le miran vean algo sobrenatural en él, y que después dijeran que su rostro era como el de un ángel.
[1] 1 Timoteo 3.12-13.
[2] Juan 3.34.
[3] Hechos 8.1-13.
[4] Hechos 8.26-40.
[5] Hechos 21.8.
[6] Diccionario Nelson. Felipe.
[7] Siglos V ó VI.
[8] www.wikicristiano.org/diccionario.../prócoro/
[9] www.elalmanaque.com
[10] Revelación 2.6, 15.
[11] www.wikicristiano.org/diccionario-biblico/2887/liberto