f. Cuerpos de los vivos trasladados.
15.51-58 Pablo desea capturar una vez más la atención de los creyentes con estas palabras. Iba a revelarles un misterio que la mente normal no logra comprender. Los seres humanos tratan de comprender lo secreto de Dios por medio de sus propias investigaciones, pero lo que hacen es perder el tiempo. El misterio al que se refiere Pablo consiste en la transformación del cuerpo en el retorno del Señor.
No todos vamos a morir. Pablo esperaba el regreso del Señor en su tiempo, por ello se incluye entre los que van a estar vivos en el día del Señor. Pero aunque no todos vayamos a morir, todos vamos a ser transformados. Nuestro cuerpo no puede entrar al Cielo, por ello debe sufrir una transformación.
Notemos que Pablo dice que todos los muertos y los vivos seremos cambiados, por lo que la enseñanza de que va a haber un “rapto” de cristianos y que los no cristianos se quedarán en la tierra, no es más que otra de las grandes mentiras del premileniarismo.
¿Cómo va a ser el cambio? Va a ser algo tan rápido que Pablo usa la expresión “átomos”, de donde surge nuestra palabra “átomo”, para indicar que no hay nada tan veloz, va a ser instantáneo y no nos daremos cuenta hasta que ya haya ocurrido. Pablo también dice que es en un parpadeo.
¿Cuándo va a ocurrir? Al sonar la última trompeta, la trompeta que se tocará para indicar que ya todo terminó. Y si alguien lo pone en duda, Pablo lo repite, sonará la trompeta y entonces ocurrirá un evento singular, cuando los muertos serán levantados con sus cuerpos cambiados, y nosotros también seremos transformados.
¿Por qué se va a dar ese cambio? Porque nada corrupto puede estar en la presencia de Dios. Y aquí Pablo usa la palabra “investido” porque será algo que nos venga a cubrir. Seguiremos siendo quienes somos, pero el cuerpo será diferente. Ya no moriremos, no envejeceremos, no nos pudriremos.
Y entonces se cumplirá la palabra de Isaías 25.8. La muerte ya no va a ser más, se acabará el imperio de la muerte[1].
Pablo hace una personificación de la muerte y le hace preguntas: “¿Dónde está muerte, tu conquista victoriosa? ¿Dónde está muerte, el aguijón?”, esto lo hace en son de burla porque sabe que Cristo tiene la victoria sobre la muerte. Es cierto que mientras el hombre está sujeto a la carne pierde la lucha contra la muerte, pero con la resurrección que da el poder de Dios, la muerte es derrotada.
Adán fue creado con el fin de que fuese inmortal, pero el pecado permitió la entrada a la muerte física, no solo de él sino de todos sus descendientes. Al pecar no solo se permitió la entrada de la muerte física, es decir, la separación del cuerpo y el alma, sino que se dio la muerte espiritual, es decir, la separación del espíritu con su Creador.
Pecado significa ir en contra de la Voluntad de Dios, así que el hombre peca al romper cualquier Ley de Dios[2]. Dios ha dado sus mandatos y el hombre debe obedecerlos, pero en vez de hacerlo, prefiere hacer las cosas de acuerdo a su voluntad, por lo que peca y entra en la condenación de Dios[3]. Si la Ley no existiera, no existiría el pecado, ya que la Ley es la que nos lleva al conocimiento del pecado[4]. Como el hombre tiene el conocimiento de la Voluntad de Dios es responsable por su manera de actuar delante de Dios. El pecado sentencia al hombre a estar separado de Dios, pero al venir Cristo, deshizo la obra satánica[5]. Entonces la muerte física es introducida por el pecado del primer hombre, y como consecuencia de esto la muerte espiritual es atraída por el pecado de cada persona en particular[6].
“Pero a Dios gracias”, porque es por la misericordia de Dios que recibimos la salvación, y la victoria sobre la muerte, lo cual fue logrado por el Señor Jesús al morir en la cruz y al resucitar al tercer día.
“De modo que”, ahora viene la conclusión a todo lo que ha venido hablando. Ya va a detenerse y a pasar a otro asunto, y les termina diciendo “hermanos míos amados”, para subrayar que la exhortación ha sido dada en amor.
La actitud que tomemos frente a la fe es nuestra, nadie puede decidir por nosotros, y es algo que debemos escoger cada uno, voy a estar firme o voy a claudicar. Pablo le dice a los corintios y a nosotros que no nos movamos; es un mandato en tiempo presente, y es algo que va en abierta oposición a la doctrina calvinista de la predestinación y de que el cristiano no puede pecar.
Pero no es suficiente que el creyente se mantenga firme, sino que debe crecer de tal manera que se exceda, que vaya más allá. Hay quienes consideran que es suficiente ir al culto el domingo, cargar su Biblia, depositar unas cuantas monedas en la ofrenda y participar de la Cena. Conozco creyentes que a pesar de haber pasado años en la Iglesia no han avanzado nada y siguen siendo tan inmaduros como cuando llegaron.
¡No olvidemos que el trabajo en la Obra de Dios no es en vano! Esto debe motivarnos a estar alerta y a estar dispuestos a tomar los retos que nos exige la Obra cada día.
[1] Hebreos 2.14.
[2] 1 Juan 3.4.
[3] Gálatas 3.10.
[4] Romanos 3.20.
[5] 1 Juan 3.8.
[6] Romanos 5.12.
15.51-58 Pablo desea capturar una vez más la atención de los creyentes con estas palabras. Iba a revelarles un misterio que la mente normal no logra comprender. Los seres humanos tratan de comprender lo secreto de Dios por medio de sus propias investigaciones, pero lo que hacen es perder el tiempo. El misterio al que se refiere Pablo consiste en la transformación del cuerpo en el retorno del Señor.
No todos vamos a morir. Pablo esperaba el regreso del Señor en su tiempo, por ello se incluye entre los que van a estar vivos en el día del Señor. Pero aunque no todos vayamos a morir, todos vamos a ser transformados. Nuestro cuerpo no puede entrar al Cielo, por ello debe sufrir una transformación.
Notemos que Pablo dice que todos los muertos y los vivos seremos cambiados, por lo que la enseñanza de que va a haber un “rapto” de cristianos y que los no cristianos se quedarán en la tierra, no es más que otra de las grandes mentiras del premileniarismo.
¿Cómo va a ser el cambio? Va a ser algo tan rápido que Pablo usa la expresión “átomos”, de donde surge nuestra palabra “átomo”, para indicar que no hay nada tan veloz, va a ser instantáneo y no nos daremos cuenta hasta que ya haya ocurrido. Pablo también dice que es en un parpadeo.
¿Cuándo va a ocurrir? Al sonar la última trompeta, la trompeta que se tocará para indicar que ya todo terminó. Y si alguien lo pone en duda, Pablo lo repite, sonará la trompeta y entonces ocurrirá un evento singular, cuando los muertos serán levantados con sus cuerpos cambiados, y nosotros también seremos transformados.
¿Por qué se va a dar ese cambio? Porque nada corrupto puede estar en la presencia de Dios. Y aquí Pablo usa la palabra “investido” porque será algo que nos venga a cubrir. Seguiremos siendo quienes somos, pero el cuerpo será diferente. Ya no moriremos, no envejeceremos, no nos pudriremos.
Y entonces se cumplirá la palabra de Isaías 25.8. La muerte ya no va a ser más, se acabará el imperio de la muerte[1].
Pablo hace una personificación de la muerte y le hace preguntas: “¿Dónde está muerte, tu conquista victoriosa? ¿Dónde está muerte, el aguijón?”, esto lo hace en son de burla porque sabe que Cristo tiene la victoria sobre la muerte. Es cierto que mientras el hombre está sujeto a la carne pierde la lucha contra la muerte, pero con la resurrección que da el poder de Dios, la muerte es derrotada.
Adán fue creado con el fin de que fuese inmortal, pero el pecado permitió la entrada a la muerte física, no solo de él sino de todos sus descendientes. Al pecar no solo se permitió la entrada de la muerte física, es decir, la separación del cuerpo y el alma, sino que se dio la muerte espiritual, es decir, la separación del espíritu con su Creador.
Pecado significa ir en contra de la Voluntad de Dios, así que el hombre peca al romper cualquier Ley de Dios[2]. Dios ha dado sus mandatos y el hombre debe obedecerlos, pero en vez de hacerlo, prefiere hacer las cosas de acuerdo a su voluntad, por lo que peca y entra en la condenación de Dios[3]. Si la Ley no existiera, no existiría el pecado, ya que la Ley es la que nos lleva al conocimiento del pecado[4]. Como el hombre tiene el conocimiento de la Voluntad de Dios es responsable por su manera de actuar delante de Dios. El pecado sentencia al hombre a estar separado de Dios, pero al venir Cristo, deshizo la obra satánica[5]. Entonces la muerte física es introducida por el pecado del primer hombre, y como consecuencia de esto la muerte espiritual es atraída por el pecado de cada persona en particular[6].
“Pero a Dios gracias”, porque es por la misericordia de Dios que recibimos la salvación, y la victoria sobre la muerte, lo cual fue logrado por el Señor Jesús al morir en la cruz y al resucitar al tercer día.
“De modo que”, ahora viene la conclusión a todo lo que ha venido hablando. Ya va a detenerse y a pasar a otro asunto, y les termina diciendo “hermanos míos amados”, para subrayar que la exhortación ha sido dada en amor.
La actitud que tomemos frente a la fe es nuestra, nadie puede decidir por nosotros, y es algo que debemos escoger cada uno, voy a estar firme o voy a claudicar. Pablo le dice a los corintios y a nosotros que no nos movamos; es un mandato en tiempo presente, y es algo que va en abierta oposición a la doctrina calvinista de la predestinación y de que el cristiano no puede pecar.
Pero no es suficiente que el creyente se mantenga firme, sino que debe crecer de tal manera que se exceda, que vaya más allá. Hay quienes consideran que es suficiente ir al culto el domingo, cargar su Biblia, depositar unas cuantas monedas en la ofrenda y participar de la Cena. Conozco creyentes que a pesar de haber pasado años en la Iglesia no han avanzado nada y siguen siendo tan inmaduros como cuando llegaron.
¡No olvidemos que el trabajo en la Obra de Dios no es en vano! Esto debe motivarnos a estar alerta y a estar dispuestos a tomar los retos que nos exige la Obra cada día.
[1] Hebreos 2.14.
[2] 1 Juan 3.4.
[3] Gálatas 3.10.
[4] Romanos 3.20.
[5] 1 Juan 3.8.
[6] Romanos 5.12.